La globalización es un hecho. A lo largo y ancho del mundo las economías se han integrado mediante el comercio o los flujos financieros. Así, es posible saborear un vino español en Japón, que nuestro vecino tenga el último modelo de smartphone procedente de China o recorrer las calles de Estados Unidos en un coche con sello alemán. La venta de bienes y servicios fuera de las fronteras se ha convertido en una fuente principal de ingresos para muchas empresas del mundo.
Durante el año pasado, las exportaciones de mercancías españolas alcanzaron los 384.465 millones de euros, por lo que con un aumento del 0,9%, vuelve a su tendencia de crecimiento, según los datos de comercio declarado de Aduanas recogidos en el Informe Mensual de Comercio Exterior del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, elaborado por la Secretaría de Estado de Comercio. Con esta cifra el sector exterior marcó en 2024 segundo mejor año en la serie histórica, con una caída del 0,8% respecto al máximo histórico de 2022, 387.599 millones de euros.
La cantidad registrada el año pasado se acerca al objetivo de llegar a los 400.000 millones de euros en exportaciones en 2027 establecido en la Estrategia de Internacionalización de la Economía Española 2017-2027. Los datos "muestran la robustez del sector exterior español frente a un contexto internacional complejo y la apertura de la economía española como palancas clave para seguir creciendo y generando empleo", tal y como refleja el informe.
"El proceso de internacionalización de las empresas españolas ha estado impulsado por una combinación de factores económicos, estratégicos e institucionales que han actuado de forma interconectada en la última década", explica Alfredo Arahuetes, profresor de Economía Política de la Facultad de Business & Tech de UAX. Para el experto, entre los vectores que han favorecido el posicionamiento en los mercado internacionales están la mejora de la competitividad, gracias a una mayor productividad y a un ajuste en los costes laborales; una base exportadora más amplia y diversa, con crecimiento en pymes y expansión más allá de las áreas tradicionales; el respaldo institucional, facilitando la entrada en nuevos mercados mediante información, financiación y apoyo comercial o la digitalización, aprovechando los canales digitales para exportar sin necesidad de presencia física.
Las exportaciones dirigidas a la Unión Europea representaron el 61,8% del total
La Unión Europea es el destino principal al que se dirigen las exportaciones españolas, que representaron un 61,8% del total. Se alcanzaron cifras récord del año en 15 destinos comunitarios, entre ellos: Italia, Portugal o Polonia. Por su parte, las exportaciones dirigidas a destinos extracomunitarios aglutinaron el 38,2% del total y crecieron un 2,4% respecto al año anterior. Las empresas españolas apuestan por la diversificación en nuevos mercados. De este modo, las exportaciones crecen en Oceanía (15,1%), África (6,4%) y Asia (3,5%). Además, se obtuvieron máximos históricos para el año en mercados de relevancia para España como el Reino Unido, Marruecos, Turquía o México.
El valor de las exportaciones de España a Estados Unidos ascendió a más de 18.000 millones de euros el año pasado. Las relaciones comerciales de Estados Unidos con el resto del mundo están marcadas por la incertidumbre, ante las idas y venidas de Trump sobre la imposición de aranceles. En este contexto, la Cámara de Comercio de España calculó que la imposición de aranceles del 20% por parte de EEUU podría llegar a reducir nuestras exportaciones de bienes al país norteamericano una medida del 14,3% -lo que supondría una caída de 2.598,5 millones de euros-. Dicho cálculo presenta un abanico máximo de reducción de las exportaciones del 18,4%, y mínimo del 10,1%, oscilando entre los 3.352 millones y los 1845 millones.
"No obstante, el impacto sobre el conjunto de las exportaciones españolas de bienes será muy limitado, ya que las ventas de España a Estados Unidos solo representan el 5%, de nuestras exportaciones totales", señalan desde la Cámara de Comercio de España, apuntando que en términos de PIB, "apenas supondría una reducción del 0,21%".
