
La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, ha cumplido la promesa con la que ganó las últimas elecciones autonómicas: convocar un nuevo referéndum de independencia. Este martes, en el pleno del Parlamento escocés, Sturgeon presentó un proyecto de ley para convocar el segundo plebiscito en una década. La fecha elegida, el 19 de octubre de 2023.
La causa de este nuevo referéndum es el Brexit. Tras el plebiscito de 2013, que los unionistas ganaron por 55% a 45%, el acuerdo es que no habría una nueva consulta "durante una generación" como mínimo. Pero Sturgeon alega que la "situación material" del país ha cambiado en ese tiempo como consecuencia de la salida de la UE. precisamente, uno de los argumentos unionistas es que, al salir del Reino Unido, Escocia estaría abandonando la UE. Ahora, sin embargo, la situación es la opuesta: la única forma de volver al club europeo en el futuro próximo es, precisamente, divorciarse de la euroescéptica Inglaterra. "La democracia escocesa no será prisionera de Boris Johnson", sentenció Sturgeon.
"Queremos que pierda el Partido Conservador en las próximas elecciones. Pero el Partido Laborista es una pálida imitación en los grandes asuntos de nuestro tiempo, como el Brexit", justificó Sturgeon. El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, ha explicado que, si gana las próximas elecciones, intentaría mejorar el acuerdo comercial con la UE, aceptando más estándares europeos a cambio de mayor acceso al Mercado Común, pero sin deshacer la marcha consumada en 2020.
La conclusión, alega la líder independentista, es que es necesario hacer un nuevo referéndum para saber si los escoceses siguen queriendo pertenecer a un Reino Unido fuera de la UE. A su favor, el hecho de que los dos partidos independentistas escoceses -el SNP que lidera ella y los Verdes- obtuvieron la mayoría absoluta en votos y en escaños en las elecciones de mayo de 2021 con el plebiscito en su programa.
Dado que Edimburgo no tiene el poder para celebrar una votación vinculante, Sturgeon ha propuesto un referéndum "consultivo" (como, por otra parte, lo fue el del Brexit), pero dejando claro que sus resultados tendrán el mismo "valor político" que los de aquel. El Gobierno escocés ya ha mandado voluntariamente al Tribunal Supremo el proyecto de ley, para que sea la máxima instancia la que decida si el proyecto es legal o no.
'Vía irlandesa'
Por si acaso, la líder independentista ha insistido en que si el Supremo bloquea la consulta y exige el visto bueno del Parlamento nacional en Londres, "estará dejando claro que esta no es una unión voluntaria de naciones". Y, en ese caso, el Gobierno escocés tratará las próximas elecciones generales como "plebiscitarias", como ya ocurrió en Irlanda en 1918: el Sinn Féin arrasó en aquellas y declaró la independencia, lo que llevó a una guerra civil y a la partición de la isla en un país independiente -donde ganaron los partidarios de la secesión- y una provincia británica -donde ganaron los unionistas en aquellas elecciones-.
Por el momento, Downing Street se ha limitado a decir que aconsejarán al Supremo rechazar la ley del Referéndum, y que actuarán de acuerdo a lo que decidan los jueces. Pero en un territorio en el que Johnson tiene un rechazo superior al 80%, el Gobierno británico está en una situación muy incómoda: cuanto más intervenga, más rechazo se arriesga a generar entre la parte unionista del electorado. Y con las encuestas en empate técnico, su margen de error es escaso.