
La banca encarará en 2025 la tormenta perfecta con los próximos test de estrés que realizará la Autoridad Bancaria Europea (EBA) junto con el Banco Central Europeo (BCE). Son pruebas a las que la industria viene sometiéndose de forma regular cada dos años desde que se implantó esta herramienta en 2010 para que el supervisor comprobase la resistencia de sus balances tras los problemas aflorados durante la crisis financiera internacional que obligaron a auxiliar a numerosas entidades en todo el mundo. Su simple formulación ayuda tanto a supervisor como a los bancos a detectar y solventar potenciales fragilidades.
La metodología y los procedimientos se encuentran, por tanto, muy rodados, pero el próximo año llegarán con la complejidad extra para el examen y para los equipos que tienen que prepararla de que cogerá al sector en plena adopción de nuevas reglas que afectan al cálculo del capital. Es decir, las entidades deberán adoptar algunas fórmulas adicionales o nuevas para el cálculo de su solvencia, al tiempo que la EBA estresa dicho parámetro para saber si es suficientemente robusto para enfrentar, sin desestabilizarse, un escenario de crisis agravada.
"Los Stress Test 2025 de la EBA darán comienzo en enero 2025, en paralelo a la fecha de aplicación del CRR3, y con la actualización del Proceso de Revisión y Evaluación Supervisora (SREP) por parte del Consejo Supervisor del BCE, en la que deben evaluarse todos los riesgos idiosincráticos significativos de la entidad de crédito, con el objetivo de dar lugar a procesos de supervisión más sencillos, flexibles y a un calendario más corto", detalla a elEconomista.es Carla Azorí, Regulatory Affairs Manager de Accuracy.
El "principal reto" que afrontan las entidades es aplicar las últimas novedades regulatorias del llamado marco de Basilea IV, contenidas en el Reglamento de Requisitos de Capital 3 (CRR3), publicado en junio y que se centra "en cómo los sistemas de información y planificación del capital pueden respaldar los parámetros prudenciales revisados a partir del 1 de enero de 2025", detalla Azorí.
"La magnitud del impacto en los requerimientos de capital diferirá significativamente dependiendo de las estructuras de las carteras bancarias y de los métodos utilizados para calcular los requisitos de capital, considerando la introducción del output floor", refiere.
El denominado "output floor" fija una especie de límite mínimo sobre los requerimientos de capital agregados exigibles a una entidad, con independencia de que sus modelos internos le permitiesen acopiar menos hucha por haber probado al supervisor que tienen un perfil de riesgo inferior. En la práctica implica que las entidades podrían tener que acopiar capital extra para cumplir con los nuevos requisitos normativos y no será el único cambio ligado a solvencia que el sector encara en 2025.
La hucha de solvencia que impone Basilea se construye en base a tres pilares regulatorios: el Pilar 1 establece requerimientos específicos de cuánto capital acopiar en función del modelo y balance de riesgo de cada entidad, ahí entraría el futuro cambio de la CRR3. El segundo eje, llamado Pilar 2, se basa en la recomendación que el supervisor realiza de forma individual a cada entidad después de revisar sus cálculos de capital y otros parámetros como sus políticas de gobierno corporativo o los sistemas de control de riesgos. Con el Pilar 3 promueve la disciplina del mercado con exigencias de información a las entidades sobre sus actividades y riesgos.
Revisión supervisora
Los cambios que entrará en vigor el próximo año afectan a los dos primeros pilares ya que, además de la CRR3, el BCE va a revisar los procedimientos del llamado proceso de revisión y evaluación supervisora (SREP) con el que fija los recargos del Pilar 2 tras auditar a cada entidad. "El cambio de metodología cambiará la forma en la que el BCE calcula los requisitos de capital en el Pilar 2 (P2R), que se someterá a una fase de prueba inicial durante el ciclo 2025, y se implementará en el ciclo 2026", expone la Regulatory Affairs Manager de Accuracy.
El BCE ha anticipado que actualizará su proceso de revisión y evaluación supervisora para que sea "más eficiente y eficaz" y para adecuarlo al cambiante entorno, con riesgos de rápida evolución como los geopolíticos, macroeconómicos, climáticos o cibernéticos. Aún no ha desglosado las novedades del procedimiento, pero sí ha anticipado que el SREP "será más breve y se acercará a la supervisión en tiempo real", centrándose en los riesgos claves y fomentando la adopción de medidas contundentes.
El riesgo climático, en el punto de mira del supervisor
El riesgo climático está en el punto de mira del supervisor. El BCE realizó en 2022 el primer test de estrés climático para conocer el grado de preparación de las entidades y, sobre todo, empujar al sector a avanzar en su adecuada gestión. No tuvo consecuencia en el cálculo de capital, pero la EBA ha incluido entre las prioridades que requieren una mayor atención supervisora, la "supervisión de los esfuerzos de las entidades para reflejar adecuadamente los riesgos ESG en sus estrategias comerciales, gobernanza y procesos de gestión de riesgos", indica Azorí.