
El dirigente de Cellnex Telecom aconseja releer los clásicos de la literatura en tiempos de crisis para empaparte de nuevos enfoques. Para la situación actual, recurre a Impacto de la ciencia en la sociedad, de Bertrand Russell, una obra que aporta una visión optimista del papel de la ciencia y la tecnología en la sociedad.
En tiempos de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (VUCA), releer los clásicos nos ofrece una nueva mirada y perspectiva sobre la realidad. Bertrand Russell, de cuyo fallecimiento se cumplieron 50 años en 2020, fue uno de los matemáticos y filósofos de mayor influencia en el S.XX. También fue un gran divulgador científico comprometido con su época y convencido que el progreso científico tenía que ponerse al servicio de la mayoría y no de unos pocos.
Su Impacto de la ciencia en la sociedad, escrito en 1952, nos ofrece aún hoy una lectura oportuna e inspiradora, en un momento en el que rumores y teorías de la conspiración quieren hacerse, desde el dogmatismo, con un lugar en el debate público alejándonos de los postulados de la razón científica basada en la evidencia y el análisis de los hechos.
Me interesa de la lectura de Russell su visión optimista, pero no por ello ingenua, del papel de la ciencia en la sociedad. Es gracias a la ciencia y a la tecnología que el mundo y la sociedad contemporáneas han conocido el mayor grado de bienestar de la historia de la humanidad. Incluso el mayor grado de distribución de la riqueza y, consecuentemente, de reducción de la pobreza, como también nos recuerda otra lectura interesante –más reciente– del autor sueco Johan Norberg, Progreso. Diez razones para mirar al futuro con optimismo.
Ciertamente, como sociedad y como planeta, estamos pagando un precio, el cambio climático y su impacto. Y debemos preguntarnos seriamente por la sostenibilidad del modelo de crecimiento en la nave espacial tierra, rememorando a James Lovelock y su teoría Gaia, que contemplaba la tierra como un ser vivo sujeto a un delicado y sensible equilibrio biológico.
Pero es precisamente apelando al optimismo de Russell, y a la razón como método, que encontraremos en el potencial de la ciencia y la tecnología las respuestas que nos permitan superar los retos de esta crisis. Pensemos, sin ir más lejos, en lo que está suponiendo la pandemia de la Covid-19 para demostrarnos hasta qué punto la razón y el método científico constituyen el modo correcto de afrontar los grandes problemas que enfrentamos. Pensemos por un instante cuáles habrían sido las consecuencias de esta pandemia sin el desarrollo de las vacunas y su distribución en un tiempo absolutamente récord, o también sin el concurso de la conectividad y las telecomunicaciones que han mitigado el impacto social, familiar y económico de esta crisis sanitaria sin precedentes.
Pero es precisamente apelando al optimismo de Russell, y a la razón como método, que encontraremos en el potencial de la ciencia y la tecnología las respuestas que nos permitan superar los retos de esta crisis.
Pensando en el papel de la tecnología en la gestión del problema del cambio climático en un contexto que asegure el progreso y el crecimiento, creo que transición ecológica y transición digital constituyen dos vectores que deben permitirnos seguir creciendo en base a un modelo que sea sostenible y circular en el uso y consumo de los recursos limitados con los que contamos. Me gusta recordar que, en realidad, la condición de posibilidad de la transición ecológica radica en que seamos capaces de materializar la transición digital.
Es gracias a las tecnologías de la comunicación como lograremos mejorar la movilidad en las ciudades adaptando flujos de tráfico en tiempo real; como podremos hacer un uso más racional de los recursos, al poder tomar decisiones en tiempo real en la industria y en la agricultura, a partir de la sensorización de un miles de millones de objetos y procesos; como revertiremos flujos migratorios internos de las zonas rurales hacia las ciudades anclando actividad económica y social en el territorio; o como podremos atender sanitariamente a la población con los mejores especialistas sin necesidad de grandes desplazamientos.
Son ejemplos del impacto de la ciencia y la tecnología en la sociedad y claramente reflejan el espíritu optimista y de mirada abierta al futuro y exenta de dogmatismos que animaba la reflexión de Bertrand Russell. Feliz lectura.