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Buena parte de la audiencia está harta de que Carlota Corredera se crea la madrastra de Rocío Carrasco, a la vista de cómo la defiende en público. Quizá la presentadora de Sálvame no sabe que una de las normas éticas, y básicas, de una profesional de la televisión es no significarse tan descaradamente en favor de una de las partes, mantenerse al margen e informar con una cierta objetividad.