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El deterioro de la tierra avanza imparable

  • La pérdida de espesor de los glaciares desde 1970 es de casi 30 metros
  • Las inundaciones en Pakistán afectaron a unos 33 millones de personas
Sequía en el Parque Nacional de Doñana (Andalucía).

El cambio climático no es algo novedoso. Son muchas las voces que llevan años alertando de las consecuencias a las que nos enfrentamos por maltratar el planeta y no ponerle remedio. Si bien es cierto que se están haciendo avances, por ahora la cruda realidad es que todos los indicadores que dibujan la situación de nuestro entorno han empeorado. Así lo refleja el informe Estado del clima mundial en 2022, de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

En primer lugar, la temperatura media mundial en 2022 se situó 1,15 grados por encima de la media del período 1850-1900. De hecho, entre 2015 y 2022 se han dado los ocho años más cálidos de los que se tiene constancia desde 1850. Una de las consecuencias directas más notables de este fenómeno es el deshielo de los polos. La NASA ha constatado que, desde 1880, el nivel del mar ha aumentado 20 centímetros y estima que para el 2100 aumente entre 30 y 122 centímetros más. Como constata la OMM, la pérdida de espesor acumulada de los glaciares de referencia desde 1970 es de casi 30 metros.

Para hacernos una idea, la pérdida de hielo de los glaciares a nivel mundial entre 1993 y 2019 representa un volumen de agua equivalente al de 75 lagos del tamaño del Lemán, el mayor lago de Europa Occidental, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Huracán Ian en Florida (Estados Unidos).

Por otro lado, las concentraciones de los tres principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) alcanzaron los niveles más altos jamás observados en 2021, el último año para el que se dispone de valores mundiales consolidados (1984-2021). En este sentido, el contenido de calor oceánico alcanzó un nuevo máximo histórico en 2022. Alrededor del 90% de la energía atrapada en el sistema climático por los gases de efecto invernadero acaba en los océanos, lo que atenúa en cierta medida el aumento de las temperaturas pero entraña riesgos para los ecosistemas marinos.

A esto se suma, como explica la OMM, la acidificación de los océanos. El CO2 en combinación con el agua de mar, da lugar a una disminución del pH denominada "acidificación de los océanos" que supone una amenaza para los organismos y servicios ecosistémicos. En el Sexto Informe de Evaluación del IPCC se concluyó que el pH de la superficie de mar abierto se encuentra, actualmente, en su nivel más bajo desde hace como mínimo 26.000 años.

Todo ello, está afectando gravemente a poblaciones de todo el mundo. "Por ejemplo, en 2022, la sequía persistente en África Oriental, las lluvias sin precedentes que azotaron el Pakistán y las olas de calor que batieron récords en China y Europa afectaron a decenas de millones de personas, provocaron inseguridad alimentaria, impulsaron migraciones masivas y ocasionaron pérdidas y daños por valor de miles de millones de dólares", afirma el secretario general de la OMM, el profesor Petteri Taalas.

Según se desprende del estudio de la OMM, algunos de los ejemplos más crudos de las consecuencias del cambio climático se observaron en regiones como Somalia, donde cerca de 1,2 millones de personas se convirtieron en desplazados internos a causa del hambre y los efectos catastróficos de la sequía. Además, más de 60.000 personas cruzaron la frontera hacia Etiopía y Kenia durante 2022. En el caso de las inundaciones en Pakistán, se vieron afectadas en torno a 33 millones de personas, entre las que se encontraban alrededor de 800.000 refugiados afganos acogidos en los distritos afectados.

Inundaciones en Jaiber Pastunjuá (Pakistán).

Asimismo, "todos estos cambios, producidos por el aumento de las temperaturas y las modificaciones meteorológicas, están afectando tanto a la flora como a la fauna terrestre y marítima", señala Beatriz Nespereira, responsable editorial de CEMP, MINT y Nubika. No en vano, la intensidad de los impactos del cambio climático provoca que las especies se extingan 1.000 veces más rápido que en cualquier otra época de extinciones.

