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El oro que Francia 'robo' a España y que reduce el tesoro de la Alhambra

Cualquier ciudad o lugar con cierta historia es protagonista de mitos y leyendas en torno a su existencia y al paso de distintas poblaciones. Como norma general, se suele especular con bellas historias de amor, hitos bélicos y, sobre todo, con los tesoros que pudieran albergar, tales como monedas de oro y plata y grandes botines conformados por vasijas antiquísimas, escudos, espadas, reliquias religiosas...etc. Es el caso de La Alhambra y Granada, donde las especulaciones de grandes riquezas escondidas se juntan con la gran 'lengua' de oro que recorre la vega granadina y que fue explotada durante 3.000 años.

Una de las leyendas más conocidas en la Península Ibérica es aquella que descubre las palabras que la madre de Boabdil el Chico, último sultán del Reino de Granada, pronunció a su triste hijo tras entregar este las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos: "Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre". No es este uno de los mitos que recoge Washintong Irvign en sus 'Cuentos de la Alhambra', si bien el estadounidense, embaucado por el lugar paradisiaco que ha sido siempre La Alhambra, reflejó otras tantas historias de amor y mitos árabes.

Las primeras referencias de construcción en la colina de la Sabika datan del s.VII, y un siglo más tarde ya hay constancia de asentamientos árabes y cristianos en la zona. La construcción de La Alhambra y el Generalife (el palacio real de 'verano') no finalizó, tal y como la conocemos ahora, hasta 1581, aunque desde 1494 fueron todo edificaciones cristianas. En estos 13 siglos de existencia multitud de poblaciones se han asentado en la joya española (es el monumento más visitado del país) aunque entre los s.VIII y XIX el abondo y la desidia fueron predominante en el estado de la misma.

En este caso, según los geólogos, parte de la Alhambra y la Sabika se asentó sobre una 'lengua' de oro de casi 6 km de largo (comienza en la localidad de Cenes Vega), 2 km en su parte más ancha y 150 metros de altura, zona conocida como Cerro del Sol, y con más de 20 siglos de antigüedad: uno de los grandes yacimientos auríferos en Hispania en época romana. Sin embargo, a día de hoy, la ley del oro estima el dorado en 0,300 y 0,995 partes por millón, esto significa que por cada millón extraído no se alcanzaría ni si quiera 1 gramo de oro, por lo que ya no resulta rentables.

No obstante, la imaginación popular del entorno ha llevado hacía uno de los capítulos más conocidos de la provincia, y es aquel que habla sobre la cantidad de tesoros que se esconde bajo las tierras de la ciudad, pero sobre todo de la Alhambra, apelando a la belleza arquitectónica del legado nazarí. Así, una de esta versiones relaciona el monumento nazarí con los franceses. La invasión napoleónica llegó hasta Andalucía y hasta Granada, y a lo largo de los años han surgido multitud de 'cuentos' que los relacionan a ambos.

Pepitas de oro en el río Darro

Más en concreto, la leyenda habla de un gran tesoro compuesto por riquezas de incalculable valor, incluyendo dinero y joyas, que podría estar aún bajo tierra nazarí. De un lado es posible pensar que tal fortuna pueda existir ya que fueron mucho reyes y sultanes de gran poder los que vivieron en la ciudadela, aunque la realidad es que el Reino de Granada apenas disfruto de algunos años de próspero avance económico, ya que eran constantes las luchas con los reinos cristianos. Es de suponer por tanto que las arcas nazaríes fueran mermando año tras año para poder sufragar las batallas, si bien la leyenda habla de señores acaudalados escondiendo sus grandes fortunas para evitar caer a manos de cristianos.

Así, el mito habla que por muchos años los granaínos acudían al río Darro a encontrar pepitas de oro que pudieran desprenderse de sus escondites y poder encontrar los 'yacimientos auríferos' de los antiguos residentes. Del mismo modo, el mito también se extiende a las cuevas del Sacromonte, donde se decía que era habitual ver todo tipo de perforaciones en busca de los supuestos tesoros.

Buscadores de oro en el río Darro. Torres Molina y González Molero
Buscadores de oro en el río Darro. Torres Molina y González Molero /IDEAL

Saqueos napoleónicos

Con todo, la leyenda de los tesoros se desmorona también en tanto a que durante 4 siglos la Alhambra permaneció en completo abandono, sirviendo de refugio de ladrones, bandidos y prófugos de la justicia, por lo que eran normales los saqueos y los pillajes en la ciudad.

Pero la fábula más creíble de todas es aquella que presupone un robo del oro de La Alhambra por parte de los franceses en época napoleónica. Los franceses llegaron al conjunto monumental en enero de 1810, perdurando la invasión 2 años y medio hasta septiembre e 1812.

En este tiempo, las tropas galas utilizaron la fortaleza nazarí como cuartel y convirtieron el Patio de los Leones en un jardín, la Alcazaba en una prisión, el convento de San Francisco en sede de los soldados polacos, y la Iglesia de Santa María y el Palacio de Carlos V en almacenes de artillería. El paso de los franceses supuso un deterioro notable de La Alhambra, sobre todo porque no dudaron en utilizar el mobiliario existente, además de imágenes, puertas y vigas como combustible. No es de extrañar por tanto que también arrasaran con los tesoros de oro que se encontraran a su paso.

Lo que sí ocurrió de verdad, y tras la huida de la ciudad cuando quisieron detonar con varias cargas La Alhambra (finalmente no ocurrió), fue un expolio del patrimonio artístico que hoy en día reposa en numerosos museos franceses. Entre otras cosas, se estima que se llevaron de vuelta a Francia unas 500 pinturas de la Escuela Granadina que decoraban las iglesias y conventos de la región.

Aunque no solo Francia es responsable del pillaje perpetrado durante años la ciudad de Granada y de La Alhambra. Sin saber cómo, la espada que el papá Alejandro VI le regala al Gran Capitán Gonzalo de Córdoba, y que se guardaba en el Monasterio de San Jerónimo, se encuentra hoy supuestamente en el Palacio Ducal de Génova, en Italia.

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