
Tras dos años como consejera de Educación de la Junta de Andalucía, la ex rectora de la Universidad de Málaga ha sido nombrada presidenta de la Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA), donde dice cerrar su círculo de vuelta a la innovación.
La oposición en el Parlamento andaluz ha criticado su nombramiento, que califican de inoportuno o de "puerta giratoria" por su llegada a una institución privada, ¿Qué tiene que decir ante ello? Bueno, no es privada sino una institución de colaboración público-privada, que es precisamente a lo que tenemos que avanzar en un tema como el que preocupa y ocupa a CTA. Era un campo en el que yo ya he trabajado como responsable andaluza de universidades y en el que me siento cómoda. Yo soy fundamentalmente investigadora y docente, aunque he tenido en mi vida importantes responsabilidades de gestión, especialmente en la Universidad de Málaga como vicerrectora de Investigación y luego como rectora. Y siempre he pensado que la investigación tiene que ser transferible, que es lo que se hace en esta casa. Cuando me ofrecieron este cargo pensé que de alguna forma volvía a cerrar el círculo, con la investigación y la gestión, así que creo que es una buena decisión haberlo aceptado.
Hace un año su antecesor, Joaquín Moya, señalaba que uno de los aciertos de CTA era haber tenido a un empresario al frente de la institución. ¿Qué va a cambiar ahora con una política al frente? Es que yo creo que no soy política sino gestora, y eso es a lo que me voy a dedicar. CTA está pensada para dar soporte a las empresas a través de la transferencia de conocimientos y eso es académico. Creo que está bien que en CTA haya fases en las que un empresario tome las riendas y otras en las que un académico lo haga. Ambas visiones se complementan.
¿Va a seguir CTA regida por los mismos criterios empresariales a la hora de aprobar sus proyectos e incentivos como hasta ahora? Evidentemente. Creo que la forma de funcionar de CTA es modélica y ya sabemos que cuando algo funciona es mejor no cambiarlo sino aprender de ello para mejorar. Los objetivos se van a mantener y sólo vamos a intentar avanzar más, entre otras cosas porque la estrategia actual finaliza en 2020 y hay que aportar nuevos planes estratégicos de desarrollo, como en cualquier otra institución.
Tras 12 años de funcionamiento, ¿qué es CTA y en qué ha cambiado? Los fundadores, las empresas y la Junta de Andalucía, tenían muy claro lo que querían, que era crear un sistema potente de empresas que fuesen capaces de producir y adquirir innovación para ser mucho más competitiva. Desde entonces, CTA ha animado a las empresas a que entren en esa dinámica y también ha conseguido que los grupos de investigación andaluces se hayan adaptado para saber en qué pueden ser útiles sus conocimientos en la empresa.
¿Cuál es el balance de estos años? El balance en este tiempo es espectacular. CTA cuenta actualmente con 157 miembros. En estos doce años se han aprobado 625 proyectos, a los que se le han concedido 157 millones de euros en incentivos y han conseguido movilizar una inversión total de 474 millones de euros. Quiero destacar que el 22 por ciento de los proyectos son desarrollados en cooperación entre varias compañías. Esos proyectos han involucrado a 341 grupos de investigación de universidades y centro públicos andaluces diferentes, con más de 1.000 investigadores públicos trabajando en colaboración con las empresas. En total, se ha contratado por valor de 87 millones de euros a los grupos de investigación de universidades y centros públicos andaluces.
¿Cuáles son los sectores destacados de estos proyectos? El principal es el de Energía y Medio Ambiente, con 155 proyectos, lo que supone casi el 25 por ciento de todos los aprobados; seguidos de los del sector TIC, con 140 proyectos (22,40 por ciento), y Aeroespacial y Procesos Productivos, con 126 proyectos (20,16 por ciento). Pero también destacan los 74 proyectos del sector Biotecnológico (11,84 por ciento) y los 66 del sector Agroalimentario (10,56 por ciento). Junto a ellos, se han aprobado 38 proyectos innovadores en Edificación y Obra Civil (6,08 por ciento), y otros 26 proyectos en el sector de Ocio Turismo, que han supuesto el 4,16 por ciento del total.
¿Se trata de proyectos para grandes empresas integradas en CTA? En absoluto. Aquí hay de todo, y es una de las grandes fortalezas de CTA. Hay grandes empresas, incluso empresas que tienen sus propios departamentos de I+D+i para hacer su desarrollo innovador, y también un nutrido grupo de empresas que están desarrollando el músculo empresarial. Son startups o empresas emergentes que han nacido de spin off universitarios y se han desarrollado como Empresas de Base Tecnológica (EBT). Y esa colaboración entre las pequeñas empresas, que muchas veces generan conocimiento más rápido, tutorizadas por las grandes compañías es la que da unos frutos que estamos poniendo en valor.
¿Uno de los grandes retos de CTA es conseguir que los empresarios andaluces se fíen unos de otros y colaboren en esos proyectos? Es verdad que cuando uno funciona en un espacio competitivo, el secreto empresarial se debe mantener, pero aquí hablamos de compartir conocimiento por proyectos, con sus correspondientes barreras que mantienen la confidencialidad para evitar problemas entre las empresas que participan ni filtraciones. Los proyectos son evaluados fuera del sistema y luego se pone conocimiento de los comités ejecutivos una síntesis de los objetivos y los resultados. Es una evaluación externa por profesionales que evita problemas. Gracias a eso se han generado colaboraciones estables entre empresas y grupos de investigación, extendiendo la cultura de la innovación abierta y la cooperación -tanto Universidad/Empresa como entre diferentes empresas- como forma de abordar la I+D+i con mayor garantía de éxito. Se ha logrado implicar a las pymes, que se están beneficiando de cooperar con grandes empresas. Se está contribuyendo a mejorar la imagen de Andalucía como región competitiva en I+D+i.
