
No más grande, pero mejor. Este es el lema del que hace gala Bankinter. La entidad es la única que ha salido reforzada de varias crisis sin llevar a cabo operaciones de fusión desde su nacimiento, hace exactamente 50 años. Y siempre bajo el control de la familia Botín. El 4 de junio de 1965 se puso en marcha Banco Intercontinental, que a principios de los noventa comenzó a operar con la marca actual.
Su lanzamiento se produjo como consecuencia de los planes de expansión del Santander, entonces presidido por Emilio Botín Sanz de Sautuola y López. El grupo cántabro se alió con Bank of América y constituyó lo que hoy es Bankinter para entrar en el negocio industrial y empresarial. La legislación impedía que un banco comercial realizara ese tipo de actividad.
Pero pronto la normativa cambió y Bankinter aprovechó la ocasión. A principios de los setenta inició su operativa para particulares con productos novedosos. Esta apuesta llevó a la entidad a desarrollar un plan de apertura de oficinas paulatino con el fin de atraer clientes y su salida a bolsa para captar recursos con los que financiar su crecimiento. El salto al parqué se produjo en 1972 con la venta de parte del capital de sus dos socios.
Durante más de doce años Bankinter desplegó más de un centenar de sucursales. Cimentó así la base para la construcción de un banco que se convertiría posteriormente en la punta de lanza de la transformación y la innovación con la llegada de Jaime Botín a la presidencia, tras el nombramiento de su hermano Emilio como máximo responsable del Santander. Éste último pasó a ser vicepresidente de Bankinter.
Salto de gigante
Una de la primeras decisiones adoptadas por Jaime Botín fue el lanzamiento de un depósito de alta remuneración por la que consiguió duplicar su balance en tan sólo dos años. Como en ocasiones anteriores aprovechó una modificación normativa para poder arañar cuota de mercado en un momento en el que, además, algunas entidades tenían problemas financieros y tuvieron que se absorbidos por otros. El lanzamiento de la cuenta supuso que Bankinter abriera más de una oficina al mes.
Ya en los noventa dio un paso al frente en el desarrollo de las aplicaciones tecnológicas, anticipándose al resto de competidores. En 1992 creó su división de banca electrónica, que sería la raíz de la posterior banca de internet, que puso en marcha en 1996, y la banca móvil, de 2003.
A día de hoy, el 70% de las transacciones que hacen los clientes de Bankinter las realizan por canales a distancia.
Además de impulsar la innovación para aumentar su actividad y ganar rentabilidad, el banco desarrolló alianzas con socios para vender productos y servicios, además de apoyarse de la primera red agencial con el objetivo de llevar a todas los rincones de nuestro país sin necesidad de establecer una sucursal.
Mientras Bankinter seguía su pasos, Jaime Botín decidió dejar la presidencia y las funciones ejecutivas en 2002 y velar por los intereses desde el consejo como principal accionista.
Su salida precedió a la dimisión de Emilio Botín como miembro del órgano rector de la entidad un año después, y de la entrada en el capital del banco del inversor de origen hindú, Ram Bhavnani, que bastantes dolores de cabeza dio en los años sucesivos. El empresario afincado en Tenerife luchó, en contra de la cúpula de Bankinter, por sentarse en el consejo de administración, al tiempo que aumentaba paulatinamente su participación. Llegó a alcanzar el 15%. En 2005, Bhavnani logró su objetivo.
Amenaza de OPA
Dos ejercicios después, el inversor indio decidió vender al francés Credit Agricole todas las acciones con plusvalías de más de 800 millones. La transacción supuso una auténtica lucha de poder entre el grupo galo y Jaime Botín. Con ayuda del Banco de España, éste último ganó la partida. Credit Agricole ni siquiera ocupó un sillón en el consejo a pesar de llegar a ser el máximo accionista, con más de un 24% del capital.
Con el estallido de la crisis y tras haber perdido la batalla, la entidad francesa fue desinvirtiendo poco a poco los títulos con pérdidas millonarias. Los efectos del crash financiero y la lucha con el grupo galo llevaron a la familia Botín a modificar la estructura, con el nombramiento en 2010 de María Dolores Dancausa como consejera delegada, y del hijo de Jaime, Alfonso, como vicepresidente ejecutivo.
En los años de la crisis, Bankinter ha sufrido menos que muchos de sus rivales por su menor exposición al ladrillo, y ha salido reforzada de ella tras haberse anticipado en parte a sus competidores, como su apuesta por las pymes y por las hipotecas. Eso sí, ha mantenido la esencia de crecer en solitario. Ha sido la única entidad que no ha llevado a cabo adquisiciones. Y ahora, mira al exterior después de poner un pie en Luxemburgo.