La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, que se celebrarán el próximo 5 de junio, serán prácticamente un plebiscito sobre la figura de Keiko Fujimori y el recuerdo de su padre. Tras un proceso electoral que eliminó a varios candidatos con argumentos calificados de "arbitrarios" por muchos analistas y figuras políticas, la única persona capaz de evitar que Fujimori controle la presidencia y el legislativo es Pedro Pablo Kuczynski (PPK), un candidato que no levanta pasiones. La clave es si las ganas de detener a su rival serán suficientes para alzarle al poder. La duda, si dividir los poderes ayudará al funcionamiento del país o supondrá poner palos en el camino de las reformas económicas.

Salvo que Donald Trump arrase en los estados que quedan por votar en las primarias, el próximo 18 de julio los delegados de la Convención Nacional Republicana deberán elegir entre lo malo y lo peor: nominar al polémico e impopular magnate aunque no haya alcanzado la mayoría absoluta o elegir a otro candidato, que comenzaría con una dudosa legitimidad, y dejar claro que las opiniones de sus votantes no cuentan para nada a la hora de la verdad. Cualquier opción es una amenaza casi existencial para el partido, y no hay ninguna solución "correcta".

¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que se hacen miles de brasileños después de que la Cámara de Diputados autorizara el inicio del juicio político a la presidenta Dilma Rousseff. El problema es que la votación de la semana pasada no es sino el comienzo del proceso, y aún pueden quedar meses hasta que llegue a su fin. Es posible que no pueda formarse un Gobierno estable hasta dentro de bastantes meses, lo que agravará más aún la falta de dirección que Brasil sufre desde el estallido del Caso Petrobras. Mientras, los ánimos de los ciudadanos no parecen enfriarse.

Las primarias del martes en Nueva York parecían el momento perfecto para que los dos favoritos dieran un paso adelante en la carrera presidencial y las encuestas se cumplieron. Hillary Clinton, que fuera senadora precisamente por Nueva York, venció a Bernie Sanders -nacido en Brooklyn- por 16 puntos, con lo que ael vermontés se queda prácticamente sin opciones de remontada. En el bando de enfrente, Donald Trump arrasó en las primarias republicanas con un 60% de los votos y dejó a Ted Cruz matemáticamente descartado de una victoria en primera ronda.