La agencia de calificación crediticia Standard and Poor's (S&P) cree que para los bancos españoles es un desafío operar en un entorno de muy bajos tipos de interés, por lo que teme que acaben aumentando su tolerancia al riesgo para ser más rentables.
En un informe publicado hoy, S&P considera que tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, los bancos españoles han aprendido "algunas lecciones dolorosas de sus políticas agresivas de concesión de préstamos".
Esto les ha llevado a mantener una "postura cautelosa" con relación a su negocio y a concentrar sus esfuerzos en fortalecer su "aún moderada rentabilidad" que S&P piensa continuará mejorando este año y el próximo a medida que la economía se recupere.
Esto le ha llevado a mejorar un escalón la nota de Abanca, aunque sigue en "bono basura"; a elevar la perspectiva de Bankia, su matriz BFA, y el Banco Popular, de negativa a estable; al tiempo que ha confirmado la calificación de Santander, Santander Consumer Finance, BBVA, Cecabank, Kutxabank, Bankinter, Sabadell e Ibercaja.
Sin embargo, la agencia advierte del riesgo de que algunas entidades aumenten su tolerancia al riesgo como fórmula para ganar rentabilidad en un momento en el que piensa que la economía española crecerá una media del 2,2 % anual entre 2015 y 2017.
Este entorno económico "más favorable" debería facilitar la reducción de activos problemáticos de los balances de los bancos, aunque S&P advierte de que probablemente seguirán siendo "elevados", en comparación con los de otros países, y permitirá que las dotaciones a provisiones de crédito sigan reduciéndose.
Aún así, la agencia avisa de que los bancos españoles siguen enfrentándose a riesgos económicos "más elevados" que otros países, pues todavía tienen que recuperarse del estallido de la burbuja inmobiliaria y una "larga" recesión económica.
En el lado más positivo, los expertos de la agencia piensan que la corrección del mercado inmobiliario está llegando a su fin, después de siete años, tras constatar que los precios del sector inmobiliario se estabilizaron a finales del 2014 y los volúmenes de actividad muestran cierta recuperación.
También destacan que España está "bien situada" para beneficiarse de la depreciación del euro y de los bajos tipos de interés, así como de los menores precios del petróleo y de la mejora de competitividad del país, "resultado de las reformas estructurales llevadas a cabo en los últimos años".
A pesar de ello, S&P opina que los bancos españoles siguen dependiendo "estructuralmente" de financiación externa -aunque en un nivel menor que en el pasado- y que, por tanto, siguen siendo vulnerables a potenciales cambios de confianza de los inversores.
Además, recuerda que el Gobierno ha completado la desinversión de algunas de las entidades a las que asistió durante la crisis, si bien añade que "todavía será necesario más tiempo" para que se complete este proceso y que las entidades reestructuradas se conviertan en bancos sólidos capaces de competir eficientemente.
Por todo ello, S&P mantiene al sistema financiero español en el mismo grupo en el de los bancos de otros países como Brasil, China, Polonia, la India y Sudáfrica.