Jorge López
16/07/2015, 09:09
Thu, 16 Jul 2015 09:09:43 +0200
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A lo largo de la historia económica hemos vivido numerosas burbujas, que en un momento u otro estallaron, provocando importantes crisis en las economías que desembocaron en grandes depresiones muy marcadas y, en algunos casos, de larga duración, costando, en el más amplio significado de la palabra, un gran esfuerzo en resurgir en todos los ámbitos económicos e influyendo en prácticamente en todos los sectores económicos. La memoria nos lleva desde la crisis de los tulipanes a la crisis económica de 2008 en Estados Unidos, la relevancia de este tipo de sucesos hace que prever la próxima burbuja se convierta en una tarea en la que se vuelquen demasiados esfuerzos en análisis económicos y los logros sólo se atribuyan una vez que el pinchazo de la misma es una realidad. Sin servir las previsiones y los estudios previos para la desactivación de una nueva burbuja. Debemos tener en cuenta que habitualmente las burbujas y el estallido de éstas, tienen una influencia de mayor o menor impacto, dependiendo de la previsión que se tenga de que se esté formando o si se tiene identificado el foco, bien sea éste una economía en particular o un sector concreto. Con lo cual la aleatoriedad y lo imprevisible del suceso, si no está identificado, conlleva un impacto no cuantificable, que es lo que conocemos como cisne negro.