
Fundación Artizarra es una organización impulsada por conocidos empresarios vascos -como José Galíndez y Javier Ormazabal-, que tiene como objetivo el crecimiento de las compañías y su arraigo al territorio y que surgió ante la ola de deslocalizaciones empresariales vivida en Euskadi. La entidad cuenta con una gestora con 200 millones en activos, pero su papel va más allá ya que ha sido el germen y revulsivo para crear una industria de inversión, labor que liderará el clúster financiero BasqueFIK.
La creación de este ecosistema es también un reto del nuevo Gobierno Vasco que lidera el lehendakari Imanol Pradales, quien apuesta por conformar un fondo soberano, con recursos públicos y privados, que acompañe a las compañías en su crecimiento manteniendo sus centros de decisión en la región.
Amaia Jugo, directora general de Fundación Artizarra, comparte con elEconomista.es el trabajo que realizan y asegura que el tejido empresarial vasco necesita ya ganar dimensión para competir y este tipo de iniciativas ayudará a ello.
Hace un año que se presentó la fundación, ¿qué balance realiza?
Artizarra nació hace tres años con el objetivo de crear una industria de inversión y el primer paso fue lanzar una gestora de capital riesgo. Otro propósito es el arraigo y el crecimiento de las empresas y para ello necesitamos la implicación de los agentes sociales y económicos que tenemos en País Vasco y Navarra. De ahí la presentación en sociedad hace ahora un año.
¿Por qué es necesaria esta iniciativa para la economía vasca?
He estado 15 años en Elkargi, en la parte de financiación a proyectos enfocados a pymes, microempresas y autónomos, y este ámbito, el de la inversión, es la otra pata necesaria para que el tejido industrial y empresarial sea el óptimo, invierta en innovación y produzca bienestar y crecimiento económico.
¿Qué mueve a estos empresarios de éxito a impulsar este proyecto?
El valor que tiene la fundación y sus patronos es que son gente de acción, tienen experiencia y unos objetivos compartidos. José Galíndez, Javier Ormazabal, José Poza, Jon Ander de las Fuentes... son profesionales, directivos y empresarios que han creado su propia compañía y en su trayectoria han vivido de cerca casos de deslocalización de proyectos vascos. Esta fue la motivación del nacimiento de Artizarra, efectivamente, crear una herramienta que pueda hacer frente a estas situaciones.
El fondo Finkatuz comparte este objetivo del arraigo. ¿Es insuficiente ante este reto?
Creo que este fondo de 300 millones es necesario, pero junto a otras herramientas privadas. Se trata de fomentar la coinversión entre estas herramientas y otras. En los últimos tres años se han creado muchas iniciativas similares a Artizarra, que tiene 200 millones de activos bajo gestión, con tres estrategias de inversión, y así se va creando una industria de inversión. Si hacemos coinversión participaremos en proyectos más grandes. La figura que va a posibilitar ese pegamento y esa unión va a ser el nuevo clúster financiero e inversor vasco. Las iniciativas por sí mismas sirven para determinadas operaciones, pero para otras quizás se necesita mayor apoyo y colaboración.
Artizarra ha sido promotora en la creación del clúster financiero. ¿Ocupará un lugar como 'fundador'?
Para nosotros era uno de los hitos necesarios para crear esta industria de inversión. El 12 de julio va a ser la asamblea constitutiva del clúster BasqueFik y la junta va a estar compuesta por 18 miembros con mucha representatividad. Se han incorporado distintas empresas, family office , EPSVs, entidades financieras, centros tecnológicos... Más de 50 miembros y está muy representado el ecosistema financiero.

Las fundaciones bancarias disponen de 1.000 millones para invertir, el patrimonio de las EPSVs supera los 28.000 millones, family-office, etc. Capital hay en Euskadi. ¿Por qué no se invierte en el territorio?
Cierto, el dinero no es el problema, pero hay muchas cosas que cambiar para que se invierta en la región, entre ellas, la regulación de las entidades de previsión social que solo les permite invertir el 6% de su patrimonio en Euskadi. Lo mismo con las fundaciones bancarias, fondos, family-offices, capital riesgo y lo público. Haremos un fondo conjunto para llegar a esos grandes proyectos que no llegamos de forma unitaria.
¿De aquí surge la idea de alinear los recursos en un fondo soberano vasco, como propone el nuevo Gobierno autonómico?
Llevamos tiempo sensibilizándonos todos los que trabajamos en la inversión, la parte institucional y la pública. Somos conscientes de que es necesario constituir un fondo soberano, porque hay un tamaño de empresa que lo requiere para crecer. Un fondo soberano con recursos públicos y privados podrá evitar situaciones de deslocalización.
¿Hay muchas empresas con potencial de crecimiento?
En Elkargi descubrí que hay campeones ocultos en todos los territorios, pero tienen el problema de la dimensión. Es necesario que el tejido empresarial vasco gane dimensión orgánica o inorgánicamente. Muchos no conocen este tipo de inversores de acompañamiento y aliados a largo plazo; hay que dar a conocer a la pyme que estas herramientas son útiles para ganar tamaño. Es el momento óptimo para hacerlo, porque ganar tamaño es fundamental para ser competitivo y seguir creciendo.
¿Qué otros desafíos y retos tiene el tejido económico vasco?
La internacionalización, el reto de atraer y retener talento, la confluencia entre educación y empresa, y el desafío de la productividad. Habría que abrir un debate al respecto al igual que con el tema de la conflictividad laboral y el absentismo.