Bolsa, mercados y cotizaciones

Cuidado con el S&P 500: las señales que confirman la "complacencia astronómica" de Wall Street

  • El índice está un 20% sobrevalorado si se compara con la media histórica…
  • …y eso si se consigue evitar un deterioro en las previsiones de beneficio
  • La incertidumbre arancelaria y la amenaza de la deuda ponen en peligro al selectivo
La bolsa estadounidense está cara y amenazada en varios frentes. Foto: Dreamstime
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La recuperación que ha vivido la bolsa estadounidense desde que China y Estados Unidos firmaron el pacto que prorrogó la imposición de aranceles ha vuelto a dejar al S&P 500 en una situación delicada. El selectivo más grande del mundo por capitalización es ahora frágil, en un momento en el que los beneficios de las empresas del índice se pagan caros, y con múltiples amenazas que pueden generar una revisión a la baja de las ganancias. Son varios los indicadores negativos para la economía estadounidense que pueden castigar los fundamentales del S&P 500, e incluso sin que estos riesgos terminen materializándose, el beneficio previsto para el índice en este momento lo deja en una valoración potencial de menos de 4.700 puntos, si se ajustase a la media histórica, en torno a un 20% por debajo del nivel actual del selectivo. Hay señales de peligro en varios frentes, y analistas que avisan de que los inversores han caído en una "complacencia astronómica" con Wall Street.

Según la valoración histórica del S&P 500, no hay ninguna duda de que el índice ahora cotiza caro. El beneficio por acción medio del selectivo ahora son 260 dólares, lo cual, a un PER medio de 18 veces (el que ha tenido el selectivo desde 1990), supone una valoración potencial de 4.687 puntos, es decir, un 19,75% por debajo de los 5.842 puntos en los que cotiza el índice en este momento.

Los inversores tratan de anticiparse a los cambios en valoración que pueda haber en bolsa, y los precios que se están pagando ahora por el selectivo demuestran que muchos deben estar esperando que los beneficios sean mayores en 2025 de lo que se espera. Según el consenso de analistas que recoge Bloomberg, el aumento del BPA en los próximos 12 meses será del 10%, pasando de 236 dólares a los 260. Esto, sin embargo, es lo que algunos analistas están poniendo en duda, en un momento en el que las señales negativas para la economía estadounidense se están amontonando.

Uno de los expertos que han levantado la voz contra el exceso de optimismo de los mercados es Alexander Redman, estratega jefe de renta variable en CLSA. Para Redman, el mercado ha entrado en una situación de "complacencia astronómica", y pone en duda las expectativas de ver un crecimiento de los beneficios del 10% este año y el 14% el que viene, frente a la media histórica del entorno del 6,7%.

El problema de fondo es que, para la bolsa, las amenazas al crecimiento de los beneficios ahora dominan sobre los catalizadores que podrían generar un incremento que justifique las valoraciones que se están pagando en el S&P. El principal peligro es la incertidumbre por la guerra arancelaria que ha declarado Trump, y que continúa presente, algo que ha quedado patente este viernes con su nueva ofensiva contra la Unión Europea.

Y es la guerra comercial la que ha deteriorado el aspecto macroeconómico en Estados Unidos, algo ya evidente si se atiende a cómo están evolucionando algunos indicadores macro en el país, desde que dio comienzo la ofensiva de la nueva administración. Redman explica cómo "se ha hecho un daño real al sentimiento de las familias y de las empresas en el periodo en el que se estaban aplicando los aranceles", señala el experto en declaraciones recogidas por Bloomberg, y añade que es poco probable que el sentimiento regrese a la situación que había antes de comienzo de año.

El experto destaca algunas de las señales negativas que los inversores parecen estar pasando por alto, como son, a su juicio, que las intenciones de las empresas de EEUU en invertir en capex han caído al terreno negativo, y es algo que sólo ha ocurrido en cuatro ocasiones, incluyendo la actual, en todo el siglo. También señala los mínimos de varias décadas del índice de sentimiento del consumidor de la Universidad de Michigan, y de cómo dos tercios de las familias estadounidenses creen ahora que el desempleo será mayor que el actual dentro de 12 meses.

