
Las históricas atarazanas de la Bahía de Cádiz -con plantas en Puerto Real, San Fernando y Cádiz-, salen a flote con nuevos contratos que emplearán a miles de trabajadores en los próximos años
Hace 20 años no existía el nuevo puente de Cádiz, que une la capital con Puerto Real, ni tampoco el tren soterrado que atraviesa la ciudad hasta el corazón de la tacita de plata.
Hace 20 años no existía Podemos, que ahora gobierna el Ayuntamiento que durante 20 años ha liderado la popular Teófila Martínez. Hace 20 años no existía Susana Díaz, una joven que estudiaba derecho y militaba en Juventudes Socialista. Por no existir, hace 20 años no existía ni Navantia, una empresa que ha tomado el testigo de Astilleros Españoles, Bazán e Izar en estas dos décadas.
Sin embargo, hace 20 años fue la última vez que las históricas atarazanas de la bahía de Cádiz construyeron un barco petrolero, en medio de una enorme reconversión del sector y la pujante presión de los astilleros asiáticos, más competitivos que los europeos.
Desde entonces, muchas cosas han cambiado, pero sigue prácticamente inalterable algo que marca a diario el presente y el futuro de esta comarca: una tasa de paro inasumible en cualquier lugar occidental e impensable dentro de la Unión Europea y que ha superado el 40 por ciento.
Por eso, que los astilleros gaditanos vuelvan a construir 20 años después barcos petroleros es una magnífica noticia que, sin embargo, los trabajadores, mucho más veteranos ya, acogen entre la esperanza y el escepticismo de quien ha pasado ya por casi todo.
Entrega a partir de 2017
Eso es lo que ha ocurrido este mes, en el que Navantia ha iniciado la fabricación del primero de los cuatro petroleros Suezmax contratados por Ondimar Transportes Marítimos LDA, del Grupo Ibaizábal, que podrían ampliarse a dos unidades más. Los barcos se van a construir en gran medida en el astillero de Puerto Real y algunos bloques en Ferrol. El primero -el petrolero C/540 que se bautizará como Monte Udala- se prevé entregar a finales del próximo año 2017.
Los dos primeros barcos se incorporarán a la flota de Cepsa, bajo la modalidad de time charter. La construcción de los barcos se enmarca dentro del acuerdo que Cepsa ha firmado con Ibaizábal para renovar su flota, incorporando las optimizaciones más avanzadas, tanto en eficiencia energética como de transporte de carga y seguridad.
Este tipo de petroleros se denomina Suezmax porque sus dimensiones les permiten navegar por el Canal de Suez. Sus magnitudes más destacadas son: 274 metros de eslora, 48 metros de manga y un peso de 156.000 toneladas.
La construcción de cada barco supondrá unas 725.000 horas de trabajo, es decir que para los cuatro primeros -los únicos confirmados- el volumen de mano de obra será de unas 3 millones de horas de trabajo para los astilleros de Navantia en la Bahía de Cádiz, principalmente, y en la Ría de Ferrol, y las empresas auxiliares.
La operación, se insiste, generará empleo directo, indirecto e inducido de más de 3.100 personas. De este número, más de 1.600 empleos son inducidos.
Para lograr este contrato, Navantia ha alcanzado un acuerdo con DSEC, división de ingeniería del astillero coreano Daewoo, que aportará su experiencia en la construcción de este tipo de buques para evitar los riesgos asociados al inicio de un nuevo proyecto. Estos petroleros son la punta de lanza del renacer previsto de los astilleros de la Bahía, que cuenta con tres factorías -Puerto Real, San Fernando y Cádiz- y nuevos contratos que podrían dar carga de trabajo asegurada para los próximos años. Así, en estos momentos los astilleros gaditanos finalizan la central eléctrica del parque eólico marico Wikingen que Iberdrola está poniendo en marcha en el Mar Báltico. La compañía eléctrica le adjudicó a Navantia en 2014 por 160 millones buena parte de este proyecto, que se ha construido en los astilleros andaluces y los de Ferrol.
Este contrato le ha permitido a Navantia diversificar y entrar en el negocio offshore, en el que se abren nuevas oportunidades. De hecho, la compañía pública negocia con Iberdrola nuevos proyectos y ya ha contratado con la noruega Statoil para la construcción de nuevas piezas. Por otra parte, Navantia ha cerrado la construcción en Cádiz de un Buque de Acción Marítima para la Armada española que deberá entregarse en 2018. Este mismo mes, la empresa pública firmaba con el Gobierno australiano la construcción de dos grandes buques logísticos por más de 600 millones de euros. Estos barcos se llevarán a cabo en Ferrol.
Pendientes de Arabia Saudí
Y mientras tanto, dirección y trabajadores siguen pendientes del gran contrato que garantizaría cinco años de trabajo en la Bahía: la construcción de cinco corbetas para el ejército de Arabia Saudí por un valor de 3.000 millones de euros. Se trata de un proyecto que pondría en órbita a los astilleros de Navantia, algo absolutamente necesario para esta comarca. No en vano, de esta empresa pública dependen, directa o indirectamente, 11.320 personas, el 3 por ciento del empleo de Cádiz y el 32,1 por ciento de los puestos de trabajo en el sector industrial provincial.
Más seguridad
Los trabajadores de las tres plantas de Navantia en Cádiz pararon la producción el pasado 20 de mayo en señal de duelo y protesta tras la muerte de un compañero en el astillero de Ferrol, empleado en una empresa auxiliar. Las principales reivindicaciones de los astilleros gaditanos en estos momentos pasan por dos medidas: por un lado, el rejuvenecimiento de la plantilla -la edad media en Puerto Real es 54 años, algo que lastra ya su competitividad-, y, por otro lado, la modernización de los medios técnicos y productivos tras muchos años de abandono y reconversión.