Opinión

Trump y su negacionismo

  • Si no se hace nada los daños económicos del cambio climático podrían alcanzar hasta el 20% del PIB mundial
  • No se trata de un negacionismo científico, sino un negacionismo económico que podría provocar grandes retrasos sobre la necesidad de actuar y, por lo tanto, el desastre
Donald Trump: Presidente de EEUU
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Joaquín Estefanía nos recordaba el domingo pasado lo que había dicho en una conferencia la analista alemana Carolin Emcke a propósito del cambio climático, que según ella "no son monstruos ficticios ni imaginarios, sino que se trata de catástrofes reales y multifocales: sequías, incendios, inundaciones, tsunamis, huracanes… Hay que abordarlo como algo que ha sido creado por la mano del hombre, describir la destrucción que genera como algo no natural, no como algo inmutable sino como un fenómeno que se ha generado, algo que tiene responsables, porque siempre ha existido la posibilidad de actuar de modo distinto, de detener la explotación de los recursos naturales, las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación de los suelos".

En 2006 el economista británico Nicholas Stern, también ex economista jefe del Banco Mundial, publicó el informe que lleva su nombre sobre el cambio climático, encargado por Tony Blair. En él se pueden ver conclusiones como que esa transformación es el principal fallo de mercado causado en el mundo porque quien contamina no paga por el daño causado; que si no se hace nada los daños económicos del cambio climático podrían alcanzar hasta el 20% del PIB mundial o que las regiones pobres sufrirían las peores consecuencias a pesar de haber contribuido menos al problema.

En el diario británico The Guardian el diplomático brasileño André Corrêa do Lago, que dirigirá en noviembre de 2025 la cumbre sobre el cambio climático de la ONU, afirmó que los intentos de fingir que no hay consenso sobre la ciencia climática son cada vez más desesperados y ridículos. Ahora no se trata de un negacionismo científico, sino un negacionismo económico que podría provocar grandes retrasos sobre la necesidad de actuar y, por lo tanto, el desastre.

Sin nombrarlo, ser refería a Donald Trump. Trump ha vuelto a sacar a EEUU del Acuerdo de París y está alimentando los resabios contra la política climática: ha propuesto cancelar las energías renovables y la reducción de los gases de efecto invernadero, y está desmantelando las instituciones relacionadas con la lucha contra esta emergencia. Este populismo trumpista pretende demostrar que abordar la crisis climática no funciona, que hay que seguir como estamos. Es decir, camino hacia el desastre. Las campañas organizadas para mermar la confianza del público en la ciencia del clima están asociadas a políticas económicas conservadoras y respaldadas por intereses industriales que se oponen a la regulación de las emisiones de CO2. El negacionismo del cambio climático se ha asociado con el gran lobby de los combustibles fósiles.

Es cierto que dentro de la militancia contra el cambio climático se han exagerado las cosas y se ha presentado el calentamiento global como una crisis que acabará con la Humanidad pasado mañana, lo cual, como reflejo, ha creado un movimiento negacionista, como si no estuviéramos ante un proceso lento y discutible. La lentitud o velocidad del proceso sí es discutible, pero no lo es el hecho de que los latigazos climáticos están ya aquí y negarlos equivale a pensar y decir que, por ejemplo, en España no hemos tenido meses cuya temperatura ha roto la tradición. Dejemos, pues, ideologías aparte y hagamos caso de los científicos cualificados, que los hay y son buenos y fiables.

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