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Nada hacía pensar antes de la llegada de la pandemia del coronavirus que el futuro de dos negocios centenarios de restauración se iba a cruzar para siempre. Lhardy, el emblemático restaurante de la capital madrileña, se vió obligado a solicitar el preconcurso de acreedores a principios del mes de marzo, agotando el último recurso que le quedaba para ganar tiempo con el que renegociar sus deudas tras perder en torno al 70% de su facturación a causa de la pandemia. Una situación inesperada para el rey del cocido, que con más de cien años a sus espaldas, había contado con ilustres comensales entre sus cuatro paredes como la reina Isabel II, los escritores Federico García Lorca y Benito Pérez Galdós, o al filósofo José Ortega y Gasset.

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La restauración ha sido uno de los sectores más sacudidos por la pandemia, que ha visto cómo cientos y cientos de restaurantes cerraban o sobrevivían a duras penas por el impacto del coronavirus. Meses de ingresos cero o con caídas de la facturación a dos dígitos en negocios que han consumido casi todos sus recursos por mantenerse a flote. Ni los más emblemáticos como Lhardy o Zalacaín han conseguido esquivar el impacto de la pandemia y tratan de ganar tiempo buscando alternativas para evitar la quiebra. En ambos casos, han solicitado ya el preconcurso de acreedores.

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