
La crisis de la Covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia que tiene la Responsabilidad Social Corporativa en las empresas y el cambio de paradigma en la economía que ha dejado de ser entendida exclusivamente desde el punto de vista financiero para poner en valor otros conceptos como la motivación, flexibilidad laboral, calidad, reputación o calidad.
"Son conceptos que eran más difíciles de medir porque hasta ahora se veían costes, ventas, productividad... y había intangibles como la colaboración que no se tenían intrínsecamente en la gestión empresarial", ha explicado Juan Royo Abenia, economista y experto en RSC, quien recientemente ha participado en el webinar 'La RSC ante el reto que plantea la Covid-19', organizado por el Ecosistema Más Empresa de Ibercaja, en declaraciones a elEconomista.es
Estos conceptos se han puesto de manifiesto y han adquirido mayor importancia con la crisis de la Covid-19 de la mano de la RSC. "La clave fundamental es que siempre estamos hablando de un mundo VUCA en el que hay mucha volatilidad, mucha rapidez, incertidumbre vertiginosa... Estamos en un mundo en el que la visión tradicional de entender la economía como meramente financiera ha quedado atrás totalmente".
La RSC lleva mucho tiempo ya aportando esta visión no financiera de la economía, que es la que "se está poniendo mucho más en valor con conceptos como la calidad, la flexibilidad laboral, la motivación, la conciliación, la reputación.. Ahora se ha visto que las empresas tienen que apostar no solo por medir los resultados financieros, sino por medir el impacto que se genera en la sociedad, que trasciende al tema financiero".
De hecho, muchas empresas con la crisis de la Covid-19 han transformado su actividad. Ejemplos claro de ello son las que fabricaban bebidas alcohólicas para pasar a producir desinfectantes, o aquellas que realizaban volantes para coches y se han centrado en los EPIs, entre otras situaciones.
"Las empresas se han reinventado, pero no desde un punto de vista financiero" porque el cambio no se ha producido porque "no se vende esto y voy a intentar vender lo otro. Las empresas han dicho que hay un problema social de tal magnitud, mi producción la voy a paralizar y voy a producir esto que realmente necesita la sociedad, con independencia de que sea para donar o para vender porque ahora tengo esa capacidad productiva que, en muchos casos está parada, y lo que hago es que se siga manteniendo". De esta manera, la clave está en generar valor, aunque luego "alguien se tenga que apropiar de ese valor, pero no tiene que ser la propia empresa que lo está fabricando o poniendo en el mercado".
Hoy en día, el concepto clave es la generación de impacto y no tanto el concepto de beneficio empresarial. "El gran mantra de la economía es la productividad. Evidentemente, todos tenemos que hacer el menor esfuerzo para conseguir el mayor resultado, pero ese mayor esfuerzo muchas veces se basa en la generosidad de la colaboración. Es decir, cuanto más alianzas soy capaz de tejer, estoy plantando oportunidades futuras que, en algún momento, se pueden materializar. Es como comprar la lotería: cuanta más compras, más probabilidades hay de que te toque".
Y esto es especialmente importante en un mundo en el que la gestión de riesgos es clave y, por supuesto, también la gestión de oportunidades. "No es algo tan lineal ni tan financiero como antes. Por ejemplo, yo invierto en una campaña de marketing porque espero que repercuta directamente en un incremento porcentual de mis ventas. Eso es más o menos sencillo y fácil de entender, pero ahora la mentalidad es diferente: trato de generar mucho impacto positivo en la sociedad con la esperanza de que el resto de organizaciones también generen mucho impacto y el impacto que genere yo y otras organizaciones también me repercuta positivamente. Tomo decisiones no solo pensando en mí, sino también en los demás. De esta forma, si el resto de personas toma las decisiones pensando en ellos y en los demás, al final, es el beneficio colectivo el que genera el colectivo individual".
Medir el impacto
La crisis del coronavirus es una buena ocasión así para reforzar la RSC o para que las empresas que no estaban trabajando en esta dirección puedan dar sus primeros pasos. "Las que no hacían RSC, se han tenido que adaptar a marchas forzadas". Sin embargo, no solo es suficiente con llevar acciones en esta línea, sino también se debe medir el impacto de las actuaciones llevadas cabo.
"Lo primero que tienen que hacer es extraer conclusiones, si sería positivo mantener un aparte de la jornada, la flexibilidad, otra línea de productos.. y que empiecen a diseñar sus memorias de RSC. Es decir, no reportar solo en términos financieros, sino también en términos sociales y de medioambiente" con el fin de disponer de indicadores que demuestren si las políticas son o no adecuadas a los objetivos que se ha planteado la empresa.
"Si descubren que este hecho dramático de la Covid-19 lo que hace es cambiar las malas prácticas por las buenas prácticas, que duda cabe que ese impacto va a ser beneficioso. La situación actual es un drama porque han muerto muchas personas y lo que tenemos que ser capaces es de extraer las consecuencias más importantes" porque es fundamental ser capaces de intentar "controlar el entorno VUCA sobre todo desde el punto de vista de los aspectos no financieros porque los financieros exclusivamente no dan respuesta a este tipo de problemas".
"Esta crisis ha demostrado que las empresas son el motor fundamental de la creación de empleo en España y que las empresas son ciudadanos corporativos. Muchas se han volcado en apoyar a las personas, sanitarios..." añade Juan Royo Abenia, quien incide en que "las empresas que han estado demonizadas han puesto en valor su aporte fundamental no solo en la creación de empleo, sino en solidaridad y de comprensión del drama que estamos viviendo".