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El lado bueno de la caída del bitcoin: así beneficia su desplome a las emisiones y la energía

  • Mientras el precio del bitcoin se desploma, la red informática mundial que lo sustenta consume menos energía por primera vez en años
  • Algunos países especialmente protagonistas de la minería también han visto desahogados sus gastos energéticos

Con el bitcoin en mínimos desde 2020, muchos pequeños y grandes inversores que habían apostado por la criptomoneda están sufriendo las turbulencias de lo que ya se considera un nuevo 'cripto invierno'. Sin embargo, también hay quien señala los beneficios de su caída.

El primero, y más evidente, es el derivado por el descenso en el gasto energético, y, por lo tanto, en emisiones, que se está dando desde que su precio se ha ido desplomando, algo que han celebrado numerosos activistas y organizaciones climáticas. Tal es el caso de Greenpeace, quien había hecho campaña en contra de su impacto ambiental debido al consumo que generan los equipos involucrados en su minería.

Por regla general, el precio del bitcoin y la energía que consumen los ordenadores que lo minan van a la par: cuanto más alto es el precio, más trabajan los mineros para minar bitcoin. Sin embargo, la correlación es imperfecta debido a las discrepancias en la eficiencia energética de los ordenadores usados para minería en diferentes partes del mundo y a las discrepancias locales en el precio de la energía. Es decir, el precio al que el bitcoin se vuelve rentable en relación con los costes de energía.

Por ejemplo, China ya impulsó la prohibición de la minería porque la consideraba ineficiente, otros países como Kazajistán le tomaron el relevo aprovechando sus reservas de gas natural y el carbón, pero con la contaminación fósil que supone.

Cuando el precio del bitcoin se disparó en los dos últimos años, el consumo de energía aumentó y luego se estabilizó, ya que muchos mineros consideraron que el precio era lo suficientemente alto como para justificar la minería, pero no lo suficientemente alto como para justificar nuevas inversiones en hardware para realizarla, en un momento dado en el que las tarjetas gráficas, por ejemplo, se habían encarecido con fuerza.

Pero el último desplome hasta 20.000 dólares parece haber cruzado un umbral crítico. El consumo de energía está cayendo por primera vez desde el comienzo de la pandemia, según una estimación de Alex de Vries, un economista holandés que estudia las tendencias energéticas de las criptomonedas, y que recoge el medio Quartz.

La minería de bitcoin más contaminante es la primera en cesar su actividad cuando cae su precio

Gran parte de la caída en el uso de la energía puede atribuirse precisamente a Kazajistán, según el análisis, donde los márgenes ya eran más escasos que en EE.UU. o en otros grandes centros de minería debido a la falta de fiabilidad de la red eléctrica y a que los mineros de allí suelen tener equipos más antiguos y menos eficientes.

Esto es bueno para las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que la mayor parte de la electricidad de Kazajistán procede, como hemos dicho, de fuentes fósiles. El país, por su parte, se beneficia de forma indirecta gracias a tener una mayor disponibilidad energética para exportar en un momento en el que la energía sigue estando muy cara.

De Vries calcula que, si el precio cayera por debajo de 10.000 dólares, ni a los mineros norteamericanos, con ordenadores más eficientes, les sería rentable. Pero todo esto tiene la cara B de que, si el mercado del Bitcoin se recupera, también volverá el consumo.

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