Pues al final va a ser que el dicho estaba equivocado. Quizá la adaptación de "el dinero no da la felicidad, pero ayuda" se adapte más a la realidad, según un nuevo estudio publicado por la revista PNAS.
El estudio se basa en un experimento sencillo: los investigadores dieron a 200 personas una suma única de 10.000 dólares -procedentes de dos donantes anónimos- y les pidieron que calificaran su felicidad mensualmente.
El truco: tenían que gastar los diez mil dólares en solo tres meses.
¿Y el resultado? Los participantes que recibieron el dinero en efectivo calificaron su felicidad más alta que un grupo de control después de sus lujosos tres meses. Su felicidad se mantuvo en esos niveles elevados incluso después, según los investigadores.
Vivir una temporada sin aprietos y con cierto lujo da felicidad una vez que se acaba
Los resultados eso sí variaban según los ingresos de las personas que participaban, dejando también lecturas interesantes. Cuanto más bajos eran los ingresos de los participantes, mayor era el aumento de la felicidad percibida. Sin embargo, por encima de un determinado umbral de ingresos familiares, esos aumentos eran mucho menores o incluso inexistentes.
Aunque los resultados no sean precisamente los más innovadores, el experimento respalda la idea de que una inyección de dinero, podría tener un efecto sustancial y positivo en la vida de las personas.
También va en relación a otros estudios anteriores que marcaban un umbral máximo en el que el dinero ayuda mucho a ser feliz pero a partir del cual ya no es determinante.
Un conocido estudio realizado en 2010 por los investigadores de Princeton Daniel Kahneman y Angus Deaton descubrió que las personas tienden a sentirse más felices cuanto más dinero ganan, hasta un punto, que Kahneman y Deaton estimaron en unos 75.000 dólares anuales por persona para un salario de la época en Estados Unidos, aunque teniendo en cuenta otras diferencias como la existencia o no de sanidad pública, podríamos hablar de una cifra menor en nuestro país. En general, entre 4.000 y 5.000 euros al mes.
Volviendo al nuevo experimento, los participantes no tenían ni idea de que formaban parte de un experimento cuando se apuntaron a un "experimento misterioso", organizado por Chris Anderson, fundador de las conocidas charlas TED, en diciembre de 2020. Los participantes debían ser mayores de 21 años y dominar el inglés.
"Tengo la esperanza de que este experimento nos enseñe algo verdaderamente importante sobre la naturaleza humana", escribió Anderson en un anuncio en Twitter tras conocer los resulatados.
Varios participantes no creyeron que el experimento era real hasta que vieron realmente el dinero en la cuenta bancaria.
Un grupo de control de 100 personas, que no recibieron dinero, también se les pidió que calificaran su felicidad mensualmente.
"Nuestros datos proporcionan la prueba más clara hasta la fecha de que los ciudadanos pueden mejorar la felicidad global neta mediante la redistribución voluntaria a los que tienen menos", escribieron los investigadores en su artículo.
Los que ya eran ricos no se volvieron más felices
Pero los resultados también tienen matices: los participantes cuyos ingresos familiares anuales superaban los 123.000 dólares no eran mucho más felices después de recibir el regalo en metálico.
"Dado que el 99% de los individuos ganan menos de esta cantidad, estos resultados sugieren que las transferencias de efectivo podrían beneficiar a la gran mayoría de la población mundial", escribieron los autores en su artículo.
Los participantes procedían de tres países de renta baja (Brasil, Indonesia y Kenia) y de tres países de renta alta (Australia, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos).
Los de los países de bajos ingresos informaron de un aumento de la felicidad tres veces mayor que los de los países de altos ingresos, lo que probablemente tiene sentido dada la diferencia de poder adquisitivo.
"Diez mil dólares en ciertos lugares del mundo pueden comprar mucho", dijo a NBC News el coautor Ryan Dwyer, que era estudiante de doctorado de la Universidad de Columbia Británica en ese momento. "Algunas personas gastaron gran parte del dinero pagando su hipoteca o haciendo una gran renovación en su casa".
El estudio tiene algunas limitaciones, desde los sesgos de selección incorporados en los esfuerzos por encontrar participantes -tenían que vivir en un país específico, estar en Twitter y hablar inglés con fluidez- hasta el hecho de que su felicidad sólo se midió activamente durante un periodo de tiempo relativamente corto.