
En tres duros años ha conseguido no sólo evitar la desaparición de la patronal andaluza, que heredó en absoluta quiebra, sino cambiar su percepción ante el resto de agentes políticos y sociales. Su reto es ahora acercarla a las pequeñas y medianas empresas andaluzas siendo útil para sus intereses.
Tenemos un 28% de paro, a 10 puntos de España y 20 de Europa. ¿Qué estamos haciendo mal?
Más que hacer cosas mal estamos haciendo cosas insuficientes. La crisis ha sido durísima y sólo en Andalucía en este tiempo se perdieron 54.000 pymes y autónomos, con su reflejo claro en el desempleo. En estos dos últimos años hemos recuperado 20.000, así que la tendencia ahora es favorable, pero hay que consolidar ese crecimiento y convertir al empleo en la prioridad política y social. Debemos crear ecosistemas favorables a la inversión, a la actividad empresarial y a la iniciativa productiva que es la que de verdad genera oportunidades y empleo.
La previsión para este año es una ralentización de la economía, ¿nos debemos acostumbrar a tener esa tasa de paro?
En absoluto. Debemos rechazarlo y no podemos acostumbrarnos a tener una tasa de desempleo en Andalucía en torno al 28%, muy lejos de España y de Europa. Lo que hay que hacer son planes de acción concretos, precisos. Andalucía necesita 100.000 empresas más, que significarían unos 500.000 empleos más y disminuir drásticamente esa diferencia con respecto a nuestro entorno. Ese es un objetivo alcanzable. ¿Cómo? Facilitando políticas de autoempleo, ayudando a las pequeñas y medianas empresas, eliminando trabas burocráticas innecesarias y, sobre todo, incentivando la contratación, que es quizá el gran elemento en estos momentos para fomentar el empleo.
¿Qué puede hacer un joven empresario ante la maraña burocrática administrativa?
La verdad es que no es fácil. Aquí tenemos un serio problema de fondo, que es el de la hiperregulación. Tenemos un modelo legislativo -local, autonómico y nacional- con una permanente tendencia a regularlo todo. Eso genera un bucle permanente. Y vemos una voluntad política que nos consta de reducir trabas que choca con esa tradición de la Administración pública española de controlarlo todo, y en muchos de esos casos buscar nuevos tributos. Hay que generar una Administración mucho más eficiente, no sólo en la reducción de trabas sino en cualquier aspecto. En lo últimos ocho años, la sociedad y la empresa se ha hecho mucho más competitiva, ha tenido que adaptarse para sobrevivir, ha tenido también que superarse. Sin embargo, todavía queda pendiente llevar a cabo una profunda reforma de la Administración pública.
¿Es entendible que el principal puerto de mercancías de España y cuarto de Europa, Algeciras, siga sin conexión ferroviaria con el resto del país y del Continente?
No es comprensible. Por eso es fundamental el desarrollo del Corredor ferroviario Central y del Corredor Mediterráneo, que son compatibles y complementarios. Lo que queremos es que Algeciras tenga conexión ya con el Continente europeo. Estamos en una zona periférica con respecto a la Unión Europea y por eso son tan importantes las conexiones y nuestras infraestructuras.
¿Qué balance hace de estos tres años al frente de la Confederación de Empresarios Andaluza (CEA)?
Estoy relativamente satisfecho del trabajo, con una herencia recibida nada fácil. Han sido tres años muy duros para toda la organización, y creo que el proyecto de la nueva CEA se está convirtiendo en una realidad, así que miramos el futuro con mucha ilusión y esperanza.