
Es largo el camino recorrido hasta ahora. Si hace un año los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona se conjuraban para dar un impulso al aletargado proyecto del euro digital, las turbulencias en los mercados financieros estadounidense y suizo del pasado marzo parecen haber servido de revulsivo. Ha sido la sombra de una crisis la ha propiciado avances en la unión bancaria, ha empujado la unión de mercado de capitales y ha dado forma, al fin, a una propuesta para la creación del euro digital.
La Comisión Europea ha presentado este miércoles su propuesta para la creación del euro digital. Un texto legislativo plantea que el Banco Central Europeo establezca límites respecto a los umbrales de tenencia de la divisa. Un intento por que no compita con los depósitos bancarios y, por tanto, repercuta en la estabilidad financiera pero también por evitar el blanqueo de dinero o la financiación de terrorismo en lo que respecta a su uso sin acceso a internet.
Sin embargo, no habrá restricciones en lo que respecta a los productos que se adquieran ni tampoco sobre su importe. La propuesta, si bien aún debe ser respaldada por los países de la zona euro y el Parlamento Europeo, dejará en manos del Banco Central Europeo la decisión sobre cuando introducir el euro digital. Algo que no está previsto que suceda antes de 2028.
Lo ha explicado el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, que ha indicado que dependerá del BCE "emitir el euro digital" y decidir los siguientes pasos, si bien habrá una consulta con los ministros de Economía y Finanzas de la Eurozona y las partes interesadas.
"No somos los primeros en avanzar hacia una divisa digital. Más de un centenar de bancos centrales en el mundo están preparando monedas digitales", ha indicado el comisario letón.
La propuesta legislativa obligará a que todos los establecimientos acepten el euro digital, si bien aquellos que hoy todavía no aceptan pagos con tarjeta no estarán obligados a realizar el cambio, como empresas pequeñas u organizaciones sin ánimo de lucro.
El paquete legislativo contiene una propuesta para dar respuesta a la demanda del 60% de los consumidores de seguir teniendo acceso a dinero en efectivo. Ante la dificultad en algunos países de seguir teniendo acceso a dinero en efectivo, precisamente por la desaparición de los cajeros automáticos.
Por ello, la propuesta mantiene la exigencia de que el dinero físico y el digital tendrán que coexistir. No será obligatorio para los ciudadanos utilizarlo, sino más bien un derecho. Se configurará como una divisa que emite el Banco Central Europeo y que distribuyen los bancos.
El euro digital trata de satisfacer la demanda al alza de pagos electrónicos, aunque se prevé que su plazo de desarrollo e implementación dure tres años. Además, el texto legislativo establece que la privacidad de los pagos digitales sea equiparable al del uso del efectivo, lo que implica que ni el Banco Central Europeo ni las entidades bancarias tendrán acceso a la identidad de los ciudadanos.
Las criptodivisas no están denominadas en euros, pese a que se utilizan a menudo para realizar pagos, lo que podría afectar a la estabilidad del sistema monetario, según han defendido desde el Ejecutivo comunitario. Es así que el euro digital se articula también como una solución para dotar de acceso a una divisa comunitaria en cualquier momento y contexto.