
Quedan horas para el inicio del Mundial de fútbol 2022 en Doha, Catar, y los operarios -en su mayoría de origen indio, bangladeshí o keniata- se afanan en terminar de levantar una ciudad en la que los plásticos todavía cubren las señales, los paneles informativos de los puntos turísticos e incluso los cargadores para coches eléctricos. Y es que Catar ha conseguido, pese a las sombras que se ciernen sobre cómo ha conseguido este país acoger el torneo y las condiciones laborales de los trabajadores extranjeros en el país -las ONGs denuncian más de 6.000 muerte en la construcción de las infraestructuras-, convertir un desierto en una ciudad por y para la celebración del Mundial con una inversión de más de 200.000 millones de dólares.
Infraestructuras de transporte, turísticas, ocho estadios de fútbol, barrios completos e incluso islas artificiales se han levantado para poder albergar a los millones de aficionados de todo el mundo que ya han empezado a llegar a la ciudad con las camisetas de sus selecciones. Pero según argumentan fuentes del propio Gobierno de Catar, todas estas inversiones no tienen solo como objetivo crear una ciudad para el Mundial, también buscan convertir al país, con la capital a la cabeza, en un polo de atracción de inversiones y turismo en Oriente Medio.
Las empresas españolas llevan años mirando a Oriente Medio y sus milmillonarios contratos y Catar no es una excepción. Constructoras como FCC o OHL han estado presentes en las obras de las infraestructuras de transporte. Esta última también ha participado en el contrato de hospital de Sidra. Acciona, por su parte, tiene en el foco los proyectos de desalación de agua de mar en el país. En el lado energético, también Iberdrola tiene posiciones en las infraestructuras gasistas del país.
Los ciudadanos del país aplauden la celebración de este torneo pese. "Mi país ha cambiado por completo", señala a las preguntas de este medio un ciudadano catarí que recuerda que hace poco más de una década la ciudad era menos de la mitad. "Esperamos que las inversiones sigan adelante una vez que pase el evento deportivo", admite.
Llegar a Doha
Doha será, durante el próximo mes, el centro del fútbol mundial. Qatar Airways, la aerolínea nacional del país, ha reforzado la mayor parte de sus conexiones con el mundo y según confirmó esta misma semana su máximo directivo, Akbar Al Baker, durante una conferencia de prensa en la que estuvo presente elEconomista.es, "los aviones están prácticamente llenos durante todo noviembre y diciembre". Antes de subirse a las aeronaves que llegan al país que hasta hace apenas quince años era una pequeña localidad en el desierto es necesario obtener un visado especial, denominado Hayya, ya que durante este mes está prohibido entrar en el país como turista si no es con una entrada para alguno de los partidos del Mundial o formando parte de la organización de dicho evento deportivo. Tanta es la ligazón entre el país y el torneo que en el propio visado -que permite entre otras cosas utilizar gratis el transporte público de la ciudad- aparecen los logos de las compañías que patrocinan este evento. Entre ellos, los clásicos partners de Fifa, como Adidas, Coca-Cola, Wanda, Hyundai, Kia y Visa. A ellos se han unido en esta ocasión Qatar Airways y Qatar Energy. En el lado de los sponsors del propio Mundial Budweiser -pese a las limitaciones que tiene la venta de alcohol en el país-, Byju's, crypto.com, Hisense, McDonald's, la china Mengniu y Vivo. Entre todos ellos aportarán, según cifras oficiales, más de 1.200 millones de euros.
Más allá de las dificultades para conseguir este documento (que supone varias semanas), la llegada al aeropuerto y la comprobación de los documentos tampoco es tarea sencilla. En la primera semana de este visado, señalan fuentes de la propia aerolínea nacional de Catar, no han sido pocos los que se han quedado en tierra por errores tipográficos ocultos en el código QR que acompaña a esta documentación. Menos de siete horas de vuelo separan España de Catar y en la aproximación al Aeropuerto Internacional Hamad, construido también tras conocerse que este país alojaría la competición, se puede ver cómo la ciudad de Doha emerge en el desierto, junto a la costa.
El citado aeropuerto, cuya construcción superó los 15.000 millones de dólares, se diseñó inicialmente para transportar 30 millones de pasajeros, cifra que ya se ha superado. Ahora, según palabras del propio Al Bakar, CEO de Qatar Airways, se llevará a cabo una nueva ampliación que le permita mover más de 58 millones de viajeros cada año. El propio aeropuerto tiene el diseño interior focalizado en el Mundial, con una réplica de un campo de fútbol en el vestíbulo principal e incluso un jardín tropical.
La conexión de esta infraestructura con la ciudad se puede hacer por dos vías: en metro, que se inauguró hace unos meses, o en autobús, que llega al centro de las ciudades y al puerto, donde se encuentra una parte de los alojamientos para los propios aficionados del Mundial de fútbol. Varios de los autobuses Karwa que transitan por la ciudad todavía mantiene los plásticos de los cinturones de seguridad como prueba de su reciente entrada en operación.
Los alojamientos
Una vez en el país, los alojamientos son otra de las dificultades, sobre todo durante las primeras semanas de competición, cuando más selecciones nacionales se concentran en la ciudad de Doha. Catar ha atraído numerosas inversiones de grupos hoteleros internacionales, como Hilton, Regis o Roosewood, pero no son suficientes para albergar a las delegaciones, los equipos, sus acompañantes y los aficionados. Por ello, entre otra cosas, el emirato ha llegado a un acuerdo con la naviera MSC que posicionará tres barcos de cruceros -entre ellos el recién inaugurado en Doha, MSC World Europa- a modo de hotel flotante en el puerto de la ciudad, que también cuenta con una nueva terminal de cruceros. Además, también han habilitado como alojamientos contenedores de transporte marítimo transformados en vivienda con un precio mínimo de 200 dólares la noche o incluso una suerte de jaimas en las afueras de la ciudad.
El país al completo se ha volcado con la organización del Mundial 2022. Pero los empleados extranjeros siguen trabajando a contrarreloj a apenas unas horas de que el balón comience a rodar. Los plásticos en las señales o los andamios en el antiguo puerto que se inauguró la semana pasada recuerdan que la mayor parte de Doha era hasta hace no mucho tiempo arena sobre la que ahora hay asfalto y carteles de la Fifa.