Internacional

El terrorismo golpea Reino Unido en la antesala electoral

  • La suspensión de campaña impide a los partidos incidir en sus programas
La Policía londinense acordona la zona del atentado. Foto: EFE

La sinrazón terrorista ha vuelto a sacudir Londres en la antesala de uno de los momentos clave de la democracia más antigua del planeta. May reclama más esfuerzos contra el terrorismo.

Si el 22 de marzo un lobo solitario sembraba el terror en pleno corazón de Westminster a tan solo una semana de la activación oficial del Brexit, el pasado sábado, a cinco jornadas de los comicios generales que decidirán quién pilotará la travesía de salida de la UE, tres atacantes replicaron la fórmula empleada hace solo diez semanas por Khalid Masood con un atropello masivo y el apuñalamiento indiscriminado de todo aquel que hallaron a su paso. El número de víctimas a última hora de ayer ascendía a siete, pero el estado crítico de una veintena de los 48 heridos que resultaron en total podría elevar el saldo final. El Estado Islámico reivindica la autoría del ataque.

Se trata del tercer atentado terrorista sufrido por Reino Unido en apenas dos meses y medio, tras el perpetrado hace una quincena en el Manchester Arena tras un concierto de la cantante norteamericana Ariana Grande. Puestos en contexto, los tres actos de violencia encarnan un asalto integral a los pilares mismos de la sociedad británica: el Parlamento en el primer ataque, la juventud en el de hace dos semanas y la forma de vida misma de una de las ciudades más vibrantes de Occidente en el más reciente.

La campaña se retoma hoy

Además del horror y la pérdida de vidas, su impacto se dejó notar también en la recta final de la carrera electoral, como había acontecido ya tras la matanza de Manchester. La campaña fue ayer suspendida por "respeto" a las víctimas, si bien hoy mismo será retomada en un intento de normalización ante el terror. "No vamos a permitir que la violencia interrumpa nuestros procesos democráticos", declaró ayer Theresa May, quien confirmó que la votación del jueves seguirá adelante.

El parón tiene más consecuencias que la mera cancelación de los actos de campaña, por el que apostaron todas las fuerzas políticas, a excepción de los eurófobos del UKIP, que consideraron que paralizar la contienda es precisamente lo que querían los autores de la barbarie. Las encuestas habían comenzado ya a experimentar un cambio de tendencia tras la interrupción impuesta por la carnicería provocada en Manchester por el suicida Salman Abedi el 22 de mayo, cuando el gran fiasco de la estrategia conservadora, la denominada 'tasa de la demencia', se había quedado en la memoria del electorado como la gran apuesta del partido que aspira a reforzar su mayoría absoluta.

La pausa en este caso ha sido menor, pero ha impedido a las fuerzas políticas que realísticamente aspiran al Número 10 incidir en los puntos fuertes con los que esperan ganarse a los votantes este jueves: May con su insistencia en que es la única preparada para dirigir las negociaciones del Brexit, una materia que sabe juega a su favor, y el Laborismo con una apuesta programática basada en las posibilidades aspiracionales de una sociedad más igualitaria con la que, de acuerdo con su notable mejora en las encuestas, parece haber tocado fibra en un sector de la ciudadanía.

Puesto que la clave del veredicto final radicará, una vez más, en la participación, el peso que un atentado como el de este fin de semana, segundo de la campaña, tendrá sobre los electores, especialmente sobre los más jóvenes, será fundamental. Las nuevas generaciones son menos propensas a acudir a las urnas que los de mayor edad y la suerte de los laboristas dependerá mucho de que sea capaz de movilizarlas. Las opciones de May de reforzar su economía, por el contrario, aumentan a menor implicación, de ahí que los conservadores no hubiesen hecho una sola apelación para urgir a registrarse para el voto, un prerrequisito obligatorio en Reino Unido para votar.

La ambición de los terroristas, de hecho, era provocar el peor caos posible con la mayor proyección y, en ese sentido, su objetivo fue un éxito. El puente de Londres, la crucial arteria en la que emprendieron un arrollamiento masivo, constituye una de las vías más transitadas un sábado por la noche, puesto que conduce a la zona de London Bridge, no solo una de las más populares para el ocio y la restauración, sino sede de una de las estaciones de transporte intermodal más importantes, empleada por miles de personas de las afluentes áreas de la periferia que cada fin de semana disfrutan de la oferta de la ciudad.

Tras el atropello, la situación escaló en la pesadilla, cuando los tres atacantes aprovecharon la confusión para emprender una cadena de apuñalamientos de quienes encontraban a su paso. Para aumentar el estado de pánico, portaban chalecos que simulaban tener explosivos, aunque resultaron falsos. Las imágenes de la noche, muchas de ellas tomadas por testigos que presenciaron los ataques, son estremecedoras, pero la rápida reacción de las fuerzas de seguridad, que contaban con la posibilidad de un ataque de esta naturaleza tras la barbarie de Manchester, evitó que el número de víctimas fuese mayor.

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