
Mucho se sabe del desarrollo económico de los tartessos en el sur de la península ibérica basado en las relaciones comerciales con otras civilizaciones como fenicios y griegos. Pero poco ha llegado a nuestros días sobre sus costumbres y dieta alimentaria, más allá de los usos para la cocina, como utensilios, vajillas, vasos o distintos tipos de ánforas para el almacenamiento de comida.
La parte oriental de Andalucía, junto con toda la zona del Algarve portugués, fue la mayor zona de influencia tartésica, donde se han hallado restos de máxima importancia para conocer su cultura, en especial en las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva. Entre las tres suman hasta 7 grandes yacimientos: restos de asentamientos, viviendas, de edificios de culto y hasta perímetros amurallados.
Aunque en la capital onubense las huellas de su pasado están por todos lados. A los restos de la edificación romana, datada del siglo primero, ubicada bajo los pies de una tienda Sfera y a las ruinas de lo que pudo ser la primera muralla de la ciudad (del s. II a.c), conservado también bajo suelo comercial de uno de los supermercados de la firma El Jamón, se suma ahora los restos de un guiso de época tartésica encontrados en los trabajos de rehabilitación del edificio de Hacienda en el centro de Huelva.
Un guiso "como si hubiera sido cocinado ayer"
Este descubrimiento, según informa el diario Huelva24, ha sido encontrado "en una olla de los tinglados puerto tartésico, en unas estructuras de entre los siglos VI y V .ac, junto con 3.000 fragmentos cerámicos de la misma época".
Clara Toscano, una de las expertas arqueólogas de la zona ha detallado para la misma publicación que la conservación del guiso era bastante buena, casi "como si hubiera sido cocinado ayer": "Lo último que se cocinó en esa olla fue un guiso de carne de rumiante. Ahora se está estudiando cuál exactamente. Estaba acompañado con fruta y se está analizando cuál", aunque ya han descartado la uva.

La clave en esta ocasión para la buena conservación de la nueva receta onubense ha sido el nivel freático, es decir, el límite entre la zona no saturada del subsuelo (llena de aire) y la que sí está saturada (llena de agua). Así lo ha explicado también Toscano: "El freático es un gran enemigo para excavar, pero un gran aliado para conservar las grasas cuando haces análisis de lípidos. Las grasas se van descomponiendo conforme pasa el tiempo, tiene una vida útil. Cuando terminas de cocinar un alimento y lo almacenas tiene todas sus líneas de grasas, de triglicéridos, que es lo que más información tiene, hasta las grasas básicas".
Por esta razón, y tras comenzar los primeros análisis, ha sido posible deducir que el guiso en cuestión está hecho a base de un animal rumiante, seguramente de cabra, vaca u oveja, los más comunes en la región.
"Una vez que tengamos toda la información trasladaré la receta a las administraciones y lo suyo es que se cree la tapa tartésica".