Es muy frecuente que en las comunidades de vecinos existan mascotas en varias de sus casas. Aunque los inquilinos (salvo que un contrato de alquiler así lo impida) tienen derecho a alojar animales en su casa y, de hecho, llegan a formar parte de la familia, también es cierto que ello no debe importunar al resto de personas que vivan en el edificio.
