
El INTIA de Navarra participa en el proyecto 'RustWatch' encargado de desarrollar un sistema europeo de alerta temprana para esta grave enfermedad del trigo y avanzar en su desaparición.
El Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias de Navarra-INTIA está inmerso en el proyecto 'Rustwatch', que se enmarca dentro de su línea estratégica centrada en la gestión integrada de plagas para controlar el problema creciente de la roya amarilla en el trigo.
Un problema que se controló por la vía genética, pero que a día de hoy no está solucionado en su totalidad por la aparición de nuevas razas que han superado la barrera genética y que siguen causando problemas en este cultivo en España y en Europa. De hecho, se han evaluado cosechas en las que las pérdidas alcanzan hasta el 80% de la producción en algunos casos. Además, la roya amarilla obliga a que el agricultor tenga que proteger el cultivo con tratamientos químicos, elevándose los costes de producción.
"Se necesitan técnicas de gestión integrada para reducir este problema y gestionarlo de la mejor manera", según ha explicado Alberto Lafarga, coordinador del equipo de proyectos de I+D de INTIA, a elEconomista Agro.
Este proyecto europeo, que comenzó en mayo de este año y tiene un horizonte de cuatro años, contempla la creación de una red de vigilancia europea de roya amarilla, lo que supone un reto importante porque "cada país se organiza como puede y, en España, cada comunidad autónoma se organiza como puede". Inicialmente, los esfuerzos se centran en la creación de una aplicación móvil para el sistema español, que se conectará con el resto de países europeos, para compartir toda la información de una manera más ágil.
Rustwatch comprende, además, varias estrategias. Una de ellas seguirá ahondando en la genética "para buscar los genes resistentes que han aparecido en las nuevas razas", mientras el segundo pilar es la gestión integrada de plagas con lucha química y el sistema de control biológico con distintos productos o agentes para reducir el uso de fungicidas. De momento, ya se han preparado protocolos para hacer ensayos en esta campaña y obtener resultados en 2019.
Toma de decisiones
En la actualidad, hay muchas herramientas que se han lanzado al mercado para que los agricultores lleven su cuaderno de campo. Sin embargo, ahora desde el INTIA, se ha dado un paso más allá con la plataforma Agrogestor, que incluye herramientas de ayuda para la gestión de la toma de decisiones de gestores colectivos como comunidades de regantes, agrupaciones de agricultores o cooperativas, entre otros.
Con Agrogestor, "se va a poder gestionar la toma de decisiones en los cultivos para todo el colectivo". La plataforma incluye varios módulos como el de trazabilidad, que posibilita que el agricultor lleve el registro de toda su actividad técnica y de los cultivos, los fitosanitarios, el cuaderno de campo, fertilizantes, laboreo... Todas sus actuaciones para su control.
La plataforma, además, está soportada por un sistema GIS "en el que hemos colocado capas de información de utilidad para el agricultor para la toma de decisiones como, por ejemplo, sobre el suelo, parámetros climáticos, riesgo de enfermedades... La plataforma lo que hace es posibilitar que un agricultor sobre una parcela concreta, al tener coordenadas, utilice estos datos sobre esa posición". Así se ofrece el mejor consejo agrícola para esa parcela. "Se usa todo el potencial de conocimiento previo que existe en una zona concreta".
Otra de las principales novedades de Agrogestor es la incorporación de herramientas de asesoramiento para la elección de variedades de cultivos extensivos, fertilización de balances por nutrientes y gestión integrada de plagas. También incluye otra herramienta complementaria -de gestión por indicadores-, que ofrece información al agricultor sobre la huella de carbono y la hídrica o los balances de nutrientes, entre otros.
De momento, esta plataforma, que es online, estará disponible a finales de 2019, aunque ya hay una versión -la 4-, que está implementada y que está siendo utilizada por un centenar de agricultores. Este proyecto -liderado por el INTIA con el trabajo de IFAPA de Andalucía, ITAP de Castilla-La Mancha, Neiker-Tecnalia del País Vasco y Mas Badia de Cataluña y como socio a la Agencia Nacional de Meteorología (AEMET)-, se asienta sobre un proyecto anterior, Agroasesor, con el que el INTIA acumula más de diez años de experiencia en este ámbito.
Del cambio climático a la carne de betizu
Además de estas dos líneas estratégicas, en INTIA también se trabaja en relación al cambio climático, sector en el que están llevando a cabo el proyecto Nadapta, que es el primero de ámbito europeo para una estrategia de adaptación al cambio climático en una región y en el que hay implicadas más de 40 personas.
El proyecto, que tiene un horizonte de ocho años hasta el 2025, "es novedoso e integra muchas cosas. Es como seis en uno. El enfoque del cambio climático es integral y aborda seis principales ejes de la actividad agrícola". De esta manera, se atiende al agua y el riego, que es crítico por escenarios que se van a tener que afrontar al ser el agua un recurso limitado, así como a la resiliencia del suelo porque es un elemento clave en la adaptación a situaciones difíciles de gestionar y de escenarios como la sequía o las altas temperaturas. Bajo esta línea, ya se ha comenzado a trabajar en una red de parcelas piloto para promover buenas prácticas en el suelo y el fomento de la diversificación de cultivos.
El proyecto Nadapta también aborda las plagas y las enfermedades emergentes y la utilización genética y el material vegetal como medio para la adaptación a la sequía y riesgos externos. Otros ejes son la gestión integrada de enfermedades en ganadería y el pastoralismo para luchar contra los incendios y reducir la biomasa por pastoreo.
Aparte de estas tres líneas estratégicas, el INTIA también desarrolla proyectos en relación al sector ecológico y la comercialización, la transferencia y redes, la agricultura de precisión y nuevas tecnologías y las razas autóctonas y la ganadería extensiva. Precisamente, dentro del ámbito ganadero, el instituto está inmerso en el proyecto Betizu para la comercialización de la carne de la raza bovina autóctona de este nombre, que está considera como la única vaca salvaje de Europa.
El proyecto tiene por finalidad caracterizar la carne de Betizu, cuyos ejemplares se crían en ganadería extensiva y que se encuentran en peligro de extinción, para ponerla en valor y que tenga utilidad como producción cárnica de calidad diferenciada por los pastos de los que se alimenta. El objetivo es tener "una visión de cadena integral de la producción y buscar el valor añadido a este recurso para que se sostenga en el mercado". De momento, ya se han hecho varias catas y se están abriendo canales de comercialización, aunque todavía la cabaña es pequeña.
Son proyectos que forman parte del trabajo de INTIA, que es además un actor clave en los proyectos piloto del Programa de Desarrollo Rural de Navarra. El centro -sociedad pública adscrita al Departamento de Desarrollo Rural, Medioambiente y Administración Local, integrada en la Corporación Pública Empresarial de Navarra-, tiene como pilares la investigación y la experimentación. En este último ámbito trabaja tanto en experimentación propia para generar conocimiento como bajo contrato para cubrir las necesidades de las empresas. Anualmente, realiza más de 260 proyectos de I+D y de experimentación y más de 50 anuales bajo contrato con empresas.
Además, organiza más de 150 acciones formativas en las que participan más de 3.500 participantes. Su plantilla está formada por más de 180 profesionales -de los que 40 son para experimentación y 31 para asesoramiento de ganadería-, y trabaja con más de 400 empresas agroalimentarias y agroindustriales, desde pymes a multinacionales.