
Muchos se preguntan si será esta antigua prisión un símbolo resucitado del pasado o solo una promesa con destino a naufragar en las frías aguas de la bahía de San Francisco. La cuestión es que Donald Trump ha vuelto a acaparar titulares al anunciar, a través de su red Truth Social, su intención de reabrir y expandir la histórica prisión de Alcatraz. En una publicación, el predidente de EEUU señala que el sistema de justicia estadounidense ha sido demasiado blando con los "delincuentes reincidentes y violentos", y que es hora de retomar una política de "mano dura", utilizando Alcatraz como símbolo de "Ley, Orden y Justicia".
La isla, ubicada en la bahía de San Francisco, albergó la prisión federal más temida del país entre 1934 y 1963. Y también la más cinematográfica. Sin embargo, desde su cierre ha sido transformada en uno de los principales atractivos turísticos de California y está gestionada por el Servicio de Parques Nacionales como un Monumento Histórico Nacional. Ahora, Trump propone convertirla nuevamente en una instalación penitenciaria para alojar a lo que él describe como "la escoria de la sociedad".
"Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha tolerado a criminales reincidentes que solo siembran dolor y sufrimiento. Cuando éramos una nación más seria, no dudábamos en aislarlos permanentemente", escribió. En su mensaje, también criticó duramente a jueces federales que, en su opinión, obstaculizan la deportación de delincuentes extranjeros, y anunció que el Departamento de Justicia, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional colaborarían en el proceso de reapertura.
Con fama de inflexible
Alcatraz fue durante casi tres décadas el epítome del castigo federal. Su ubicación aislada y las frías aguas que la rodean hicieron que fuera considerada prácticamente inescapable. La prisión fue construida para albergar a los criminales más peligrosos y reincidentes de la época, incluyendo a figuras legendarias como Al Capone, George Machine Gun Kelly y Robert Franklin Stroud, conocido como El hombre pájaro de Alcatraz.
La instalación contaba con celdas individuales, vigilancia estricta y reglas duras. Se trataba de una prisión de castigo más que de rehabilitación. Los reclusos eran enviados a Alcatraz cuando no podían ser controlados en otras cárceles del país. Durante sus 29 años en funcionamiento, 36 presos intentaron escapar; casi todos fueron capturados o murieron en el intento. El caso más famoso es el de los hermanos John y Clarence Anglin, junto a Frank Morris, quienes en 1962 lograron huir utilizando una balsa improvisada. Su destino final aún hoy permanece como uno de los grandes misterios sin resolver del sistema penitenciario estadounidense.
A pesar de su reputación y seguridad, Alcatraz fue cerrada oficialmente en 1963 por motivos logísticos y económicos. El mantenimiento de la prisión era extremadamente costoso, ya que todos los suministros –agua, comida, ropa y materiales– debían ser transportados por barco. Además, el deterioro de la infraestructura por la exposición constante al agua salada hizo inviable su funcionamiento a largo plazo.
Con su cierre, el edificio quedó abandonado hasta que fue transferido al Servicio de Parques Nacionales y abierto al público en los años 70. Desde entonces, Alcatraz se ha convertido en una atracción turística que recibe más de un millón de visitantes anuales. Ha sido escenario de películas icónicas como La Roca (1996) con Sean Connery y Nicolas Cage, o Escape from Alcatraz (1979) protagonizada por Clint Eastwood.
¿Realidad o provocación?
El anuncio de Trump llega en un contexto de creciente polarización política y social en Estados Unidos, y forma parte de su discurso recurrente de "mano dura" contra el crimen y la inmigración ilegal. A principios de año, ya había reactivado un centro de detención en Guantánamo para migrantes con antecedentes penales, y ahora pone la mira en Alcatraz como el próximo símbolo de su política penitenciaria.
Reabrir la prisión implicaría revocar su estatus de parque nacional, desalojar un espacio de alto valor turístico y realizar costosas obras de rehabilitación. Además, los grupos de derechos humanos y asociaciones civiles ya han criticado la propuesta por considerarla "una medida simbólica, populista y punitiva" que no resuelve los problemas estructurales del sistema carcelario estadounidense. Desde el punto de vista legal, el gobierno federal tendría que superar múltiples barreras normativas, incluyendo estudios ambientales, audiencias públicas y la aprobación del Congreso. El coste de restaurar y ampliar la prisión, en una zona de alto valor inmobiliario como la bahía de San Francisco, podría superar los mil millones de dólares.
Trump ha hecho de sus propuestas carcelarias un tema recurrente de campaña, apelando a una base electoral que valora la mano dura contra el crimen. Su hijo, Donald Trump Jr., ya había mencionado la idea de "mandar delincuentes a Alcatraz" meses atrás, como una forma de endurecer la política de seguridad nacional.
Si bien el anuncio ha generado reacciones intensas en redes sociales y medios de comunicación, muchos analistas lo consideran más una maniobra mediática que una iniciativa viable.
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