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Capital riesgo, socio industrial o MAB: ¿qué es mejor para la pyme?

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Permiten a la compañía disponer de financiación para desarrollar sus proyectos

La mayoría de las pymes en España tienen un menor tamaño que sus homólogas europeas y no están lo suficientemente internacionalizadas. Y para ganar dimensión y tener mayor presencia en el exterior, crecer, establecer sinergias industriales o de I+D o, por ejemplo, hacer una venta ordenada hacen falta fondos que, quizá, la banca tradicional no siempre está dispuesta a dar, a pesar de la recuperación del crédito. También, en ocasiones, se piden condiciones más exigentes, avales o garantías que la pyme no tiene capacidad para aportar. Son situaciones en las que se puede recurrir a las vías de financiación no bancaria que "sí comprenden estas necesidades de las pymes y hacen propuestas de financiación adaptadas a cada empresa. ¿Qué son más caras? Sí, pero posibilitan acometer proyectos que, con la financiación bancaria tradicional, una pyme no se podría permitir", explica Fernando Fernández de Santaella, socio director de Norgestión Madrid.

Sin embargo, son una alternativa que no siempre las pymes aprovechan porque "la cultura financiera no es muy profunda en la empresa. Lo normal es que una compañía tenga su gestor bancario. Cuando necesitan financiación, es en quién se piensa, pero hay proyectos y momentos en los que las empresas tienen que buscar otras alternativas", añade Marta Vera, Senior Advisor en Norgestión, quien ha participado en la jornada 'Qué clase de socios inversores conviene incorporar a nuestra sociedad' en Cámara de Zaragoza.

Y las principales opciones pasan por la salida al Mercado Alternativo Bursátil (MAB), incorporar un socio industrial o bien recurrir al capital riesgo. Todas ellas son alternativas de financiación en las que es habitual que se cometan algunos errores. "Las pymes no pasan de la barrera del coste financiero y no ven más allá; no ven que van a disponer de los medios para acometer el proyecto", asegura Fernando Fernández. Y esto hace que, por ejemplo, no se valore el hecho de que tener un socio inversor puede reducir riesgos y acortar plazos porque tiene experiencia en el tipo de proyecto a acometer, ya ha abierto ese mercado o varios al mismo tiempo...

También es necesario tener claro el concepto de lo que cada socio puede aportar a la empresa porque "no es lo mismo meter a alguien en el capital que como acreedor", afirma Fernando Fernández. Y es una decisión que se debe pensar bien. Las pymes deben saber a qué están dispuestas a renunciar en favor de esta alternativa de financiación (preservar la independencia, soportar o no el gasto financiero adicional...) porque su vida no va a ser la misma.

Y, ¿cuáles son las ventajas y desventajas? El capital riesgo aporta a la pyme una experiencia en profesionalización y en disciplina de gestión por sus años de experiencia en tratar con estas empresas, en el desarrollo de productos y mercados... Es una inversión que se realiza con carácter temporal (entre tres y seis años) y en la que se exigen pactos de accionistas para que se cuente con su aprobación en las decisiones clave.

También requiere de ritmos de crecimiento intensos para que el retorno de la inversión sea óptimo y, sobre todo, "se obliga a que cuando quieran vender, tú vas a tener que vender con ellos. Es bastante normal que muchos capitales riesgo no quieran de partida que les sustituyas por otros y tú te quedes como empresario. Otra cosa es que haya luego una oferta. Se tiene que estar alineado en la salida", que siempre debe ser muy clara y maximizando valor, incide Fernando Fernández. El lado menos positivo es la pérdida de independencia porque -sobre todo cuando el capital riesgo se incorpora como mayoría-, se pasa de dueño a ser un ejecutivo muy cualificado, siendo también preciso acostumbrarse a otros modos de gestionar.

El socio industrial es otra de las alternativas, aunque suelen ser operaciones más complicadas porque, a veces, se realizan con la competencia, un proveedor... "Es complejo durante el proceso compartir información desde el principio porque siempre hay temores de que, si no se llega a nada, se han contado demasiadas cosas", apunta Marta Vera. Son operaciones en las que la valoración que se suele dar de la empresa es mayor y mejor porque el socio industrial es capaz de ver una sinergia con la compañía que va a aportar una mejora en resultados. También hay que tener en cuenta que, en general, el socio industrial suele entrar como mayoría -no es frecuente que acepte estar en minoría-, exigiendo el control de la compañía desde el inicio.

Y, finalmente, está el MAB en el que los capitales a levantar de financiación no es habitual que superen los 15 millones de euros. Es una opción que se considera como la antesala del mercado continuo. De hecho, es como "un banco de pruebas". Mientras se está en el MAB, las empresas se acostumbran a la cotización y también a tener muy bien explicados sus planes de crecimiento porque es un mercado supervisado. Un aspecto a sopesar es que se consigue liquidez, pero no es inmediata.

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