Ser millonario, arruinarse, ir a una isla desierta, y encontrar que ese es el lugar en el que quiere estar el resto de su vida. Así es el resumen de la vida de David Glasheen, conocido como el 'millonario náufrago'.
A sus 80 años, Glasheen ha escrito un libro que le ha servido de sustento en su estancia en la isla australiana en la que vive, siempre con la única compañía de los dingos que le han ido acompañando a lo largo de su estancia.
"Estar solo no es fácil, pero con un dingo cerca, al menos puedes hablar con él. No contesta mucho, pero es bueno, muy divertido", dice Glasheen en una entrevista reciente al medio australiano News, donde también exponía que empezaba a ver los problemas de envejecer en una isla así. "No puedes coger el teléfono y hacerlo sonar si me meto en problemas", contaba.
Pero, ¿cómo llegó a la isla?
25 años en una isla desierta tras perder su fortuna
Glasheen abandonó su vida y se convirtió en una especie de Robinson Crusoe australiano en la década de 1990.
Glasheen hizo su fortuna en bolsa en los años 80, cuando se daba a la gran vida en Sídney como presidente de una empresa especializada en la extracción de oro en Papúa Nueva Guinea.
En 1987 perdió millones tras el denominado crack del "martes negro", y en los años siguientes su vida se vio abocada a la bancarrota y a una familia desestructurada. En 1991 se divorció de su mujer y en 1997 se trasladó a Restoration Island, cerca de la punta de la península del Cabo York, en Australia.
"Ojalá nunca hubiera estado en la ciudad, ojalá hubiera nacido aquí, entre los arbustos. Todos hacemos lo mismo. Dejamos la escuela. Se espera de nosotros que entremos en los negocios de nuestra madre o nuestro padre, o que nos hagamos cargo de las cosas de la familia, o que seamos médicos, abogados o contables o lo que sea.
A pesar de su soledad, Glasheen recibe visitas en su isla (una vez hospedó a Russell Crowe), pero, como él dice, hay que estar preparado para lo inesperado.
"Si las cosas van mal, tu vida corre peligro y eres muy consciente de ello. La vida salvaje es muy dura; es un mundo difícil. Las cosas siempre van mal, y hay que enfrentarse a ello".
Glasheen dice que estaba en la isla cuando se enteró de Covid-19 en marzo de 2020, pero que no le afectó. Ahora, a los 80 años, se plantea ofrecer alojamiento y hospitalidad para intentar seguir unos años, ya que su salud empieza a hacer cada vez más complicada su continuidad.