
En la parte de atrás de la casa de un profesor de escuela de Portland de nombre Bob se cayó el panel enchufable o plug door del Boeing 737-9 Max de Alaska Airlines que debía viajar de Portland a California con 177 pasajeros que pasaron el peor rato de sus vidas, pero que, por suerte, sólo se quedó en un susto ya que sobrevivieron todos. Una pieza que resulta clave en la investigación del incidente aéreo.
Este suceso se produjo el viernes, 5 de enero, cuando el aparato despegó para emprender rumbo a Ontario y, durante la maniobra de toma de altura, los pasajeros argumentaron que se escuchó "una explosión" y quedó un hueco "tan grande como una nevera", recoge en declaraciones la CNN.
¿Qué fue lo que pasó? Los expertos consultados por elEconomista.es cuentan que la plug door o panel enchufable es, por así decirlo, "una puerta de emergencia tapiada". Es decir, la configuración de este avión prescinde de esa salida de emergencia en el centro de la cabina porque las compañías realizan operaciones de baja densidad de pasajeros y no resulta necesaria. A cambio, en vez de poner una puerta se pone este panel.
El caso es que el mecanismo de ese tipo de puertas provoca que a medida que se presuriza la cabina cuando el avión asciende, la diferencia de presión con el exterior empuja la puerta y se cierre por sí misma, evitando que se abra por accidente en medio del vuelo.
Jennifer Homendy, de la Junta de Seguridad de Transporte (NTBS), aseguró en rueda de prensa que los pilotos informaron sobre luces de advertencia de presurización en tres vuelos anteriores realizados por este mismo aparato. Los técnicos no vieron "ningún hallazgo importante" pero, por precaución, se le impidió realizar vuelos largos sobre el agua, para que el avión pudiese regresar rápidamente a tierra en caso de que se volviesen a repetir dichas advertencias.
Las investigaciones están en curso y todavía no se puede asegurar que esto tenga relación con el accidente del viernes.
Pero tras este, se podría decir afortunado incidente, ya que los pasajeros salieron ilesos, la NTBS, obligó a inmovilizar 177 Boeing 737-9 Max para su inspección en tierra de este elemento del fuselaje a través de unas directrices del fabricante. Una vez esté todo correcto, podrán volver a volar.
Un avión sin suerte
Pero este modelo de avión está trayendo de cabeza al desarrollador y fabricante aeronáutico estadounidense. Ya se le conoce como "el más investigado del mundo" que las principales "catástrofes" aéreas de finales de la pasada década y comienzos de esta tienen al modelo Max detrás. Hay que recordar las los fatídicos accidentes aéreos de Etiopía e Indonesia, donde dos modelos de la variante 8 Max se estrellaron provocando 346 víctimas mortales. Ambos sucesos provocaron la inmovilización global tanto de ese modelo como el del 9 Max, el mismo que el de Alaska Airlines. Al parecer un error de fabricación, ya subsanado, es que provocó estas dos catástrofes.
El 9 Max salió al mercado en 2017 y pertenece a la familia de Boeing 737 Next Generation. El objetivo de este lanzamiento era competir con la familia de los Airbus A320 Neo y A31 Neo, del fabricante europeo y su principal competidor.
Tanto el modelo estadounidense como el europeo se presentaron como "los aviones del futuro", más eficientes, menos contaminantes y con capacidad para cubrir distancias, incluso, de medio y largo radio. Pero ahora "el avión del futuro" es el lastre del presente. La compañía caía ayer un 7% en bolsa a media sesión, mientras que su principal competidor, Airbus, crecía a un 2,5% a media sesión en el parqué europeo.
La balanza del oligopolio mundial de los fabricantes de aviones comerciales se está decantando hacia el Viejo Continente.