
El cambio climático ha sido protagonista este jueves en el Foro Medcap, que reúne desde el martes a más de 100 empresas de pequeña y mediana capitalización con más de 140 inversores en la Bolsa de Madrid, y que hoy finaliza. En una mesa redonda centrada en esta temática ha intervenido Eva van der Want, senior business development manager Carbon Markets en SIX, la matriz de Bolsas y Mercados Españoles (BME). Van der Want ha explicado que "se prevé que la demanda de créditos de carbono crezca significativamente, incluso que supere a la oferta". Se proyecta que "para 2030, el valor del mercado de créditos de carbono voluntarios alcance entre 10.000 y 40.000 millones de dólares estadounidenses", ha añadido. Le puede interesar: González Nieto (BME): "La inversión que vaya a la cuenta paneuropea va a permear hacia BME Growth".
Los créditos de carbono son instrumentos financieros que permiten a las empresas compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero financiando proyectos que reducen o capturan este tipo de gases. "Las empresas deberían contar con un plan de desarrollo de créditos de carbono desde hoy mismo, porque en el futuro escasearán escasez de estos créditos y, a partir de 2030, deberíamos alcanzar ya objetivos concretos", ha advertido.
El grupo SIX realizó el año pasado una inversión estratégica en Carbonfuture, proveedor líder de infraestructura digital para el mercado de la eliminación del carbono. "Junto con varios socios y otras partes interesadas, queremos desarrollar una plataforma fiable y estandarizada para el comercio de créditos de carbono como activo. Estamos construyendo una nueva clase de activo para aportar la liquidez necesaria al mercado", explicó la responsable de Mercados de Carbono de la compañía suiza. "Actualmente, se trata principalmente de un mercado extrabursátil y queremos convertirlo en un activo negociable", ha añadido. Lea también: "El inversor minorista tiene que regresar a las operaciones de salidas a bolsa".
Cristina Álvarez (CaixaBank AM): "La información de sostenibilidad es difícil de entender incluso para los inversores institucionales"
En la misma mesa -moderada por María Cristina Romero, head of Sustainability Finance en España y Portugal de Ethifinance- ha intervenido también Cristina Álvarez, directora de ISR de CaixaBank AM. Álvarez ha lamentado la incomprensible nomenclatura de los fondos de inversión sostenible y lo difíciles que son de entender para todos los inversores las preguntas que contempla el MiFID verde (el test que pregunta al minorista si quiere invertir con sesgo sostenible): "Es necesario simplificar la información. Hay mucho consenso en el sector sobre que toda la información que estamos recogiendo sobre nuestros productos es excesiva. La terminología que tenemos que utilizar en base a las recomendaciones de nuestro regulador provoca que esa información no sea comprensible. Incluso los inversores tienen dificultades para entenderla", ha lamentado. Actualmente, la Comisión Europea está en pleno proceso de revisión del Reglamento de Divulgación para los fondos sostenibles (Sustainable Finance Disclosure Regulation o SFDR) y Cristina Álvarez ha reclamado que esta regulación esté alineada y que sus datos sean fáciles de cruzar con las preferencias de sostenibilidad que se extraen del test MiFID, algo que ahora no ocurre.
Por su parte, Juan Carlos Delrieu, director de la Oficina ESG del Banco de España, ha reivindicado para el sector, en lo que respecta a la sostenibilidad, un marco regulatorio estable y predecible -"si lo hubiéramos tenido en los últimos 5 años, posiblemente ahora no tendría que haberse planteado el paquete Ómnibus de simplificación" por parte de la UE, ha señalado-. Otro de los grandes desafíos es conseguir "datos, herramientas y metodologías"; "hemos avanzado, pero nos sigue faltando una información confiable, accesible, comparable y de calidad".
En la mesa también participó Lola Benjumea, head of Sustainability Reporting de Grupo Dia, que relató su experiencia desde el punto de vista de una empresa dedicada a la distribución: "Por la naturaleza de nuestro negocio, el cambio climático nos impacta directamente en la parte financiera. Lo hemos visto cuando se producen desastres climáticos, como la DANA", que paraliza los supermercados y a la cadena de valor, más aún si afecta a un centro logístico; "otro ejemplo es la subida que vimos el año pasado en los precios del aceite de oliva debido a la fuerte sequía". Al margen de esto, "se trata también de una cuestión reputacional"; una empresa privada debe tener planes de transición, ha añadido.