Editorial
El análisis de la evolución que las cotizaciones sociales muestran en 2016 bosqueja un panorama preocupante. El magro incremento que acumulan, un 2,8%, invita a prever que su aportación a la Seguridad Social se situará en el entorno de los 101.000 millones, 16.000 millones menos de los previstos por el Gobierno. Una desviación tan enorme ya resulta, de por sí, escandalosa. Pero aún lo es más si se considera que constituye el colofón a un periodo de casi una década en el que los pronósticos han errado sistemáticamente, debido a su excesivo optimismo.