
Hasta hace no tanto todos daban por hecho que el BCE había llegado prácticamente al final del camino. Con los tipos ya rozando el territorio neutral y una serie de incertidumbres delante de ellos, la opción prácticamente unánime era un verano prácticamente festivo, sin movimientos, donde el precio del dinero no se tocase y el banco central solo se dedicase a ver qué es lo que pasaba con los datos para moverse en una dirección u en otra en la recta final de 2025. Sin embargo, el mercado de divisas y las tensiones comerciales están disparando los nervios y crecen las voces sobre un posible recorte este mismo mes de julio para frenar la hemorragia.
El motivo es que los precios se pueden descontrolar… pero por el camino opuesto al que ha venido ocurriendo los últimos años. El auge del euro puede dar lugar a una marcada deflación que aleje el objetivo del ansiado 2% pero, especialmente, que sacuda la economía y las empresas del Viejo Continente. Así lo cree UBS en su informe de este domingo en el que explica que esperan que el BCE reduzca el precio del dinero en un cuarto de punto este día 24.
La firma helvética va a la contra de un mercado que espera mayoritariamente que no pase nada. De hecho ese recorte solo es esperado por un 10% del consenso, una probabilidad mínima frente al apabullante 90% que da por hecho que todo se mantendrá. Sin embargo, el ánimo general está empezando a cambiar a medida que desde el propio BCE abre la puerta a reducir tipos por la presión monetaria.
Según UBS hay cuatro motivos que justifican este giro. Lo primero una realidad que se impondría, según la firma suiza, ya que "la presión inflacionaria ya no justifica los tipos actuales". Por su parte, cree que hay más necesidad de "acabar con los signos de debilidad económica que todavía siguen presentes en Francia, Alemania o Italia". Además enlaza con unas negociaciones comerciales que podrían entrar en una nueva fase el 9 de julio (vence la tregua comercial) algo que generaría un entorno más volátil lo que "justificaría un recorte de los tipos de interés". En ese sentido, comentan que un anuncio de un acuerdo comercial estas semanas cambiaría totalmente su punto de vista y cancelarían su previsión de recorte en julio.
Volviendo a los primeros puntos, la eurozona ha logrado ya una inflación contenida logrando ya oficialmente un 2% interanual y del 2,3% en el caso de la subyacente (que no tiene en cuenta la energía y alimentos frescos). Ambas partes suponen la consecución de los objetivos del banco central. El primer trimestre, por su parte, el PIB de la eurozona marcó un crecimiento del 0,6%. Alemania todavía crecía solo un 0,4% e Italia un 0,3%. Francia un raquítico 0,1%. Por su parte, el euro amenaza con afectar a estos dos frentes con una potente revalorización que golpee a las empresas exportadoras y hunda la inflación cuando ya se ha llegado a la meta.
El poder del euro
El vicepresidente, Luis de Guindos, advirtió que superar los 1,20 sería problemático. Hasta entonces, "podemos pasar un poco por alto", declaró el alto cargo. "Algo más allá de eso sería mucho más complicado". El miembro del Consejo de Gobierno François Villeroy de Galhau dijo la semana pasada que no hacer nada frente a la revalorización del euro es una "negligencia benigna", dado que "un aumento del 10% genera un golpe en los precios de 0,2 puntos cada uno de los tres años siguientes. Es un gran riesgo que deberíamos tener en cuenta".
El miembro del Consejo de Gobierno, Olli Rehn, declaró a principios de la semana pasada su preocupación por la posibilidad de que la inflación se mantenga por debajo del objetivo durante demasiado tiempo. El BCE proyecta 18 meses de crecimiento de precios por debajo de su objetivo, ya que los aranceles estadounidenses merman la confianza y la economía de 20 países lucha por expandirse.
El euro se ha revalorizado un 14% desde enero a medida que la confianza y el idilio con el dólar se ha roto. Los inversores, dubitativos frente a la política arancelaria y fiscal de Trump han repartido sus activos fuera del dólar y han buscado todo tipo de refugios alternativos. El euro y los activos denominados en esta moneda han emergido como un factor clave, especialmente con la oleada de gasto que se atisba en Europa con el rearme, la mayor laxitud fiscal de la Comisión Europea y el mayor gasto ofrece una mayor oferta de bonos con una rentabilidad mejorada.
Lagarde de momento, en su último mensaje público, ha dado alas a la idea de que en julio no se tocará nada. "Estamos en una buena posición ahora" comentaba la francesa en una entrevista en ARD. "Nuestra determinación, nuestro compromiso, nuestro deber es mantener la estabilidad de precios, y la estabilidad de precios ronda una inflación del 2%", declaró a la emisora pública el viernes.
Desde Capital Economics creen que pese a que el escenario base sigue manteniéndose en que no pasará nada dentro de unas semanas, ven la opción de un recorte inesperado emergiendo con fuerza. "Está claro que ahora hay más argumentos para esperar ese movimiento que hace una semana". Después de todo "los precios de la energía han retrocedido, el euro se ha apreciado y varios miembros del BCE, incluido Luís De Guindos, han expresado preocupación por la valoración de la moneda".
La cuenta atrás arancelaria
Este además llega en un momento arancelario clave. Esta semana vence el periodo de gracia tras el cual Trump tendrá que imponer sus aranceles más duros. En ese sentido, si no hay una tregua "podría justificarse una flexibilización dado que las proyecciones del BCE indican que tanto el PIB como la inflación serían menores en caso de una escalada arancelaria". En consecuencia, ganaría enteros la opción de reforzar la economía de la eurozona con un nuevo movimiento.
Por su parte ellos esperan que el recorte se de en septiembre. "Un recorte final de 25 puntos básicos". Sin embargo, la situación actual pone de manifiesto "que a pesar de que los riesgos inflacionarios al alza fueron la preocupación dominante, ahora el BCE tiene que afrontar de nuevo el riesgo de no alcanzar su objetivo por abajo".
Todo depende, en cualquier caso, de si el euro puede seguir subiendo, en particular las próximas semanas. Desde ING comentan que dada la gran sobrevaloración actual, "es difícil esperar otra gran subida (aunque sea por las noticias comerciales de esta semana). Existe un riesgo externo en la zona de 1,1900/1910 si las acciones cayeron considerablemente. Pero eso parece improbable". En ese sentido, el banco neerlandés comenta que "tendemos a favorecer la consolidación en el rango de 1,1700-1,1830 esta semana, aunque, una vez más, evitaríamos intentar predecir un máximo".
El fin de la tregua comercial tiene un día marcado a fuego que será clave en este proceso, el 9 de julio. El clima parece muy lejano a un cierre abrupto. De hecho Scott Bessent, secretario del Tesoro de EEUU, afirmó la semana pasada que espera acuerdos importantes los próximos días. Sin embargo también amenazó de que, de no lograrlo, volverían unos aranceles más altos (del 50% en el caso de Europa).