
Capital riesgo, fondos de inversión o business angels son figuras habituales en las entradas de capital y rondas de financiación de startups. Y, ¿qué sucede con la empresa familiar? Desde hace aproximadamente dos o tres años, se observa más dinamismo, interés y cierre de este tipo de operaciones ya que, anteriormente, se veía como impensable que una compañía estable acometiera esta inversión. Las empresas familiares han empezado a ver las ventajas de mantener relación con las startups, como la posibilidad de estar en contacto con las innovaciones y soluciones que pueden impulsar el cambio en un sector. Es un vínculo que no solo debe pensarse en términos de éxito. También hay que contemplar la posibilidad de que salga mal porque la minoría de las startups son proyectos exitosos.
Para acometer bien este tipo de operaciones, tres son los grandes aspectos a tener en cuenta. El primero de ellos es el factor orgánico. La empresa familiar debe analizar muy bien el sector y en qué tipo de startup va a invertir. No solo hay que fijarse en si es o no puntera, sino en "cómo está organizada internamente, si está o no muy atomizada, su evolución, en qué momento de su vida empresarial se sitúa y, sobre todo, si hay presencia de fondos de inversión", indica Alfonso Codes, socio del departamento de Derecho Público y Sectores Regulados de CMS Albiñana & Suárez de Lezo, a elEconomista
"Muchas veces -añade-, este tipo de fondos solo aporta capital e invierten exclusivamente para atomizar su cartera y no participan en el día a día de la startup, pero en otras ocasiones son activos en la gestión a través de un presidente o determinados consejeros que, además, luego son los que empujan para que se vayan produciendo diferentes rondas y la valoración de la startup vaya creciendo".
Este precisamente es uno de los puntos en los que hay que tener especial cuidado porque estos fondos suelen ser agresivos. "Si se van produciendo nuevas rondas, se corre el riesgo de que el capital inicial de la empresa familiar se vaya diluyendo y, al final, tenga menos protagonismo. Conviene valorar no solo la posición financiera, sino lo que se quiere hacer dentro de la startup", explica Alfonso Codes. Y es que la situación cambia mucho si se quiere tener protagonismo diario y la inversión vaya evolucionando, si hay que controlar partners y, sobre todo si hay fondos agresivos, porque "te pueden ir comiendo el terreno". Además, es importante valorar la posición financiera, atender si el sector en el que opera la joven empresa está o no regulado y prestar atención a si es posible o no que pueda establecer otras alianzas con posterioridad.
El factor personal o humano es otra de las claves. Y esto es especialmente relevante porque uno de los elementos que garantiza o asegura un porcentaje de éxito bastante importante en el ámbito de las startups es que sus fundadores o personas físicas que inviertan en ellas sean conocidos dentro del mundo de las empresas de reciente creación y ya hayan tenido experiencias positivas. "Vemos que, en el ámbito de las startups exitosas, todas giran alrededor de un mismo grupo de personas", incide Alfonso Codes, quien ha participado recientemente en la jornada "Inversiones en el ecosistema emprendedor: startups y empresas familiares", organizada con la Asociación de la Empresa Familiar de Madrid (ADEFAM).
Conviene tener presente que "si es una primera experiencia emprendedora, es un tiro al aire, hay más riesgo y es más dudoso que un proyecto empresarial con personas con experiencias muy claras porque saben cómo hacerlo, ya lo han hecho y alrededor de ellos hay un grupo de gestores y potenciales inversores", que dan más seguridad a la inversión, aclara Codes. El elemento así de quienes son los gestores y los principales fundadores, cualitativamente, es más importante en las startups que en otras compañías.
Y, el tercer factor, aunque con el mismo nivel de importancia que los dos anteriores, es el legal en el que hay que contar con un buen asesoramiento. En toda inversión en startups conviene articular de forma correcta y adecuada la entrada (cómo se va a participar y el investment agreement, entre otros aspectos), la permanencia y la salida, estableciendo, por ejemplo, mecanismos de antidilución y de protección de los consejeros y de la inversión.
Y, sobre todo, hay que tener un plan de fuga. "Uno entra con ilusión, lo que quiere decir que entra con expectativas de éxito. Esto se gestiona con facilidad porque siempre se dice que el éxito no tiene muchos padres, mientras que el fracaso es huérfano. Pero es frecuente en una startup, por su propia naturaleza, que no se consigan los objetivos que se han marcado o que, consiguiendo algunos determinados, no estén alineados con lo que se pretendía con la inversión. Lo que hay que regular muy bien es qué ocurre si las cosas no van como queremos que vayan", aclara José María Rojí, socio del departamento de Corporate/M&A de CMS Albiñana & Suárez de Lezo.
Es así fundamental tener previsto qué puede pasar con el plan de negocio si no se cumple, si aparecen contingencias en la sociedad, si hay que diluirse o cambiar el objeto social o dar entrada a nuevos socios o capital. "El gran consejo real es prepárate también para lo peor. No te prepares solo para lo que es tu mejor expectativa porque puede no cumplirse", aconseja Rojí. Para ello, hay que tener unos estatutos, investment agreements adecuados y "todo paquete documental que nos va a proteger".
No obstante, las experiencias que se están llevando a cabo son positivas en general. "Hay operaciones en las que se ha empezado con un euro y, en cuatro o cinco años, se han alcanzado los 16.000 euros. Ahora, son las startups elegidas. Invertir en startups tiene que ser un tiro alto en seguridad", aclara Alfonso Codes, quien insiste en que es importante asegurar los tres grupos de factores: personales, orgánicos y legales.
Los beneficios de estas inversiones
La inversión de una empresa familiar en una startup tiene ventajas para ambas partes. Para la primera, es decir, la empresa familiar, la principal es que puede "recuperar el espíritu emprendedor que caracterizaba su origen al tener una idea novedosa, la capacidad para convertirla en la práctica en un negocio y saberlo hacer crecer y explotar. Esta emprendeduría no es evidente que se mantenga en el tiempo, ya que tienden a convertirse en estructuras de empresa en funcionamiento. Sin embargo, ese carácter emprendedor o la manera de transmitirlo a las siguientes generaciones es adentrarse en el ecosistema emprendedor", señala José María Rojí.
La empresa familiar, además, puede aprender de la startups en relación a la internacionalización y escalabilidad -palancas clave de estos emprendedores-, e invertir en iniciativas emprendedoras transformadoras de su propio sector, lo que les da una ventaja competitiva al tener una idea cercana de cómo está el mapa de conocimiento y sobre hacia dónde va un sector o las innovaciones y avances.
¿Y para las startups es una relación beneficiosa? La respuesta es sí. "La estabilidad de un socio con visión a largo plazo, le aporta una valor reputacional en el mercado y también el gran bagaje de una empresa que ha conseguido el éxito y un camino que le puede ayudar con los stakeholders" por su posición en el mercado y mundo empresarial, entre otras ventajas.