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La monja amiga del papa Francisco de 81 años que se ha saltado el protocolo para demostrar su amor y despedirse entre lágrimas

El último adiós al papa Francisco. Este miércoles 23 de abril, como era previsible, la Basílica de San Pedro ha reunido a un gran porcentaje de cardenales, obispos, personal del Vaticano y fieles que se han acercado al lugar para despedir al papa número 266 y el primero latinoamericano.

Lo que parecía ser algo normal, con obispos y cardenales parándose uno por uno para despedir al Pontífice, ha tenido un momento curioso, que ha sorprendido a todos los allí presentes y no ha dejado indiferente a nadie, sobre todo en las redes sociales.

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Y es que sor Geneviève Jeanningros, amiga cercana del papa y quien le llevó ante los últimos de Roma, los feriantes y los transexuales, se ha saltado el protocolo, colocándose en uno de los lados que delimitaba el cordón para velar el féretro, sin que nadie pudiera decirle absolutamente nada.

La realidad es que, a pesar de que ese no era el lugar más correcto para estar a esa hora, permaneció allí ataviada con una pequeña mochila durante varios minutos, rezando y llorando en completo silencio para comunicarse por última vez con su íntimo compañero.

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A su lado, claro está, los distintos cardenales, obispos y personal del Vaticano fueron pasando durante el tiempo que ella estuvo en soledad al lado del Pontífice. Aproximadamente durante siete minutos. Usuarios de 'X' también han entendido que se trataba de un momento muy tierno entre dos personas que se guardaban un respeto y una admiración mutua.

A tener en cuenta

¿Y por qué fue tan importante en su vida? Conocida como la enfant terrible, ha dedeicado gran parte de su vida, y continúa haciéndolo, a asistir a las mujeres transexuales y los feriantes de Ostia, la coste de la región de Lacio. De hecho, empezó cada miércoles a llevar a las audiencias generales a grupos de homosexuales y transexuales.

Sí, muchas de ellas que ejercen la prostitución en ese territorio degradado a las afueras de Roma. En mitad de la pandemia del coronavirus, junto al párroco de la Santísima Virgen Inmaculada de la localidad de Torvaianica, don Andrea Conocchia, llamó a la puerta del cardenal limosnero Konrad Krajewski para que ayudase a las personas que trabajaban en las ferias y a la comunidad trans.

Unas 40 o 50 personas -muchas sudamericanas-, más o menos, que ya no podían trabajar. Entre otras cosas, ha trabajado para devolverles la dignidad, debido a que "ninguna persona debe sufrir la injusticia de ser desechada, a nadie se le puede arrebatar la dignidad de ser hijo de Dios", concluyó al 'Diario del Vaticano'.

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