"El calentamiento global está asociado a las emisiones de gases de efecto invernadero que, a su vez, dependen, fundamentalmente –aunque no sólo- del uso de combustibles fósiles. El consumo de estos, tras la reducción asociada a la pandemia de la Covid 19, han vuelto a aumentar; y la invasión de Ucrania ha significado una vuelta al consumo de carbón, que es uno de los combustibles fósiles de uso más perjudicial en cuanto a emisiones de GEI. El resultado es un incremento sostenido de las anomalías climáticas, directamente ligadas al cambio climático", explica Antonio Serrano, miembro del Comité de Transportes del Instituto de Ingeniería de España.

¿Un punto de no retorno?

Todos estos acontecimientos reflejan el difícil futuro al que nos enfrentamos si no revertimos la situación. Como señala Elvira Jiménez Navarro, consultora experta en sostenibilidad, "cada año que se desperdicia nos pone cada vez el listón más alto para poder alcanzar los objetivos. Si se hubiese actuado con la ambición necesaria hace una década (cuando ya la ciencia estaba más que clara) hoy nos enfrentaríamos a un escenario más asumible y estaríamos en la trayectoria adecuada".

Sin embargo, la experta cree que aún hay espacio para la esperanza: "Para estar en línea con el objetivo de mantener el aumento medio de la temperatura global por debajo de 2ºC habría que reducir un 30% las emisiones para 2030 (un 45% para alinearnos con el objetivo de 1,5ºC). Esto requiere de acciones urgentes y ambiciosas. No se puede perder más tiempo".

Volcán Hunga Tonga-Hunga Ha'apai (Tonga).

Por su parte, Elena Morettini, Global Head Sustainable Business Studio de Globant, destaca que "contamos con la tecnología necesaria para invertir la tendencia negativa que arrojan los indicadores sobre cambio climático. Sin embargo, es necesario que las industrias la aprovechen al máximo". En esta línea, recuerda que todavía "los tres criterios ESG en la reorganización industrial no se encuentran en la cúspide de la pirámide de prioridades de las empresas. Aún hoy en día, las empresas siguen cuestionándose cuál es el valor agregado de la sostenibilidad en su modelo de negocio. En definitiva, no estamos invirtiendo recursos humanos, materiales y humanos suficientes para revertir esta tendencia negativa".

En su caso, Juan Alfaro, secretario general del Club de Excelencia en Sostenibilidad, indica que "hay que confiar en las políticas que están llevando a cabo las empresas para cumplir con la agenda 2030, según las directivas de la UE, así como en la regulación que están llevando a cabo las instituciones públicas. Sólo con esto y con la concienciación de los ciudadanos lograremos revertirla".

En opinión de Serrano, "son pocos los países que están avanzando en las medidas necesarias en esa descarbonización con lo que el calentamiento sigue y no se ven perspectivas de que la situación cambie a medio plazo. Sólo potenciales crisis globales (como las medidas para combatir la pandemia) reducirían emisiones, pero a un alto coste. Y no son previsibles". Por el contrario, "los riesgos de que se superen tipping points (puntos de inflexión con cambios cualitativos muy significativos en el incremento acelerado de emisiones) son cada vez más evidentes".

Ante este escenario, no tomar en serio lo que nos está gritando el planeta nos conduce a un futuro muy oscuro. "Esos fenómenos extremos que ya vemos se irán acentuando y, con ello, los impactos que tienen a todos los niveles: social, económico y ecosistémico", subraya Jiménez Navarro. "No sólo hablamos de las consecuencias directas de daños y pérdidas que pueden darse por ejemplo tras unas inundaciones, sino de cómo afecta eso a nuestro sistema socioeconómico. Afecta por ejemplo a algo tan básico como a cómo cultivamos los alimentos (por los cambios en las precipitaciones, las temperaturas, la vulnerabilidad del suelo), a cómo gestionar un recurso tan vital como el agua, o a cómo replantear actividades económicas, como por ejemplo un sector clave en nuestro país como el turismo (por la escasez de agua, la regresión de costas o el consumo excesivo de recursos)".

Por tanto, "la green economy es la gran esperanza: todos debemos actuar para que el actual modelo económico se transforme en un modelo zero carbon economy", concluye Morettini.

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