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El desafío de Málaga ante el Mundial 2030: La Rosaleda necesita una inversión de 230 millones

El Estadio La Rosaleda es uno de los que mayor inversión necesita de las 11 sedes españolas. elEconomista

La confirmación de España, Portugal y Marruecos como anfitriones del Mundial de Fútbol 2030 ha puesto a Málaga en el foco internacional. La ciudad, seleccionada como una de las 11 sedes españolas, enfrenta el reto de adecuar el emblemático Estadio La Rosaleda a los exigentes estándares de la FIFA. La magnitud de la inversión necesaria y los ajustados plazos han comenzado a plantear el interrogante sobre si logrará la ciudad estar a punto a tiempo.

De hecho, La Rosaleda es uno de los 11 estadios seleccionados en España que necesita una mayor transformación. El recinto, que actualmente cuenta con una capacidad de 30.000 espectadores, debe aumentar su aforo a al menos 40.000 asientos, además de cumplir con otras exigencias de infraestructura, accesibilidad y sostenibilidad dictadas por la FIFA.

Según estimaciones iniciales, la inversión para modernizar La Rosaleda ronda los 230 millones de euros, una cifra que también convierte a Málaga en una de las ciudades con mayor necesidad de recursos para el Mundial 2030.

Entre las obras previstas se encuentran la ampliación de las gradas, la construcción de zonas VIP, mejoras en la iluminación y la incorporación de tecnologías de última generación para optimizar la experiencia de los espectadores. Además, se planean mejoras en la conectividad del estadio con el resto de la ciudad, incluyendo la ampliación de los accesos y la creación de nuevas zonas de aparcamiento.

Tanto el Ayuntamiento de Málaga como la Junta de Andalucía y la Diputación de Málaga, los tres propietarios del estadio, están en conversaciones para buscar fórmulas de financiación que incluyan capital público y privado. El Ayuntamiento de la ciudad ha habilitado una reserva inicial de 4 millones de euros en su presupuesto de 2025 y la Junta de Andalucía destinará en principio unos 10 millones de euros.

En el caso de Sevilla, el Estadio de La Cartuja se presenta como un proyecto más accesible. Con un aforo de más de 57.000 espectadores, el recinto ya cumple con uno de los principales requisitos de la FIFA, por lo que las obras se centrarán en mejoras de infraestructura y tecnología.

La inversión necesaria, estimada en unos 15 millones de euros, se destinará principalmente a la modernización de los sistemas de seguridad, la incorporación de tecnología 5G, la mejora de los accesos y la creación de zonas de hospitalidad adaptadas a los estándares internacionales. Además, se espera que La Cartuja refuerce su papel como epicentro del deporte en Andalucía, al albergar otros eventos de relevancia, además del mundial.

Plazos ajustados y exigencias internacionales

La FIFA exige que todos los estadios estén completamente operativos al menos un año antes del inicio del torneo, programado para junio de 2030. Esto significa que las obras en los estadios deben concluir a finales de 2028, dejando margen para pruebas y ajustes. En el caso de Málaga, el inicio de las obras aún no ha sido definido, lo que genera inquietud sobre la posibilidad de cumplir con estos plazos. Por su parte, Sevilla, con un proyecto menos ambicioso, parece tener un camino más despejado hacia la adecuación de su estadio.

El objetivo es que la transformación completa de La Rosaleda y de su entorno de como resultado un estadio polivalente que el futuro siga teniendo capacidad para acoger eventos deportivos internacionales. No obstante, el impacto de las obras, incluyendo posibles desplazamientos del Málaga CF a estadios alternativos, plantea importantes desafíos en los próximos cuatro años.

El Málaga CF cuenta actualmente con 26.000 abonados y además tiene lista de espera, por lo que buscar un estadio alternativo para el período en el que La Rosaleda esté en obras es también u reto complejo.

En Sevilla, La Cartuja ya es un referente deportivo, por lo que su modernización consolidará su posición como uno de los principales recintos de eventos en España. Además, la colaboración entre instituciones públicas y privadas será clave para maximizar los beneficios del Mundial para ambas ciudades.

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