El Congreso trata de evitar un desastre nacional
25/10/2017, 11:34
Wed, 25 Oct 2017 11:34:03 +0200
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La España de la posguerra y el desarrollismo sufrió el expolio despiadado y una parte del patrimonio nacional cambió de manos: museos, catedrales y colecciones privadas de opositores a la dictadura (que desaparecieron o salieron corriendo con lo puesto) fueron arrasados. La incautación de los bienes de depurados y asesinados o de dudosa titularidad, así como la requisa y privatización de bienes de dominio público o comunal alcanzó cifras terribles. Junto con el trabajo esclavo, el estraperlo y los monopolios, buena parte de las fortunas sobrevenidas en la posguerra tienen su origen en ese saqueo sistemático. Franco y su familia se enriquecieron desmesuradamente, tal y como documenta el historiador Ángel Viñas en La otra cara del Caudillo (Crítica, 2015). No fue el único: el otro gran depredador de estas joyas de incalculable valor fue William Randolph Hearst. Increíblemente, muchas de estas obras de arte y demás bienes no han vuelto al Estado. Ahora el Congreso trata de evitar que la familia de Franco se quede con dos tallas del siglo XII pertenecientes al pórtico de la Catedral de Santiago.