La Policía Municipal de Madrid clausuró el pasado 25 de marzo un restaurante situado en el madrileño distrito de Usera tras una inspección rutinaria en la que se detectó una situación de insalubridad extrema, productos sin control sanitario, alimentos prohibidos y condiciones de riesgo para la salud pública, han informado a Europa Press fuentes del Cuerpo Local.
Al entrar, los policías detectaron múltiples irregularidades: la música sonaba a volumen elevado por unos altavoces sin limitador ni vestíbulo acústico; los pasillos estaban invadidos de enseres; las salidas de emergencia estaban cerradas con cerrojos o bloqueadas por cubos de basura. Además, los extintores no cumplían la normativa básica al estar colocados por debajo de la altura mínima reglamentaria.
Pero las deficiencias más graves se encontraban en la cocina y en un almacén oculto, al que se accedía a través de una estantería corredera ubicada en el aseo adaptado para personas con movilidad reducida. Este espacio secreto escondía ocho congeladores industriales en mal estado, oxidados y sin termómetros, en los que había más de una tonelada de carne y pescado sin etiquetado, ni trazabilidad ni control de temperatura.
Entre los productos intervenidos se encontraron gallinas negras congeladas sin identificación sanitaria, tiras de carne colgadas en tendederos con ventiladores escurriendo grasa sobre cartones en el suelo y trampas para ratas con carne en descomposición como cebo. Uno de los elementos más llamativos fue la presencia de dos palomas domésticas desplumadas, presuntamente destinadas a ser cocinadas y servidas como si se tratara de pato laqueado.
También se encontraron bivalvos tipo dátil de mar chino y pepinos de mar o holoturias sin ningún tipo de control sanitario, además de ser una especie cuya comercialización y consumo está prohibido por su condición de fauna protegida.
En la cocina había sartenes oxidadas amontonadas en el suelo, un horno convencional instalado fuera del alcance de la campana extractora, acumulación de grasa en suelos, azulejos y fogones y un sistema de evacuación de gases improvisado. Los trabajadores, además, manipulaban los alimentos sin guantes, sin gorros y portando relojes y anillos, incumpliendo de forma flagrante la normativa básica de higiene alimentaria. El repelente antiplagas estaba inoperativo, y se observaron cucarachas rubias alemanas campando por la cocina.
En el cuarto de basuras, completamente saturado, se halló un recipiente de plástico de grandes dimensiones que contenía más de 100 litros de grasa acumulada, sin tapa ni sistema de eliminación. Según los agentes, el conjunto de infracciones supera con creces los estándares mínimos exigidos para cualquier establecimiento de restauración.
El titular del restaurante ha sido imputado por un presunto delito contra la salud pública, al poner en riesgo la integridad de los consumidores, y otro contra la fauna y flora, por la tenencia y supuesto uso de especies animales protegidas o no autorizadas para el consumo humano.