
El 83% de la producción española de alfalfa deshidratada se destina a los mercados exteriores, siendo Emiratos Árabes y China los principales importadores. España se ha convertido en el primer exportador en Europa y el segundo a nivel mundial tras Estados Unidos. Unas oportunidades internacionales que serán abordadas, junto con su alta calidad, ventajas ambientales y rendimientos para los productores, en la I Jornada Española del Cultivo de la Alfalfa, que se celebrará en Zaragoza y reunirá a más de 1.000 profesionales del sector.
La alfalfa deshidratada es la base de la alimentación del ganado en más de 45 países. Una demanda que ha contribuido a impulsar las exportaciones españolas, que siguen creciendo. Los últimos datos reflejan que el 83% de la alfalfa deshidratada se ha destinado a los mercados exteriores en la campaña 2018-2019 frente al 77% de la anterior (2017-2018).
Unos datos que consolidan a España como el primer exportador en Europa de alfalfa deshidratada, además de situarse como el segundo a nivel mundial tras Estados Unidos. Emiratos Árabes Unidos con 460.986 toneladas y China con 236.025 toneladas son los principales destinos de la exportación de la alfalfa deshidratada española, que también se comercializa en otros mercados como Francia (se exportan 70.237 toneladas), Jordania (51.145 toneladas), Italia (46.288 toneladas), Irlanda (37.526 toneladas) o Portugal (26.213 toneladas). La alfalfa deshidratada española a su vez se abre paso en otros países como Grecia, Marruecos, Túnez, Japón, Corea del Sur o Qatar, entre otros de los más de 20 destinos que concentran las ventas en el exterior.
Son mercados exteriores -se destinarán en esta campaña más de 1,1 millones de toneladas, mientras que el consumo nacional concentra cerca de 280.000 toneladas-, en los que la alfalfa deshidratada española se ha introducido gracias a su calidad. En la actualidad, España es "el único país del mundo que ofrece una alfalfa deshidratada de altísima calidad, que asegura un nivel elevado de seguridad alimentaria, además de unas óptimas condiciones de conservación", han explicado desde la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA), desde la que inciden también en que la ausencia de fermentaciones favorece su transporte y almacenamiento.
Esta calidad de la alfalfa y la presencia de plantas deshidratadoras en el país han sido factores decisivos para el proceso de internacionalización de este producto, que tiene importantes oportunidades en los mercados exteriores. Precisamente, la actividad internacional se abordará en la I Jornada Española del Cultivo de la Alfalfa (JECA), que se celebrará en el Palacio de Congresos de Zaragoza el próximo día 11 de febrero y en la que participarán más de 1.000 personas entre agricultores, cooperativistas, productores, industriales y expertos en el sector. Un foro profesional organizado por AEFA con el fin de difundir la importancia e influencia internacional que tiene la producción de alfalfa deshidratada en España.
La internacionalización no es el único tema que se abordará en estas jornadas, que también profundizarán en las ventajas del cultivo de la alfalfa y su calidad. El objetivo es aunar el conocimiento sobre la alfalfa y poner en común experiencias innovadoras e intercambiar el know how y trabajos de campo para dinamizar más el sector y difundirlo entre los agricultores para que dispongan de más información sobre lo que es la alfalfa, cómo producirla, ser más eficientes en las producciones y explicar los rendimientos atractivos que tiene, sobre todo, si se destina a la industria deshidratada. Un foro en el que igualmente se pondrá de manifiesto el esfuerzo de la industria del sector para que este cultivo siga teniendo futuro y se continúe apostando por él.
La jornada abordará así temas como los mercados de materias primas agrícolas, las oportunidades para la internacionalización del sector de la alfalfa deshidratada, la logística de la alfalfa o el futuro de la PAC para lo que se contará con economistas como Paco Yglesias; la directora de Alimentos, Vinos y Gastronomía del ICEX, María Naranjo, y representantes de Puerto de Barcelona y del Ministerio de Agricultura.
También se tratará la agricultura 4.0 para el cultivo y preparación de subproductos, así como las tendencias tecnológicas en la maquinaria de la mano del Instituto Tecnológico de Aragón (ITAINNOVA); la siembra en línea para la producción de semillas, la calidad de la alfalfa y los beneficios medioambientales de este producto en la rotación de los cultivos con expertos del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) y de la Universidad de Lleida.
Economía y sostenibilidad
La jornada pretende poner así en valor toda la cadena en torno a este cultivo, que tiene una importante presencia y peso en el territorio nacional y, en concreto, en las comunidades de Aragón -es la principal productora en España con un total de 57.588 hectáreas-, Cataluña (23.205 hectáreas) y Castilla y León (23.035 hectáreas). Tres autonomías que concentran el 60% de la producción, que también se localiza -ya en menor medida-, en Castilla-La Mancha, Navarra, Andalucía, Baleares y Extremadura.
España suma una superficie de 108.780 hectáreas que en la última campaña han registrado una producción de más de 1,3 millones de toneladas. La importancia de este cultivo también se traslada a la industria deshidratadora a través de las 74 plantas desecadoras, que están distribuidas por todo el territorio español.
La alfalfa es un cultivo importante no solo desde el punto de vista económico, sino también desde la sostenibilidad, ya que tiene una serie de ventajas medioambientales. Por ejemplo, es capaz de sintetizar el nitrógeno atmosférico. Además, contribuye a la mejora de la biodiversidad, puesto que más de 117 especies de aves utilizan las zonas productoras para su alimentación, refugio o reproducción. También las abejas se cobijan en estos cultivos en la época estival, ayudando así a su conservación. La importancia medioambiental de la alfalfa aún va más allá. Al no necesitar abonos nitrogenados, ayuda a evitar la contaminación de las aguas por nitratos, contribuyendo al adecuado mantenimiento y mejora de los acuíferos. Igualmente, reduce la erosión del suelo, entre otros muchos beneficios.