Los cuartos de final de la Champions League han estado marcados por las actuaciones de grandes porteros. Dos de ellos han brillado especialmente en equipos españoles. Ter Stegen (del Barça) y, sobre todo, Oblak (del Atlético) han dejado paradas de excepción que han mantenido e incluso salvado a sus equipos. Algo que hace tiempo que no sucede con regularidad en el caso de Iker Casillas. El de Móstoles se ha caído del Olimpo español de los mejores porteros. La excelencia europea fue cosa de los arqueros rivales.

La derrota del Bayern de Múnich 3-1 ante el Oporto sacó el lado más desesperado de Pep Guardiola. El técnico de Santpedor ya es de por sí un entrenador que gesticula con frecuencia, pero anoche, en O Dragao, superó su media con un recital de órdenes, lamentos, movimientos y caras que tuvo, por encima de todas las cosas, unos destinatarios muy concretos: sus jugadores.

El Oporto - Bayern de Múnich (3-1) puede convertirse en el epitafio de Pep Guardiola con el conjunto bávaro. Un epitafio que empezó a escribir Xabi Alonso. El de Tolosa completó uno de sus peores partidos desde que fichó por el vigente campeón de la Bundesliga y provocó la visible desesperación de Pep Guardiola.

Jurgen Klopp anunció ayer por sorpresa que dejará el Borussia Dortmund a final de temporada. Cansado por la mala campaña de su equipo, buscará nuevos retos en otros horizontes. La pregunta clave es dónde. Aunque todos los caminos parecen apuntar a la Premier, los movimientos del mercado internacional en los banquillos no descartan su llegada a España y a un Real Madrid que ya le tuvo en el punto de mira al final de la era Mourinho.

Javier Mascherano rozó anoche ante el Paris Saint-Germain la perfección que se le exige a un mediocampista transformado en defensa central como es él. A lo largo de los 90 minutos que estuvo sobre el césped (casi lo abandona antes de tiempo por un golpe inoportuno) completó 81 pases de 85 intentos.