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Intel ofrece distribuir una inversión de 20.000 millones de dólares para su nueva fábrica en Europa

Foto: Dreamstime

Intel, el fabricante de chips estadounidense, ha señalado que la inversión en su nueva fábrica europea de 20.000 millones de dólares podría extenderse a varios estados miembro de la Unión Europea. Además, está buscando tanto el apoyo financiero como político de la Comisión.

El director ejecutivo de Intel, Pat Gelsinger, mantuvo recientemente una reunión con el primer ministro italiano, Mario Draghi, y el presidente francés, Emmanuel Macron, para discutir la escasez global de chips, tal y cómo aseguran desde el Financial Times. Un déficit de materiales que ha afectado a la industria del viejo continente.

Las instalaciones se repartirían por toda la Unión Europea

Según este medio, la Unión Europea pondría a disposición de la compañía norteamericana una gran suma de dinero para duplicar la producción de chips en el bloque, hasta alcanzar el 20% del mercado mundial en 2030. Para ello, Intel, además de la macrofábrica, extendería las instalaciones a otros países del continente.

Greg Slater, vicepresidente de asuntos regulatorios globales de la firma, explica que "podríamos colocar la fabricación en un sitio y el empaque en otro". La investigación y el desarrollo, por su parte, también podrían compartirse entre distintos países, lo que provocaría que el gasto con los proveedores europeos aumentase "drásticamente".

Por otro lado, Intel está buscando un sitio de aproximadamente 16.000 kilómetros cuadrados, que ya disponga de una infraestructura desarrollada y que sea capaz de soportar hasta ocho instalaciones de fabricación de chips. Además, la zona elegida debería tener acceso al talento humano. Para ello, la compañía ha analizado países como Alemania, los Países Bajos, Francia y Bélgica para explorar el potencial de una fábrica. La decisión final se espera para finales de año.

La inversión total podría superar los 100.000 millones de dólares

En un primer momento, Intel construiría dos fábricas, lo que supondría un coste total de unos 20.000 millones de dólares por 10 años de funcionamiento. No obstante, durante su vida útil, la inversión total podría superar los 100.000 millones de dólares. Por este motivo, las ayudas estatales serán fundamentales para garantizar la competitividad de la planta.

El verdadero problema radica en que Europa no considera que el producto que quiere introducir Intel en el mercado continental sea el que demande el consumidor, ya que este confía en "tecnologías más maduras", frente al gran proceso de innovación que propone la compañía.

Esta ambición ha generado preocupaciones de que Europa pueda estar desperdiciando dinero, dados los altos costos y la complejidad de producir productos tan avanzados.

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