Las exportaciones de bienes de Italia y Alemania a Estados Unidos suponen el 10% de su PIB; en el caso de Francia, representa alrededor del 7% y en el de España, menos del 2%. A cierta distancia de otros países, como Irlanda, Chipre, Luxemburgo o Bélgica, cuya exposición es especialmente elevada.
"Por otro lado, el impacto que los aranceles norteamericanos podrían tener en los principales socios comerciales de España, como pueden ser Alemania, Francia o Italia, repercutiría negativamente en el crecimiento económico de estos países y/o en una menor demanda de inputs españoles para sus procesos de producción, lo que se traduciría en una menor demanda de productos y servicios fabricados en España", señalan desde la Cámara de Comercio.
Según los datos del mes de febrero, el valor de las exportaciones de nuestro país a EEUU fue de 1.472,2 millones, la mayor cifra del continente americano. En el caso de la Unión Europea, el dato alcanzó los 19.483,5 millones. La mayor cantidad de exportaciones españolas se dirigió a Francia, con 4.606,3 millones. Le siguieron las ventas en Alemania, Portugal, Italia y Países Bajos.
En cuanto a la variación, Asia es la región donde más han crecido las exportaciones españolas respecto a febrero de 2023, un 16,1%. También de doble dígito es el incremento experimentado en África, con un 14,1%.
El número de exportadores regulares (aquellos que han exportado más de 1.000 euros en el año de referencia y en cada uno de los tres años inmediatamente precedentes), aumentó un 4,8% en 2024 hasta los 45.931 exportadores. Estos exportaron por valor de 368.651,3 millones, el 95,9% del total y un 3% más que el año anterior. "Este indicador refleja un cambio cultural en las empresas españolas que cada vez más perciben los mercados exteriores como un objetivo natural para expandir y consolidar sus negocios", apunta el informe.
Una de las principales fortalezas de las empresas españolas en el exterior es "la calidad percibida de sus productos y servicios: el 63% de las compañías exportadoras la identifican como su ventaja competitiva clave. Este reconocimiento, en combinación con precios ajustados y una imagen de marca cada vez más consolidada, ha permitido posicionar al producto español como sinónimo de fiabilidad y buen desempeño en sectores altamente competitivos", apunta Arahuetes.
El número de exportadores regulares aumentó un 4,8% en 2024, hasta los 45.931
A ello, según el profesor, se suma la capacidad de adaptación: "Las empresas han sabido incorporar innovación y tecnología para responder a las exigencias de mercados internacionales en constante transformación, mejorando su oferta y abriendo nuevas oportunidades de negocio. Esta flexibilidad se ha traducido también en una mayor integración en cadenas de valor globales, lo que ha permitido optimizar procesos y acceder a recursos estratégicos a escala internacional".
Para finalizar, el experto resalta que "el acompañamiento institucional ha sido un respaldo decisivo, especialmente para las pymes, a través de iniciativas públicas de promoción y apoyo a la internacionalización. Gracias a este ecosistema de apoyo integral, las empresas españolas han podido competir con solidez y credibilidad en una economía mundial cada vez más interconectada".
El crecimiento de las exportaciones en los próximos años "dependerá de nuestra capacidad para mantener y reforzar los factores clave que han sostenido el proceso de internacionalización. La diversificación de mercados, el fortalecimiento de sectores estratégicos como el agroalimentario, la automoción, los servicios y las tecnologías sostenibles, junto con el impulso de la digitalización, permitirán consolidar y diversificar la presencia internacional de nuestras empresas, especialmente si se apoya la incorporación de más pymes al comercio exterior", dice Arahuetes.
No obstante, el experto avisa que el entorno será más exigente: "Factores como el encarecimiento de la energía, las tensiones geopolíticas, los cuellos de botella en las cadenas de suministro y el aumento del proteccionismo podrían condicionar el ritmo de crecimiento exportador. Además, la competencia internacional y las exigencias en materia de sostenibilidad y digitalización requerirán una inversión constante en innovación, eficiencia y adaptación regulatoria". De este modo, "el futuro dependerá, en buena medida, de mantener el equilibrio entre apertura, adaptación y solidez estructural", concluye.