Internacional

¿Cómo pueden cambiar los atentados terroristas las elecciones británicas?

Theresa May durante un acto de campaña tras los atentados. Reuters

Reino Unido retoma esta jornada la campaña, tras el parón de 24 horas promovido en señal de respeto para las víctimas del salvaje ataque del sábado. Se trata de la segunda ocasión desde que arrancase oficialmente la carrera por el Número 10 que los partidos suspenden los actos electorales, un movimiento sin precedentes en un país que, a pesar de haber sufrido las garras del terrorismo en los oscuros años del IRA, nunca había padecido un atentado, y menos por partida doble, en la antesala de unos comicios.

La primera ministra, Theresa May, ha dejado claro que la cita seguirá adelante y su decisión ha sido aplaudida tanto en casa como fuera. Sería altamente preocupante que la democracia más antigua de Occidente pusiese en suspenso su máxima expresión de libertad por la barbarie terrorista, pero el impacto de la misma sobre la memoria colectiva podría traducirse en las urnas. May reclama más esfuerzos contra el terrorismo.

Si bien resulta difícil establecer que la violencia del sábado estuviese intencionadamente medida para influir sobre las generales, sobre todo ante el carácter indiscriminado de los actos inspirados por el autodenominado Estado Islámico en Europa, sus efectos, como los de la matanza de Manchester, se han dejado notar ya en la campaña, con las dos grandes fuerzas políticas llamadas a disputarse el poder enrocadas en una irresponsable polémica sobre un potencial uso electoralista del atentado.

Tradicionalmente, se considera que un acto de violencia perpetrado en la proximidad de unos comicios favorece al partido en el poder, debido al desinterés de los votantes por ampliar aún más la incertidumbre. En el caso británico, sin embargo, May vio cómo el ataque de Manchester obligaba a dejar la campaña en suspenso durante días en los que, en el imaginario de la ciudadanía, lo que había quedado de las propuestas conservadoras era el fiasco de la popularmente conocida como la 'tasa de la demencia'. Dos personas alertaron a la Policía sobre la radicalización de uno de los terroristas de Londres.

Los laboristas la han acusado de emplear la violencia con fines políticos, pero también han aprovechado para denunciar el recorte de efectivos policiales acometido por las sucesivas administraciones conservadores, especialmente durante el período de May como ministra de Interior. La reducción de 20.000 agentes ha sido calculadamente recordada por los de Jeremy Corbyn, quienes apuestan por incrementar de nuevo el número de operativos de las fuerzas de seguridad.

Dada la falta de referentes en Reino Unido, las conclusiones sobre el impacto del atentado tendrán que esperar a los análisis post-electorales. El elemento fundamental será qué peso tendrá sobre el ánimo de los ciudadanos para acercase a los colegios, especialmente en un modelo como el británico, altamente dependiente de una participación que, de ser alta, favorecería al Laborismo.

Mención especial merece al respecto la movilización que sobre los jóvenes genere un ataque perpetrado en una noche de sábado, así como el de hace dos semanas tras el concierto en Manchester de la estadounidense Ariana Grande, una cantante cuya audiencia de referencia es de corta edad.

Las nuevas generaciones son menos propensas a acudir a las urnas, por lo que la suerte de los laboristas dependerá mucho de que sea capaz de activarlas. Mientras las opciones de May de reforzar su mayoría aumentan a menor implicación, Corbyn precisa un volumen histórico de jóvenes. El último día para registrarse para el voto, 435.000 menores de 35 años se habían apuntado, pero los indicios geográficos revelan que el auge tuvo lugar principalmente en bastiones laboristas, lo que neutralizaría el efecto.

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