Terminábamos el último día hablando acerca del delicado asunto del calzado femenino y de cómo éste, influía de manera notable en la aparición y mantenimiento del frecuente proceso denominado como "trocanteritis".
Dentro del reconocido y numeroso grupo constituido por los reumatismos de partes blandas, merecen una mención especial, por su extraordinaria frecuencia en la clínica diaria, las llamadas trocánteritis. Se trata de auténticos procesos inflamatorios muy localizados, que afectan a las estructuras tendinosas y a las bolsas almohadilladoras, que realizan su inserción en el trocánter femoral, territorio del hueso fémur, propio de esta región lateral de la cadera, que corresponde con lo que las mujeres describen coloquialmente como "cartucheras". Son inflamaciones perfectamente objetivas y mensurables, que pueden ser clara y nítidamente constatadas, mediante la realización de diferentes pruebas diagnósticas de imagen, como bien pudieran ser tanto la ecografía como la resonancia magnética nuclear.
Terminábamos hace unos días, nuestro último articulo de esta serie, esbozando un cuadro clínico ciertamente frecuente y generalmente también poco atendido y entendido, como es la hiperlaxitud articular y que merece la pena que veamos con algo más de detenimiento. Esta patología, porque como tal sin duda hay que entenderla, es debida a una anomalía, genéticamente heredada de manera que, siempre vamos a encontrar que existe el antecedente familiar, de que al menos, uno de los padres es o ha sido laxo.
Podríamos definir la especialidad médica de la reumatología, como la especialidad clínica, rama de la medicina interna, que tiene como exclusiva atribución tanto el estudio, como el tratamiento de toda la patología médica del aparato locomotor, excluyendo, como es lógico, las que tienen un origen traumático. Es decir, que básicamente la reumatología se encarga de todas aquellas enfermedades del aparato locomotor que no van a precisar, para su completa resolución, de tratamiento quirúrgico ninguno. Así pues, podemos decir que se ocupa de todas aquellas dolencias, que se van a desarrollar de una forma preferente o por lo menos muy predominante a nivel de las articulaciones, tal y como sucede por ejemplo, en los variados y muy diferentes tipos de artritis que existen, o bien como sucede igualmente en la artrosis, representada en todas aquellas numerosas localizaciones articulares, donde ésta suele manifestarse habitualmente.
De toda aquella abundante y muy numerosa retahíla de absurdos dogmas, manidos tópicos, sempiternos estereotipos, esperpénticos arquetipos y muy arbitrarios prejuicios que, en conjunto, han orbitado desde siempre en torno a la emblemática figura del reuma y que con el posterior paso del tiempo, han ido evolucionando todos ellos, hasta conformar lo que a día de hoy ha terminado por denominarse y conocerse con el muy sugerente epígrafe de "los mitos y leyendas del reuma". Con absoluta seguridad, el más inmediato y elemental de todos esos mitos, con el cual, nos vamos a encontrar primero y antes, al iniciar el abordaje del estudio de este interesante tema, lo habremos de localizar en la raíz misma de su propia nomenclatura, así como en la íntima esencia de su naturaleza y, por supuesto, también en el significado conceptual, tan escasamente inteligible de una expresión que, por otra parte, resulta tan gráfica y común como sin duda alguna, es ésta tan popularmente extendida del "reuma".
Viene en estos momentos a mi mente, al hilo de este apasionante tema de los mitos y leyendas del "reuma" que estamos ahora desarrollando, relacionado con esos tan peculiares atributos éticos y formales de nuestra sociedad que mencionábamos en el artículo pasado, la figura característica y muy singular de otro interesante personaje, el cual fue, también en los siglos pasados, pintoresco protagonista de nuestra querida España.
De una parte, la ignorancia, siempre tan osada y atrevida. Del otro lado, el oscurantismo, entendido como sistemática actitud, contraria a la difusión de la cultura en la sociedad y a la instrucción de las clases populares. Representan ambos y con toda seguridad, mucho más, cuando acontecen simultáneamente en el tiempo, el caldo de cultivo más propicio y fabuloso, que jamás nadiehubiera podido imaginar para condicionar primero la abrupta aparición del mito y alimentar después, con el paso del tiempo, la parsimoniosa gestación de la leyenda.
Todos los reumatólogos, somos plenamente conscientes, del tremendo desconocimiento, que tanto en torno a la realidad de las enfermedades reumáticas, como a la esencia última de nuestra especialidad, existe actualmente instalado en el seno de la sociedad.
Veíamos el último día, como el reuma no es realmente algo nuevo y que más bien al contrario, las dolencias reumáticas son casi tan viejas como la propia humanidad, cuando no más. Sin embargo, el reuma, ese viejo y habitual compañero de viaje del ser humano a través de la noche de los tiempos, no ha recibido nunca, por parte del hombre, a pesar de tan longeva convivencia y del enorme sufrimiento que su presencia siempre le ha generado, el debido reconocimiento y la adecuada consideración que, desde luego, merecía.
Aún cuando el verdadero conocimiento y el auténtico desarrollo de las dolencias reumáticas, ha tenido lugar en las postrimerías del recientemente concluido siglo XX, más concretamente, durante los últimos treinta y cinco años, y puede decirse por tanto, que las mismas 'están de muy rabiosa actualidad' e igualmente, 'gozan de plena vigencia en nuestros días'. Sin embargo y a pesar de todo ello, no resulta posible, atribuirles a estas enfermedades reumáticas un carácter realmente novedoso o 'de modernidad'.