El desorbitado gasto público forzado por la pandemia ya ha dejado un perdedor en el Reino Unido: el presupuesto de ayuda al desarrollo internacional. El Parlamento británico ha aprobado este martes, por 333 a 298 votos, recortar las aportaciones e inversiones en países pobres en unos 5.000 millones de libras anuales, unos 23.420 millones de euros en esta legislatura.
El cambio aprobado supone reducir esta partida del famoso 0,7%, conseguido por primera vez en 2013 y que fue fijado por ley en 2015. Apenas seis años ha durado el compromiso: el recorte será indefinido y hasta que el presupuesto se reequilibre, pero la oposición denuncia que las condiciones que ha impuesto el Gobierno para recuperar esa cifra son prácticamente imposibles: que haya superávit y que la deuda pública se reduzca a una cifra "manejable". En lo que va de siglo, de hecho, se han cumplido un único año, en el 2001.
El Gobierno presentó a su grupo dos opciones: recortar esta partida o subir impuestos, más aún de lo presupuestado, que ya suponía la mayor alza en varias décadas. Una treintena de diputados 'tories' votó en contra, encabezados por la ex primera ministra Theresa May, que denunció que este recorte supone que "millones de personas pobres van a quedarse sin educación, sin medicinas o sin comida". Pero los disidentes no fueron suficientes para tumbar la amplia mayoría absoluta de la que dispone Boris Johnson.
Las encuestas apuntan a que una mayoría de británicos está de acuerdo con recortar esta partida para compensar el enorme déficit acumulado durante la pandemia, aunque todos los partidos se presentaron a las últimas elecciones con un compromiso de mantenerla intacta. El ministro de Finanzas, Rishi Sunak, dijo que comprendía la decepción que supone este recorte, pero alegó que "la cooperación requiere paciencia".
Entre las respuestas inmediatas, la de la ex líder conservadora en Escocia, Ruth Davidson, que acusó a sus compañeros de partido de haber cometido una "maldita desgracia", o la de la Iglesia de Inglaterra, que criticó que el recorte de la solidaridad británica será permanente. "Hay un olor bastante desagradable emanando de la puerta de nuestro partido", dijo el diputado tory Andrew Mitchell. Lo que sí está claro es que el 'thatcherismo' no ha muerto del todo: pase gastar más durante la pandemia, pero subir impuestos más de la cuenta para compensarlo es algo con lo que el Partido Conservador aún no está dispuesto a tragar.