¿Cuál ha sido el resultado de esos proyectos en la economía regional? Los resultados son muy importantes. Nuestros estudios subrayan que cada euro invertido en I+D+i por las empresas en un proyecto financiado por CTA genera 1,46 euros de PIB en Andalucía, y cada proyecto incentivado ha creado o mantenido 21,7 empleos directos e indirectos. Además, el 90 por ciento de las empresas que han participado en proyectos financiados por CTA afirma que le ha ayudado a ser más competitiva, el 80 por ciento de las empresas ha profesionalizado su gestión, el 90 por ciento ha incrementado su inversión en I+D+i tras recibir financiación de CTA, y el 60 por ciento ha mejorado el aprovechamiento de las deducciones fiscales por I+D+i.
¿Qué retos se marca al frente de CTA? Creo que los objetivos están bien establecidos y mi reto es potenciar lo ya existente, que es mucho y bueno. Por aportar algo diría que me gustaría potenciar la internacionalización, y no sólo a la UE, que ya la dominamos, sino a otros continentes. Lo digo porque creo que en Iberoamérica tenemos un potencial tremendo de desarrollo de transferencia de conocimientos. Son países emergentes que necesitan de nuestra capacidad de innovación, y además hay muchos organismos internacionales que están apostando por una mayor redistribución de la riqueza en el mundo y financiando proyectos para permitirlos crecer. Iberoamérica es un lugar muy fácil para nosotros por la lengua y la cultura, y creo que hay que apostar por ellos. Y otro gran reto es generar innovación desde la propia Administración pública mediante la Compra Pública de Innovación (CPI). Ha llegado el momento de potenciar este servicio.
¿Qué es la Compra Pública de Innovación? Pues es muy simple. Partimos del hecho de que la Administración pública tiene que dar el mejor servicio al ciudadano, desde para combatir los incendios hasta para atender a un señor que presenta una solicitud, pero no siempre puede hacerlo en las mejores condiciones porque su área de actuación es muy grande y toca todos los campos. Para eso necesita generar contratos donde las empresas privadas buscan soluciones innovadoras a los problemas de la Administración pública. Eso obliga a las empresas a generar innovación para poder acudir a un concurso público que tiene unos requisitos especiales. Se trata de algo bueno para las empresas, ya que minimiza la inversión sabiendo que tendrá un comprador. Y es algo bueno para la Administración pública. Además, acaba con las subvenciones a favor de la cooperación público-privada.
¿Van las Administraciones Públicas a potenciar ese cambio? El consejero de Economía y Conocimiento de la Junta ha anunciado la intención del Gobierno andaluz de reforzar el impulso a fórmulas de colaboración público-privada en materia tecnológica y de innovación y ha señalado que su Consejería cuenta con un presupuesto de 50 millones de euros reservados a iniciativas de este tipo, además de más de 100 millones que el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad tiene asignados para proyectos de CPI en la región, ambas partidas procedentes del programa operativo Feder. Para ello, se creará una Unidad de Compra Pública de Innovación conformada por expertos sectoriales de la Agencia Andaluza del Conocimiento, los cuales se encargarán de asesorar a las entidades y organismos interesados en acometer proyectos de compra pública innovadora.
¿Esa fórmula se aplica ya con éxito en otros países? Por supuesto. Esto que para nosotros parece una novedad es algo que está desde hace años asumido en Estados Unidos, por ejemplo. En Europa ya se han dado cuenta y actualmente hay ya seis acciones dirigidas a potenciar esta fórmula de colaboración público-privada, y una de ellas es la Compra Pública de Innovación de la que estamos hablando. Así que desde CTA podemos desarrollar nuevos proyectos innovadores que estén apoyados por la UE, el Gobierno a través del CDTI y la propia Junta de Andalucía, consiguiendo incentivos de hasta el 80%. Se trata de hacer un producto a medida para la Administración que además luego se puede vender a otras empresas. Va a ser un elemento muy importante porque no olvidemos que la contratación pública supone el 18,5% del PIB español y el 14% del europeo.
¿Existen ya ejemplos de Compra Pública de Innovación en Andalucía? Existen ya varios y va a ir a más. Su potencial para promover productos y servicios innovadores es enorme, pero todavía no se ha explotado. En Andalucía se ha producido ya Compra Pública de Innovación para sectores tan distintos como la Sanidad, la Agricultura o la Construcción. En concreto, se ha desarrollado con la Universidad de Córdoba el Proyecto Broca, un brazo robótico para cirugía poco invasiva; también una maquinaria más eficiente para recolección de aceitunas (Proyecto Mecaolivar de la Universidad de Córdoba) o un dique mejor y menos contaminante para el Puerto de Málaga llevada a cabo por el Grupo OHL en colaboración con la Universidad Politécnica de Valencia. Son algunos ejemplos de resultados de incipientes procesos de compra pública de innovación desarrollados en Andalucía. CTA quiere ser autosuficiente en 2020.
¿Cómo va ese reto? Pues va bien y trabajando en esa línea. En estos momentos tenemos un presupuesto de 8 millones de euros de los que las empresas privadas aportan dos terceras partes y la Junta el tercio restante. Pero trabajamos para que en el año 2020 tengamos una menor dependencia pública mediante nuestros propios recursos, potenciando nuestra cartera de servicios, desde el asesoramiento para reorganizar las estructuras de las empresas a buscar financiación complementaria a cualquier subvención pública, ya que nosotros somos una entidad privada, o a búsqueda de socios innovadores. Y en CTA he encontrado un gran equipo con el que poder trabajar en los próximos años para ello.