
Pese a que la mina pacense de Aguablanca (Monasterio) lleva casi diez años cerrada —estuvo operativa entre los años 2003 y 2015—, la demanda creciente de materias relacionadas con la transición energética, la digitalización y la seguridad ha devuelto el interés a minas que parecían ya agotadas. Alejandro Ayala, presidente de Río Narcea Recursos, de Cívitas y de Nanomate, ha estado años detrás de la reapertura de Aguablanca. Su propósito se vio reforzado el pasado mes de marzo, cuando el proyecto fue seleccionado por la Unión Europea como estratégico para impulsar y asegurar su cadena de suministro de materias primas. Ahora, su meta está más cerca que nunca.
¿En qué estado se encuentra el proyecto minero y cuándo prevén comenzar la extracción y el procesamiento?
A nivel de permisos ya contamos con todo lo necesario. Actualmente estamos gestionando el vaciado del agua acumulada en la corta de la mina, ya que ha estado muchos años abandonada y este año ha llovido mucho. No podemos verter nada a cauces públicos, así que estamos organizando un proceso de evaporación ayudado con máquinas. Si todo va bien y logramos vaciar la corta entre julio y agosto, podríamos comenzar a operar en septiembre u octubre.
¿Cómo se va a lograr el vertido cero, tal y como exige la Confederación Hidrográfica, y cómo va a ser explotada la mina?
Toda la operación será subterránea. La mina ya cuenta con una red importante de túneles. Respecto al agua, una parte se bombea a las balsas de residuos y otra se evapora mediante máquinas a alta temperatura, además del calor natural de la zona. Todos los días está bajando 4 o 5 cm el nivel del agua, por lo que calculamos que cuando acabe julio tendremos la mina sin agua y sin haber vertido nada.
¿Prevén algún problema con la vigencia de la declaración de impacto ambiental?
La hemos renovado en su momento y cumplimos todos los requisitos exigidos por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, el Ministerio y las administraciones locales. Somos completamente legales. No hay ningún motivo para pensar que el proyecto pueda retrasarse o dilatarse.
¿Qué instalaciones tiene el proyecto y cuáles están ya construidas?
Prácticamente todo está construido. Los anteriores propietarios hicieron una inversión muy grande, por lo que nuestra labor ha sido adecuar, optimizar y actualizar las instalaciones existentes, con algunos cambios menores. El 80% ya estaba construido. Hablamos, por tanto, de una inversión de entre 25 y 30 millones de euros para ponerlo todo a punto. Es un ejemplo de mina bien hecha. Pero si tuviéramos que comenzar desde cero, la inversión sería mucho mayor.
Además de Río Narcea, usted también es accionista de Nanomate y de Cívitas. ¿Cómo se relacionan entre sí?
Tenemos una empresa, Nanomate, que desarrolla formulaciones para baterías. Para abastecer ese proyecto, necesitábamos materias primas, y descubrimos que en Extremadura hay litio, níquel y cobre. Así nació la inversión en minería. Cuando nosotros fuimos a ver a la Administración de Extremadura, nos comprometimos a que la creación de empleo y la cadena de valor se quedase en Extremadura. Luego, viendo el impacto en la zona, fundamos Cívitas para desarrollar promociones inmobiliarias exclusivamente en Extremadura motivada por la demanda de vivienda en la zona. Estamos en conversaciones con la administración local para desarrollar un par de promociones, posiblemente en alquiler, para empleados e industrias cercanas. Al final, todo está interrelacionado.
Extremadura cuenta con cierta oposición a este tipo de actividades. ¿Qué les diría a sus ciudadanos?
Esta —la mina de Aguablanca — es una apuesta para que la riqueza de Extremadura se quede aquí. Queremos evitar que los jóvenes tengan que irse fuera y que los que se han ido puedan volver. Parece un eslogan político, pero es la verdad, porque parece una tierra que es un secarral cuando es una de las mayores reservas de agua dulce de Europa. Esta región no solamente es un sitio al que venir a hacer turismo rural, caza y pesca, sino que tiene un potencial enorme para que se produzca una pequeña revolución industrial. Tiene, además, una posición geoestratégica transfronteriza excelente, cercana además al pueto de Lisboa, que no se ha aprovechado nunca. Y es el momento de aprovecharlo.
¿Cuántos puestos de trabajos calculan que generará la mina?
Serán aproximadamente 400 empleos, estables durante los 6 a 10 años de vida útil de la mina.
¿Qué producción prevén y dónde se destinará?
Con níquel, cobre y platinoides, estimamos generar unos 400 millones de euros en 6 o 7 años de producción. El proyecto ha sido declarado estratégico para Europa, de manera que todo lo que se extraiga será destinado al mercado de la Unión Europea.
¿Tienen ya acuerdos con otras empresas?
Estamos en negociaciones avanzadas con dos o tres grandes firmas del mercado minero mundial muy interesadas y vamos a firmar en breve contratos de off-taker con ellas. Esperábamos tener todos los permisos antes de firmar.
La canadiense Denarius Metals, que posee un 21% de Río Narcea, ha tenido en ocasiones mala prensa. ¿Cómo se ganaron su confianza?
Aunque han tenido proyectos controvertidos, la relación siempre ha sido profesional y formal. Tenemos un pacto de socios y ellos no hacen nada sin nuestro control, todo está muy consensuado. Ellos tienen experiencia minera, nosotros aportamos visión industrial y responsabilidad local.