
Lo que parecía ser un viaje normal, donde para muchos comenzaban unas vacaciones maravillosas, terminó por convertirse en una fría pesadilla. El pasado jueves 13 de febrero, más de 200 pasajeros e integrantes de la tripulación de un vuelo quedaron atrapados en una helada isla de Canadá.
Todo comenzó con un vuelo de pasajeros de la compañía United que realizaba un trayecto entre el Aeropuerto Newark Liberty, a apenas veinte kilómetros de Nueva York, que se dirigía a Irlanda, concretamente a Dublín, en un viaje que debía durar seis horas pero que se extendió más de lo esperado.
Tres horas después del despegue, el avión se vio obligado a girar casi por completo, desviándose hacia el Aeropuerto Internacional de St. John en la provincia de Terranova y Labrador, Canadá. Los motivos de este cambio de rumbo inesperado se deben a una emergencia médica que obligaba a aterrizar para atender a un pasajero enfermo.

El Boeing 777 en el que viajaban 259 pasajeros y 12 personas de la tripulación, no pudo retomar su viaje de ida hacia Dublín debido a las inclemencias climáticas marcadas por la presencia de fuertes vientos que hacían peligrar la seguridad del avión. Esto provocó que más de 260 personas quedasen atrapadas en una gélida isla canadiense.
En esta época del año la zona supera los cinco grados bajo cero, y los pasajeros no podían acceder a su equipaje ya que se encontraba en la bodega del avión. Durante todo el fin de semana, estas personas debieron permanecer en la ciudad sin sus pertenencias, pero con alojamiento y comida proporcionados por la compañía aérea.
Tras 48 horas de incertidumbre y sufrimiento, las condiciones meteorológicas mejoraron y el avión y todos sus pasajeros pudieron retomar su tan esperado viaje a Irlanda el domingo por la mañana, casi tres días después de lo esperado y con mucho frío.
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