La amenaza del déficit y de crisis por el contagio del bono

Además de todo lo anterior, no se debe obviar la situación tan complicada que está atravesando la economía estadounidense, con el mayor endeudamiento que se ha visto en la historia del país y una administración cuyas medidas no parecen convencer a los expertos de que la situación se vaya a solventar en el corto plazo.

Los inversores han dejado claro con las ventas de bonos que se han producido en las últimas semanas que, aunque se solucione la guerra comercial, el déficit de Estados Unidos sigue siendo el gran elefante en la habitación, y el aumento de las rentabilidades en los títulos de renta fija es buena prueba de ello. Después del reciente recorte de calificación de Moody's y de la aprobación de la reforma fiscal de Trump, que complica que Estados Unidos pueda apretarse el cinturón, ya que se trata de una norma orientada a bajar los impuestos, los bonos del Tesoro estadounidense han acelerado el proceso de ventas, y los títulos a 30 y 20 años han tocado nuevos máximos de rentabilidad a vencimiento no vistos, en el caso del bono a 30 años, desde la Gran Crisis Financiera.

Además, esta semana han saltado nuevas alarmas, en este caso lejos de Estados Unidos, en Japón, por las ventas de deuda que se han producido en el país tras una subasta de bonos que no recibió la demanda esperada. Japón es el claro ejemplo del miedo de los mercados por el peligro de una crisis de deuda, ante la expectativa de que los inversores rechacen los bonos del país, incluso a pesar de estar ofreciendo cada vez más rentabilidad. También hay que tener en cuenta que Japón es una economía clave para el sistema financiero mundial, ya que, entre otras cosas, es el mayor tenedor extranjero de bonos estadounidenses, y un aumento de la rentabilidad de los bonos del país nipón puede terminar contagiándose al mercado estadounidense, que ahora lidia con sus problemas propios.

La crisis de deuda no solo sería negativa para los inversores en renta fija, ya que tiene potencial de contagiar a la bolsa si se termina desatando, por distintas vías. La primera es el aumento directo en los costes financieros que supone una venta masiva de bonos: los tipos de interés suben y las empresas tienen que encarar costes de financiación más altos cuando acuden a los mercados a pedir prestado, lo cual reduce sus beneficios y, en consecuencia, fuerzan las caídas de los índices bursátiles. Ahora, muchos analistas coinciden en que la cota del 5% de rentabilidad a vencimiento para el bono a 10 años es un nivel psicológico que puede terminar acelerando los descensos del S&P 50.

Hay, además, otra vía por la que las ventas de bonos castigan a la bolsa, y que también ahora explica por qué hay una percepción de que la bolsa está cara y de que puede haber turbulencias en el S&P 500 a medio plazo: la relación de los bonos con la bolsa. Cuando el índice bursátil sube mucho, la rentabilidad del beneficio empresarial se reduce y, esto, combinado con ventas de bonos que han incrementado las rentabilidades de estos títulos de deuda, han hecho que la renta fija ahora ofrezca más retornos que la bolsa, a pesar de que el riesgo que implica la primera sea menor. Históricamente esto ha sido una señal de sobrevaloración de la renta variable, y más en momentos en los que el crecimiento económico se está frenando, etapas en las que es complicado ver una nueva palanca de crecimiento para los beneficios empresariales.

Lo que está claro es que son muchos los peligros que acechan ahora a la bolsa, y la incertidumbre arancelaria es el último gran obstáculo que se ha colocado en el camino de los inversores. Sin embargo, las señales se acumulan desde hace tiempo, como, por ejemplo, el aumento de las posiciones de liquidez con el que el exitoso inversor, Warren Buffett, cerró el año pasado.

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