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La historia tras los Sonny Angels, los muñecos japoneses de cara angelical que enganchan a los adultos

  • Japón es experto en la cultura de los coleccionables más allá de la infancia 
  • Toru Soeya se inspiró en un personaje de la primera ilustradora mujer de EEUU
  • El nuevo formato adhesivo ha dado una segunda vida al muñeco creado en 2004
Colección de gatos de Sonny Angels publicitada en la web oficial.

No hacen falta más que unas horas en alguna de las grandes ciudades de Japón para darse cuenta del 'espíritu Peter Pan' que invade el país. Las calles están repletas de reclamos que mantienen a los adultos enganchados a las colecciones de figuritas de juguete y a los recreativos. Las máquinas de bolas 'sorpresa' se cuentan por decenas en las calles -prácticamente en cada esquina y en todos los accesos a los comercios-, y las musiquitas de las de gancho, esas en las que conseguir premio depende de la habilidad de uno mismo, ponen la banda sonora a los paseos. Japón es, entre otras cosas, ejemplo de que jugar no es solo cosa de niños y la última prueba de ello es la fiebre que se ha extendido por todo el mundo con los Sonny Angels. Sí, los famosos angelitos son japoneses, aunque su apariencia bebe de la lucha feminista norteamericana y tiene ascendencia celestial.

Aunque el éxito mundial lo conoció hace apenas unos meses, la creación de este diminuto muñeco tuvo lugar en 2004. Ese año el diseñador japonés Toru Soeya (de apodo Sonny), un profesional muy experimentado en el universo de los juguetes que trabajó para el gigante Bandai, creó a este personaje con la idea de hacer de él un amuleto de la felicidad ("él puede traerte felicidad" es el eslogan) y que además fuera coleccionable representando en sus gorritos diferentes motivos de animales, frutas, hortalizas...

Soeya comercializó su creación a través de Dreams Inc., la empresa que él mismo fundó tras salir de Bandai especializada en las colecciones de figuritas. Tras varios éxitos previos, como los patos de goma fluorescentes, llegaron los Sonny Angels con un target claro: las mujeres menores de 25 años a las que ofrecía una especie de "compañero" para los malos momentos. Pero, ¿cómo surgió la idea? Esa cara angelical no es casual.

La figurita de Soeya está inspirada en Kewpie, un popular personaje de cómic de comienzos del siglo XX que recuerda a un querubín y que fue creado por la ilustradora norteamericana Rose O'Neill. Ella no sólo fue la primera mujer profesional del sector en el país, sino que, como líder sufragista, llegó a utilizar a Kewpie en pancartas del movimiento feminista. Su primera aparición en una tira cómica data de 1909 y su éxito fue tal que en 1912 se hicieron muñecos de porcelana como primer -y exitoso- paso de un merchandising que llevaría al personaje hasta los botes de mayonesa y llenaría de beneficios los bolsillos de su 'madre'.

Viñeta de Rose O'Neill representando a un Kewpie pidiendo el derecho a voto para las mujeres . Imagen: Wikimedia Commons



Si se compara la creación de O'Neill con la de Soeya, el parecido es más que razonable, pero la ilustradora también tuvo una inspiración previa: ¿no os recuerda Kewpie a cierto angelito que lanza flechas de amor? Correcto, el "elfo bondadoso", como lo llegó a definir su creadora, bebe de la representación más reciente de Cupido, la heredada de la tradición pictórica renacentista de los putti, los "hombrecitos" regordetes y alados con apariencia infantil. Una especie de tatarabuelos de los Sonny Angels en un árbol genealógico imaginario.

El negocio que explica la ciencia

Hace 20 años los Sonny Angels no eran adhesivos sino una simple figurita de colección que llevar perdida dentro del bolso o que colocar en alguna superficie. La versión más actual (Hippers, los que proliferan pegados a móviles, pantallas o cualquier superficie imaginable) ha supuesto una nueva oleada de fanatismo por este muñeco, que está experimentando una segunda vida de éxito gracias al impulso de influencers como Victoria Beckham o Rosalía, que viralizaron a tal nivel el juguete que no sólo lleva meses agotado sino que en el mercado de segunda mano los 30 euros que puede costar la versión más cara de este muñeco de apenas siete centímetros se quedan ya muy atrás.

Sonny Angel versión Hippers. Foto: @sonnyangelmex (IG)



El fervor es tal que las copias también proliferan, ya da igual que no sea el original, pero todo es mérito de las redes sociales. La ciencia demuestra lo irresistible de los muñecos con cabezas grandes, ojos redondos y cuerpos pequeños. Y Japón también es experto en esto ya que en el país tiene origen la denominada estética kawaii que define las ilustraciones con personajes de esa apariencia. El medio especializado Vox recoge las conclusiones de Joshua Paul Dale, profesor de la Universidad Chuo de Tokio y autor de Irresistible: How Cuteness Wired Our Brains and Conquered the World. Según el experto, las investigaciones han demostrado que esas criaturas con rasgos similares a los de un bebé despiertan en los seres humanos un instinto protector que les hace irresistibles. Los Kewpies primero y los Sonnys después -ambos fenómenos de masas- cumplen con la descripción al dedillo.

El éxito del negocio lo explica en parte la ciencia pero es el marketing es el gran promotor del último éxito viral de TikTok, donde proliferan los vídeos de personas abriendo las famosas cajas hexagonales -unboxing- e intentando adivinar qué Sonny Angel hay en el interior. Ese factor sorpresa -como en los sobres de cromos de antaño- es un viejo conocido entre los trucos de ventas -obliga a comprar más y más hasta conseguir el deseado- pero elevado ahora a la enésima potencia por las redes sociales.

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