Las altas temperaturas del largo verano que se han prolongado hasta casi final de octubre y la falta de lluvias del otoño están provocando una complicada situación en el campo andaluz, a las cuantiosas mermas en cultivos tan importantes como el olivar se suman las pérdidas que está registrando ahora también la ganadería.
Los ganaderos se están viendo obligados a comprar agua y pasto para alimentar a los animales que no encuentran en el campo lo que necesitan para vivir.
El verano pasado, con una temperatura media de 24,7 grados, ya ha sido catalogado como el segundo más cálido desde 1965 y además supone el tercer año seco que sufre la región.
Desde la organización agraria COAG Andalucía aseguran que la sequía que está sufriendo la región es la peor de los últimos 23 años. El volumen global de agua almacenada ha disminuido en un 11,5% respecto al año pasado, un descenso que es aún mayor si se compara con los valores medios de los diez últimos años.
Esta falta de agua ha provocado una situación muy complicada en el campo, especialmente en los cultivos de secano y en la producción de pasto, lo que está incidiendo directamente de manera negativa en la ganadería.
El pasto escasea y los ganaderos se han visto obligados a alimentar a los animales a base de concentrados, en algunos casos desde el inicio del verano, cuando lo habitual es comenzar con la suplementación a final de la temporada estival.
A esto se suma que muchas fincas están sufriendo problemas de abastecimiento de agua por lo que los propietarios han tenido comprar cubas para abrevar al ganado.
Las primeras lluvias registradas a mediados de octubre no han conseguido paliar la situación, ya que, según estiman desde la organización agraria, aunque siguiera lloviendo los ganaderos tendrían que esperar algunos meses para poder aprovechar algo de pasto, porque que en el campo no queda nada.
Los sobrecostes derivados de la compra de piensos y forrajes para suplir la falta de alimento, se acumularán varios meses más, lo que contribuirá a agravar la mermada rentabilidad de las explotaciones.
Según comenta a elEconomista Andalucía el responsable de Ganadería de COAG Andalucía, Antonio Rodríguez, las primeras estimaciones apuntan a que el sector podría experimentar pérdidas económicas cercanas al 20%.
Además de los problemas de abastecimiento, las altas temperaturas registradas durante el verano y el principio del otoño también están complicando el manejo de las explotaciones, y es que el calor provoca dificultades en las cubriciones, retraso en el desarrollo de las crías y reducción de los partos.
Riesgo para las futuras campañas
El calor intenso también hace que los animales sean menos resistentes a la hora de superar las enfermedades, lo que puede poner en peligro a campañas futuras y agravar la repercusión económica que está generando la sequía.
El experto asegura que a pesar de que esta situación ha mermado de manera importante la economía de los ganaderos, no ha afectado tan notablemente al empleo. "A los animales hay que seguir cuidándolos y cuando los ganaderos ya no pueden más, se mandan al matadero y se acaba la explotación", apunta.
Esta situación afecta a toda la cabaña andaluza, pero los ganados de extensivo y semiextensivo como el vacuno, el ovino y el caprino son los que están sufriendo las peores consecuencias.
"En el campo abrevaderos, pantanos y ríos se han secado, es un problema grave de alimentación y de sed", lamenta el representante de COAG.
Desde la organización agraria demandan a la Junta de Andalucía medidas que ayuden a paliar esta situación como como créditos blandos a interés cero, o iniciativas en relación con la exención del IBI, con la reducción de módulos fiscales y la moratoria de cuotas de la seguridad social. Además, también reclaman que la administración agilice el pago de las líneas de ayuda que ya ha comprometido y cuyo cobro acumula bastante retraso.