
El sector agrario está manteniendo el nivel de contratación en esta campaña de recogida de la fruta dulce a pesar de las dificultades para disponer de la mano de obra y ante la caída de la producción en 15% de media y un aumento de los costes que puede llegar hasta el 30%.
Campaña complicada. Así ha definido la organización agraria UAGA-COAG esta campaña de la recogida de la fruta dulce, que es un tanto diferente a las anteriores por la crisis sanitaria de la COVID-19, que ha dificultado que muchos agricultores y explotaciones agrarias pudieran contar con los trabajadores de las campañas anteriores ante las limitaciones de movilidad puestas en marcha para frenar la expansión de la pandemia.
Pese a este complicado contexto el campo aragonés mantiene las contrataciones. En esta campaña de la fruta están trabajando alrededor de 20.000 personas en el mes de mayo, con sólo un 0,91% menos que en la anterior. Un descenso que no es muy significativo en la contratación, que prácticamente se mantiene en los mismos niveles que el año pasado.
Sí es cierto que en el mes de abril las contrataciones crecieron (el 6,65%) al igual que en el primer trimestre del año (de enero a marzo), sobre todo, ante el temor de no poder disponer de trabajadores ante la pandemia y no contar con los fijos-discontínuos como en campañas anteriores, lo que llevó a que muchos agricultores comenzasen a contratar antes de tiempo para tenerlo todo listo para el inicio de a campaña.
Los problemas con el empleo no han quedado aquí. Ahora sobra mano de obra porque las condiciones de movilidad cambian y ahora la gente puede llegar a las explotaciones donde estaba contratada, pero también puede producirse próximamente un déficit de trabajadores.
"Ahora puede pasar, y ya está pasando, que está sobrando mano de obra. El Gobierno nos cambia la vida un muchito cada domingo". Sin embargo, no se descarta que puedan necesitarse trabajadores porque "mucha gente que trabaja es del sector de la hostelería y supongo que estas personas irán a sus sectores" conforme avance la desescalada. "No sé lo que va a pasar con la gente. Si es así, puede haber déficit de mano de obra", ha añadido Óscar Moret, agricultor del Bajo Cinca y responsable del área de fruta de UAGA-COAG, quien ha participado en la rueda de prensa en streaming junto con Toño Romé, secretario provincial de UAGA-COAG en Zaragoza.
El campo aragonés ha mantenido así el empleo durante la campaña, a pesar de que las previsiones reflejan una caída media del 15% de la producción en fruta dulce, aunque en productos concretos como la cereza puede llegar hasta el 30% como consecuencia de haberse rajado el fruto por las lluvias y en el albaricoque al 20%. En melocotón y nectarina, las previsiones se sitúan en un 15% y 12% menos. En menor medida, se prevé en la ciruela, que registraría una caída de alrededor del 3% en producción.
La estimación de menor recogida de fruta en esta campaña viene acompañada de un aumento de los costes, que se estima de media entre el 10% y el 15%, aunque en algunos casos podrían llegar hasta el 30%. Unos costes que aumentan porque "no es una recolección al uso", han añadido los agricultores.
Las medidas sanitarias a adoptar ante la COVID-19 explican una buena parte de estos costes. "La gente está dividida en el campo por líneas, la gente en el alojamiento está aislada de la que no está alojada y no se mezcla con los que vienen a trabajar" a lo que hay que sumar las mascarillas, guantes, geles hidroalcohólicos... "Se han tenido que modificar muchos alojamientos porque los dormitorios no cumplían con la distancia entre camas, hay que hacer turnos de comida y tampoco la gente coincide en el punto de encuentro para empezar a trabajar. Todo esto va a subir los costes".
Una situación ante la que confían en que estos costes se puedan repercutir en unos mejores precios por la menor producción en España y las pérdidas que se producirán también en otros países productores de Europa, aunque tampoco confían al 100% en que esto se produzca por experiencia previas.
En el punto de mira de la inspección
El sector agrario está en el punto de mira de la Inspección de Trabajo con el fin de comprobar que se cumplen las medidas sanitarias y sociales -para las que en la desescalada no se ha contado con el sector-, y también las laborales. Y el campo aragonés no se está librando de ellas. "Ayer hubo aquí", explica Vicente López, productor de La Almunia y representante de UAGA-COAG.
"He preguntado a los compañeros y han sido correctas. Han ido pidiendo el horario de entrada y salida, las nóminas, las transferencias bancarias de que han cobrado las nóminas... Vienen con la Guardia Civil. No estamos haciendo las cosas tan mal como para que haya tanta inspección. Los datos lo reflejan", ha añadido el agricultor, quien ha lamentado que se "criminizalice" al campo, además de criticar las declaraciones de la ministra de Trabajo y de los sindicatos UGT y CCOO que "acusan" a los agricultores de ser "unos esclavizadores".
"Por la cuenta que nos trae, tenemos que hacerlo bien", ha afirmado Vicente López, quien ha explicado que los propios agricultores son los primeros en tener interés en que todo se haga bien.
"La campaña es complicada y siempre está el miedo a que haya algún contagio. Si fuera algo tangible y se viera... pero en el campo no es diferente" a la situación que se vive en cualquier otra ciudad o lugar del mundo. En este sentido, desde la organización agraria se ha criticado que siempre se asocie al campo con la aparición de brotes de coronavirus, como el que se detectó en Fraga (Huesca) y en el que varios temporeros fueron aislados en un albergue público tras dar positivo a la COVID-19.